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Ideas del Cambio

 

Jorge G. Castañeda  

El pasado miércoles se cumplió un año de haber comenzado un movimiento ciudadano que, ante los diferentes retos que enfrenta el país y la persistencia de sus problemas, decidimos llamar Ideas del Cambio. Esta iniciativa responde a las inquietudes de mucha gente que, fuera de las estructuras políticas tradicionales y sin pertenecer necesariamente a una corriente particular, siente la necesidad de participar en un proyecto que, tras el análisis de las diferentes alternativas, plantea los conceptos y los principios sobre los cuales se podría construir una nueva realidad nacional. Se trata, por lo tanto, de una propuesta esencialmente ciudadana en el mejor sentido de la palabra, a saber, de una iniciativa emprendida por personas que, al margen de cualquier oficialismo, pretenden simplemente ejercer sus derechos y dar cauce a sus propuestas luego de observar el agotamiento de las estructuras políticas tradicionales.

A lo largo de estos 365 días me he dedicado a viajar por todo el país para promover precisamente esas ideas del cambio. Me he reunido así con habitantes de colonias populares, mujeres, pequeños y grandes empresarios, estudiantes, obreros, migrantes y campesinos; he realizado 45 giras y visitado 42 ciudades en 31 estados de la República; en el Distrito Federal he realizado 28 encuentros ciudadanos en las delegaciones de Iztapalapa, Magdalena Contreras, Gustavo A. Madero y Cuauhtémoc.

En estas reuniones de análisis y discusión han participado cerca de 80 mil personas, en 46 foros realizados en universidades, 53 reuniones con empresarios, 35 con mujeres, 26 con dirigentes populares, 28 con intelectuales y cinco con migrantes. Realizamos 12 foros ciudadanos e impartí igualmente 20 conferencias magistrales. Todo esto nos lleva a un total de 225 encuentros.

Ha sido una actividad ciertamente agotadora pero con buenos resultados. Los ciudadanos han reaccionado favorablemente al ofrecimiento de propuestas concretas y al planteamiento de ideas nuevas.                           El debate planteado ha logrado trascender una coyuntura política marcada mayormente por lo anecdótico, las especulaciones prematuras y, sobre todo, la ausencia de contenidos. Las ideas del cambio, en efecto, constituyen un principio de agenda nacional que, de manera deliberada, hemos reducido a algunos temas esenciales porque –lo he dicho varias veces– cuando se intenta resolverlo todo se termina no arreglando prácticamente nada.

Es fundamental, para empezar, que en México logremos instaurar una verdadera seguridad jurídica para las personas, los bienes y las transacciones. Mientras un ciudadano no pueda salir a caminar tranquilamente por la calle, mientras el dueño de un terreno no esté seguro de que nadie se lo va a quitar o a expropiar, mientras un pequeño empresario no sepa que el contrato que firmó con un proveedor se va a cumplir, este país no contará con las condiciones necesarias para tener el crecimiento económico que requiere y crear los empleos que reclaman los mexicanos. De manera paralela, es necesario emprender una revolución educativa para lograr que los mexicanos tengan un verdadero acceso al mundo de la información y que participen activamente en la sociedad del futuro. Con el fin de alcanzar estos propósitos –acompañados de propuestas concretas como la celebración de juicios orales, la ampliación de la jornada escolar o la unificación de los diferentes Códigos Penales– he planteado que se lleve a cabo una reforma institucional en nuestro país (que, a su vez, con medidas como la reelección de diputados y senadores, el establecimiento de una segunda vuelta en las elecciones presidenciales y legislativas, la instauración del plebiscito o la creación de la figura de un primer ministro, propiciaría la eventual viabilidad de esas reformas estructurales actualmente empantanadas en el Congreso) y, en lo que se refiere a la necesaria financiación de estos proyectos, que explotemos de manera                           racional nuestros recursos petroleros.

Los anteriores puntos han sido expuestos en los diferentes encuentros realizados en todo el país y lo menos que puedo decir es que la respuesta ciudadana a estos planteamientos ha sido muy positiva. Mas aún, los resultados trascienden claramente mi impresión personal de las cosas –necesariamente                           subjetiva– y comienzan a reflejarse en cifras proporcionadas por varias encuestas, en especial las que dos importantes medios de comunicación publicaron recientemente. Naturalmente, la actual coyuntura política ha llevado a situar dichos resultados dentro de la contienda electoral del 2006 y en comparación con otros posibles candidatos. Pero, de cualquier manera, nos encontramos frente a una clara expresión de aceptación pública considerando además que Ideas del Cambio es un movimiento substancialmente ciudadano que no opera con los fondos públicos destinados por ley a los partidos políticos.

La semana pasada, CNI                           Canal 40 dio a conocer un sondeo de GEA-ISA en el que la población nos asigna 6 por ciento de la intención de voto. Y, en la encuesta publicada el pasado lunes por el diario Reforma, partiendo de que los candidatos participantes fueran Santiago Creel, Roberto Madrazo y Andrés Manuel López Obrador, aparece formulada la siguiente pregunta: “¿Qué pasaría si esos tres posibles candidatos enfrentaran también a un cuarto aspirante? La encuesta revela que el apoyo de alrededor de 6 por ciento para Jorge G. Castañeda le restaría votos a los candidatos del PAN y del PRI, pero no afectaría al actual jefe de Gobierno capitalino. Además, la encuesta también indica que el apoyo a Castañeda “se duplicó en los últimos tres meses (antes era de 3 por ciento), atrayendo apoyos del electorado independiente”. Los resultados de esta encuesta realizada por Reforma son especialmente significativos porque la información no fue obtenida por vía telefónica sino que fue levantada en vivienda, siendo que la mayor parte de nuestros esfuerzos, en esta primera etapa, se habían dirigido más bien a la población que dispone de un teléfono en casa.

A la vista de esta respuesta ciudadana, que he encontrado luego de doce meses de actividad, tomaré en un futuro no demasiado lejano la decisión sobre la posibilidad de que este movimiento ciudadano deba, en efecto, ser parte del proceso electoral del 2006. Será un reto mayor, pero los resultados obtenidos, luego de un año de activismo, permiten augurar un escenario propicio donde, por lo pronto (y ésa será realmente la circunstancia condicionante), vamos a ofrecer una competencia efectiva y una alternativa ciudadana real.

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