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Los de Acapulco, “los atardeceres más bellos”, aseguran turistas canadienses

*Nosotros nunca nos hemos sentido inseguros en las calles, nosotros caminamos mucho y es todo lo contrario, dice pareja que llevan 14 años ininterrumpidos visitando el puerto

Karla Galarce Sosa

Brinah Levine y George Brown, de 53 y 59 años respectivamente, son una pareja de canadienses que llevan 14 años ininterrumpidos visitando Acapulco.
Los primeros años se hospedaron en el hotel Princess, en la zona Diamante del puerto, pero desde hace cuatro lo hacen en el Crowne Plaza, en el corazón el Acapulco Dorado.
Salen todos los días a las calles del puerto y disfrutan de ver andando a los peatones, de cómo las familias caminan por las banquetas y llevan consigo a sus hijos; cómo las artesanas e indígenas elaboran sus artesanías y del clima de la ciudad.
Ellos han visitado países como Italia, Cuba y Estados Unidos, y aseguran que Acapulco es único por la perfección del clima, la belleza de los amaneceres y por sus atardeceres que a decir de Brown “son los más bellos del mundo”.
“Cada día uno se enamora de Acapulco, del clima que es perfecto, del sol y la vista de la bahía, de las montañas que son espectaculares, los atardeceres son muy hermosos, y son probablemente los más hermosos del mundo, desde el centro hasta el hotel Flamingos, no lo hemos visto en ningún otro lado; parece que el sol se está metiendo al agua, eso es único en el mundo”, dijo el visitante extranjero.
Gustan más de la vista y la tranquilidad del mar en la bahía de Santa Lucía, disfrutan de ver a los mexicanos caminando por la calle y la dinámica de la ciudad en la zona Dorada, pues en la zona Diamante todo parece más lejano y es muy suntuoso.
Han conformado una sólida comunidad de canadienses en Acapulco, pues comentaron que cuando visitan restaurantes y bares tradicionales de la zona Náutica, como Mi Piacci en el Zócalo, encuentran a viejos conocidos que como ellos, llevan años visitando la cuidad huyendo del gélido clima de su país.
Como chef, Giorgio disfruta de lugares como restaurantes tradicionales, donde las mujeres hacen tortillas a mano y cocinan a la vieja usanza, con leña o en grandes comales.
Como decoradora de interiores, Brinah dijo que observa las propuestas decorativas en la arquitectura de algunas galerías, tal es el caso de la galería ubicada dentro del Centro Cultural Acapulco, donde se exhiben piezas de arte contemporáneo y tradicional.
“Pero la gente de Acapulco, nos parecen contentos, son muy corteses, nunca he escuchado que se molesten o levanten la voz, adoran a su familia y a sus hijos los llevan siempre a todos lados”, dijo el chef.
Unos días disfrutan de la playa y se van a caminar. Ayer por ejemplo, fueron al restaurante La Casa de los Abuelos caminando desde su hotel y ambos coincidieron en que disfrutan mucho caminar por donde los citadinos se mezclan con los turistas.
“Es más agradable caminar entre mexicanos que ir a un sitio donde sólo hay turistas”, comentó la decoradora, quien mantuvo siempre una amplia sonrisa en los labios.
Los dos disfrutaban del sol en el área de la alberca de la hospedería, pese a que la mayor parte del día estuvo nublado. Tuvieron un cubetazo pero en vez de cerveza tenían botellas de agua enfriándose.
Confesaron que gustan de caminar en zonas donde puedan ver algún mercado local, visitar sitios donde puedan tomar café y buscan ver el día a día, la vida cotidiana de la ciudad.
Dijeron que se han hecho amigos de los empleados y han invitado a sus amigos estadunidenses a visitar el puerto.
Al visitar otros hoteles, buscando a sus viejos amigos, se han encontrado con otros connacionales, a quienes han compartido de lo que pueden disfrutar de Acapulco, además de su gastronomía, el clima y las caminatas por la avenida Costera.
Brinah, se mostró interesada en ver los diseños locales, los espectáculos de los artistas locales en el Centro Cultural Acapulco, porque Acapulco tiene colores muy vibrantes y está lleno de una cultura diferente a la que ella tiene.
“Como decoradora de interiores, estoy interesada en ver los colores locales y los diseños”, expresó.
En los primeros cuatro años de venir a Acapulco, tenían estancias cortas de una semana, luego las ampliaron a dos y ahora, se quedan dos semanas en enero y dos semanas más en febrero para vacacionar.
Notaron que durante los últimos años (hace cuatro años o más), el puerto llegó a ser muy popular, aunque ya lo era, pero hubo una temporada en que “Acapulco se quedó en silencio”. “Ahora, en Acapulco de nuevo observa mucha más gente”, dijeron.
Ellos hablan en su país de cuanto quieren a Acapulco, y aseguraron que han dicho a sus paisanos que la ciudad “es muy diversa y segura”.
“La gente manda comentarios por email y nos dicen que no es verdad (las noticias sobre la inseguridad), porque Acapulco es seguro, porque se puede caminar, a menos que seas un criminal y, como en cualquier parte te van a hacer algo”, comentó George Brown, “mucha gente tiene una mala interpretación de lo que se habla de Acapulco”, añadió.
“Nosotros nunca nos hemos sentido inseguros en las calles, nosotros caminamos mucho y es todo lo contrario”, dijo.
Acapulco es una cultura latina que encanta a la pareja de canadienses, por eso, confesaron que lo visitan, además de Cuba, “porque encanta la comida, la cultura, la gente”.
De la comida, Browne opinó que en el restaurante Pipo’s ofrecen alimentos frescos; y a diferencia de quienes gustan de la comida totalmente tradicional, él gusta de la mezcla de sabores tradicionalmente mexicanos con los americanos, italianos e incluso de otros países.
La comida del restaurante italiano en el Crowne Plaza, dijo el chef canadiense, es la mejor que ha probado, también piensa en que cuando se retire comprará una casa en Acapulco y vivirá aquí.

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