Octavio Klimek Alcaraz

Una pausa

Con el arranque de este año 2015 iniciaron cambios en mi vida personal. El gobernador de Guerrero, Rogelio Ortega Martínez, me invito a ser titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales en el gobierno que actualmente encabeza. Esa invitación, que agradezco, fue algo que por un lado me dio gusto y por otro lado me tiene ahora con repentinos despertares en las madrugadas. Antes me preciaba de que podía dormir sin preocupación. Decía que tenía mi conciencia tranquila, pero ahora en las madrugadas mi reloj biológico siente la preocupación de la responsabilidad de estar en un espacio en el que se pueden hacerse cosas por el bien de la sociedad y la naturaleza en donde esta se encuentra. Ese sueño que se me va tiene que ver con el análisis primario de mi nuevo encargo. Tenemos poco tiempo para trabajar en este gobierno, más o menos nueve meses, y hay que dar luz metafóricamente hablando a un producto que reencause lo mejor de Guerrero.
El año pasado nos enfrentamos en Guerrero a una tragedia y al horror. Una noche de masacre en Iguala realizada por salvajes. Acompañada de la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa. Esa tragedia, volteo los ojos del mundo a México y cambió para mal su percepción de nuestro país. Nos mostró que el país y en especial Guerrero, es un gran cementerio clandestino, que ha enlutado a las familias mexicanas y guerrerenses. Que la ausencia de un real estado de derecho hace que se viva con miedo de la violencia como producto de la impunidad y la falta de justicia para las víctimas.
Sectores claves y significativos de la sociedad guerrerense, como son las familias de las víctimas –primordialmente los familiares de los jóvenes estudiantes de Ayotzinapa– el magisterio, los estudiantes, las organizaciones sociales y comunitarias, entre otras, se encuentran movilizadas. El objetivo primordial es loable conocer la verdad de lo acontecido en Iguala, lograr que quienes fueron víctimas de desaparición forzada regresen sanos y salvos a sus hogares y a su normal, así como hacer justicia simple y llanamente.
Esa enorme movilización producto de la indignación colectiva ante el horror, se ha expresado en múltiples formas no solo en Guerrero, sino también en el país y en el todo el mundo. Nos ha llevado a un serio cuestionamiento de las instituciones del Estado mexicano. En especial, en Guerrero, hay responsabilidades diversas en dichas instituciones, y muchos de sus integrantes pretenden creer que no son o fueron parte del problema, que nos llevó a una crisis nunca vista en Guerrero. Exige eso la trasformación en un nuevo modelo de desarrollo en la entidad, y eso para mí es el reto. Como lograr en pocos meses contribuir desde el espacio institucional en que uno se encuentra a un nuevo modelo de cooperación y confianza entre quienes vivimos el día a día en Guerrero, que nos permita vivir en bienestar y en paz.
Cuando hablamos de trasformación, debemos de empezar por revisar a nuestro propio espacio de trabajo. En el caso de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales estatal, es una institución de estructura pobre desde sus orígenes. Con su actual estructura no puede cumplir con los mandatos legales que tiene que atender. Al respecto, siempre expongo la metáfora de la salud de las personas. Cuando una va al médico, trata uno de buscar al de más confianza, muchas veces se necesitan análisis clínicos, hay que tener laboratorios, a veces acaba uno con un especialista y en un hospital, y para eso no se escatima, ya que es nuestra vida misma. Además, se trata uno de cuidar de las enfermedades de manera preventiva con vacunas, vida saludable y sin excesos. Todo esto exige crear por los gobiernos capacidades tangibles en salud. Aquí estaríamos hablando de manera similar de la salud de los ecosistemas necesitamos en estos meses dejar sembradas las bases para orientar a la secretaría a resolver con mayores y mejores capacidades los problemas de la salud de los ecosistemas de Guerrero. Ese es el tamaño de la restructuración que tenemos que trabajar.
Por otro lado, me preocupan en estas reflexiones de mis últimas madrugadas atender problemas, que desde hace años han sido demandas añejas de organizaciones ambientalistas y de la ciudadanía. Casi siempre existe una constante, en nombre de la inversión pública o privada se han dañado ecosistemas marinos, costeros o terrestres, y los costos se están transmitiendo a la sociedad. Como se dice coloquialmente, se privatizan las ganancias y se sociabilizan las pérdidas. Necesitamos por ello en estos pocos meses mandar con tiro de precisión un claro mensaje de este gobierno a la sociedad guerrerense, que ya no queremos no solo más violencia impune en contra de nosotros mismos, sino también en contra de la naturaleza. Debo abordar en la secretaría con toda la congruencia posible lo que en múltiples tribunas públicas he señalado, orientar procesos que paren esa impunidad en contra de quienes atentan contra las bases de la vida en las tierras guerrerenses y por tanto en el planeta, al mismo tiempo buscar un desarrollo para el bienestar de todas las personas, en especial las más desprotegidas.
Finalmente, quiero agradecer el espacio de reflexión sobre ciencia, medio ambiente y sociedad que este diario El Sur me ha dado, a Juan su director, a Juan Carlos quien tiene a cargo la sección de Sociedad, así como los demás trabajadores y colaboradores de El Sur. Estos últimos días no me han dado un espacio para conversar con ellos sobre el tema de la colaboración semanal. Pero necesito su comprensión, y de aquellos que me han leído, ya que quiero tener la oportunidad de concentrarme tiempo completo en el trabajo en la Secretaría y eventualmente si así me lo permiten las circunstancias publicar alguno que otro artículo sobre los temas que son pasión de mi vida intelectual. Al finalizar este encargo espero, que con la misma generosidad con que me abrieron sus puertas, vuelvan a recibirme en las páginas de este prestigiado diario. Como decía el maestro Cerati: Gracias totales.