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El festival Mutek de Montreal laboratorio para el arte digital y el urbanismo lúdico

Jesús Pacheco / Agencia Reforma

Montreal

Descrito como una cita internacional de programación original y vanguardista, el Mutek no es un festival típico de música. Si bien las sonoridades electrónicas y el uso de la tecnología para la creación digital son los protagonistas y en el cartel de cinco días se dan cita tanto el novísimo talento canadiense o productores en ascenso como Nicolas Jaar y Deniz Kurtel como nombres legendarios en cuestión de experimentación sonora –Keith Fullerton Whitman, Lustmord, Jan Jelinek, Pierre Bastien…–, parte importante de la inmersión en el festival la constituyen los espacios en los que suceden las presentaciones de los artistas, que este año fueron poco más de 80.
Para esta edición, a foros emblemáticos de Montreal como el Métropolis y los distintos escenarios del Monument-National, este año se sumaron la Satosphère, un domo digital situado en la Société des Arts Technologiques que brindó sin duda uno de los momentos más impresionantes e inmersivos del festival; la Iglesia Unie Saint-James, en la que Tim Hecker y Stephen O’Malley aprovecharon el órgano de esa locación histórica para incorporarlo a sus composiciones, o una de las salas del cine Excentris, que recibió CineChamber, un proyecto de Recombinant Media Labs consistente en una instalación de 10 pantallas que rodean al espectador y lo sumergen, en compañía del trabajo audiovisual de numerosos artistas, en una experiencia multimedia que pareciera expandir las fronteras de lo visual y lo cinemático.
En el marco del festival también fue estrenado un nuevo centro cultural multidisciplinario situado en pleno barrio viejo de Montreal: el PHI Centre. Ahí tuvo lugar Tools for an unknown future, un simposio de tres días con el que Mutek, en colaboración con ICAS (International Cities for Advanced Sound & Related Arts), se dio a la tarea de bocetar un retrato hablado sobre las prácticas artísticas actuales en contextos urbanos y los retos que enfrentan los más de 30 festivales y organizaciones de todo el mundo adscritos al ICAS.
Y para continuar con la labor de Mutek como un laboratorio al aire libre, no sólo para el arte digital, sino para poner en práctica una especie de lúdico urbanismo, durante las jornadas Expérience, que daban inicio a las 5 de la tarde en la Place de la Paix, se unía comida, diseño experimental y música a manera de preludio a las actividades nocturnas del festival.
Ahí, mientras desfilaban por el escenario diversas propuestas del talento emergente canadiense, podían probarse algunas de las reinterpretaciones de los chefs Michelle Marek y Seth Gabrielse a la comida callejera o podía atestiguarse cómo iba creciendo la instalación del colectivo alemán Raumlaborberlin: aparecían poco a poco bancas de madera de proporciones y formas juguetonas que subrayaban el potencial del espacio público como lugar para la experimentación.
Descubrimientos sin repetición

En ediciones anteriores, la programación estaba hecha para que los asistentes pudieran ver todo si así lo deseaban. Este año no fue así. Guiado por gustos, intereses o curiosidades, había que seleccionar entre las actividades del cartel.
Lo cierto es que sigue estando pensado por los tres programadores: Patti Schmidt, Vincent Lemieux y Alain Mongeau, el director del festival, para que sea un recorrido de cinco días en el que uno pase por diferentes estados, en el que estemos expuestos a propuestas desde muy experimentales hasta aquellas más orientadas a las pistas de baile, pero sin nunca perder de vista una de las responsabilidades más importantes del festival: descubrir artistas.
“Una cosa muy importante que tiene el festival es traer artistas a Montreal que nunca habían tocado en Norteamérica”, explica Alain Mongeau. “Siempre hemos tenido ese rol de ser un puente, nos gusta presentar artistas desconocidos que cuando pasa el festival comienzan a figurar. Para los artistas, tocar en Mutek es como para un director presentar su película en Cannes, el festival es una referencia y lo toman muy en serio. Me di cuenta cuando vi que Richie Hawtin se pone nervioso cuando toca en el festival, porque la exigencia es muy alta”.
A Damián Romero, director de Mutek México, la edición de este año en Montreal le pareció muy nutrida, con una programación bastante extensa. Y le llama particularmente la atención que, al cabo de 13 años, no se sienta ningún factor de repetición.
“Ninguna de las ediciones se ha parecido a ninguna otra”, asegura. “Eso no sólo habla de evolución, sino de una reinterpretación constante; todo esto va ligado a las nuevas generaciones artísticas, las nuevas propuestas y las nuevas generaciones de audiencias”.
Para él, resultó una sorpresa que Nicolas Jaar fuera quien encabezara el festival en cuestión de convocatoria, pues no se trata de un artista de música popular, sino más bien uno arriesgado e introspectivo.
“Las nuevas generaciones se están identificando más con la música de calidad, de cierto matiz, hay una cierta sofisticación en el gusto de ciertas nuevas audiencias. Seguramente viene atado a que las nuevas generaciones traen más información y un gusto más ecléctico”.
Al referirse a la relación del festival con Montreal, Romero dice que basta recorrer sus calles con mirada atenta para darse cuenta de que Mutek tiene un peso en la ciudad, lo cual resulta especialmente llamativo dado que Montreal es una ciudad de festivales.
“Nos contaban que hay 235 festivales en el año en Montreal de todo tipo, música, artes escénicas. Por donde lo veas, la ciudad tiene una preferencia por la cultura. Se nota cómo el gobierno de la ciudad percibe el festival y lo amplifica”.
Respecto a la relación ideal que Romero desearía entre Mutek y la ciudad de México, cita dos aspectos que buscarán explorar en las próximas ediciones, sin duda inspirado en el Parcours Numérique: aprovechar los focos espectaculares que puede tener un gran edificio para comisionar piezas y desarrollar la parte interactiva a grandes niveles, para lograr que la gente que no esté involucrada o relacionada con el festival viva situaciones de las grandes ciudades de hoy. La intención es tener ciertos proyectos comisionados con ciertos artistas para interactuar y vivir la ciudad de una forma distinta. Mutek es un proyecto de ciudad”.

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