Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Eduardo Pérez Haro

2015

Para Julio Scherer García

Llevamos apenas unas horas de haber iniciado 2015, y el oleaje de la realidad objetiva y subjetiva se nos aproxima sin que alcancemos a ver claramente si se trata de una tormenta o de un tsunami, pero no parece que este año vaya a reinar la calma, no hay malos augurios ni pesimismo por depresión invernal, sencillamente los referentes con los que nos gustaría imaginar un mejor panorama no se ven, sino al contrario.
El mundo y nuestro país ligan factores que nos ponen el alma en un hilo, aún no hemos encontrado señales de mínima comprensión del gobierno de México sobre la naturaleza y magnitud de la crisis detonada a raíz de la desaparición forzada de los estudiantes de Ayotzinapa, cuando se desata una conflagración en el comercio mundial del petróleo, con un impacto negativo sobre las economías del mundo y, en particular, de países productores como el nuestro, por cuanto debilita los ingresos públicos.
Aflora de nueva cuenta la violencia armada y la inseguridad en Michoacán, mientras que los franceses reciben el impacto de la violencia “terrorista” provocando una reacción que se coloca por encima del duelo y el repudio para articular una respuesta política de los grandes Estados nacionales de Occidente.
El mundo se complica en las confrontaciones por la hegemonía, sin reparar en el castigo que ello representa para las sociedades que, desde los estratos bajos y medios, asimilan los golpes de sus egoístas afanes, crédulos de que esa es su circunstancia y derecho a la manera de condición natural o divina, cuando bien saben que las reglas y sus violaciones son hechuras de ellos mismos como clase o, más aún, como élite dominante, los de abajo deben de aguantar y dar gracias.
Los periódicos de apenas ayer o antier (que importa cuándo, realmente los de todos los días), nos bombardean con noticias delirantes sobre el alto contraste entre de la desigualdad y la cruenta disputa por el mundo, por sus recursos naturales –hidrocarburos, minerales, tierras, agua– ; por sus territorios –Ucrania, Siria, Irak, Afganistán, Gaza, Libia, Malí, Somalia, etcétera).
La recuperación norteamericana como esperanza, y los dramas del hambre y la violencia en Sierra Leona, Guinea, la República Centroafricana, el ébola y las listas de las hiperganancias de los principales mercados financieros y las principales empresas trasnacionales. He ahí el núcleo de las dificultades.
Más no es un problema simple entre pobres y ricos ni una confrontación entre ricos de un lado y ricos de otro, menos aún entre buenos y malos, o lo es, pero no sólo. No es enredo o gatuperio, es una disputa de intereses materiales como punto de apoyo de intereses subjetivos (sistemas de creencias e ideologías), y finalmente de intereses políticos o de poder en tanto que predominio en el que la ciencia, la técnica, las artes y la cultura son sistemáticamente sometidas a la égida del más fuerte, en donde los posibilidades de la ética y la razón, las libertades y los derechos son sojuzgados.
Así, las posibilidades tecnoproductivas y socioculturales que en la era digital ya significan capacidades cinéticas y potenciales de producir un mundo en recreaciones de equilibrio relativo (aunque no exento de contradicciones con-sustantivas a su naturaleza) que podríamos aproximar con relativa prontitud y magnitud universal, se esfuman ante la pertinaz sordidez de los confrontados dueños del mundo.
A pesar de los visibles costos humanos, sociales, ambientales e históricos por cuanto frenan y desvirtúan el devenir de los cambios atacan, invaden, violan y asesinan, y detrás de tan infame oferta se dirigen a nosotros, cínicamente, y nos sugieren tomar partido así nomás autoproclamándose en la condición de buenos tras el hecho de colocar la libertad como bandera, como si al proclamarle pudieran dar cuenta de su existencia y realización teniéndoles como paladines y creadores a ellos mismos.
Hollande, la Merckel, Cameron o John Kerry toman la calle y marchan, o simplemente se pronuncian en contra del acto criminal sin dar cuenta del crimen en masa que cometen, tras agresiones directas o mediante la “austeridad” para proteger al gran capital, de niños, ancianos en Europa misma como refiere Guillermo Almeyra, quien a la vez señala que “todo asesinato es siempre inadmisible y repudiable y no hay para él justificación política ni religiosa alguna. El crimen cometido contra los provocadores arrogantes de Chalie Hebdo no es, por consiguiente, justificable, pero sí explicable. Porque si uno no se explica las razones que llevaron a este horrendo asesinato queda intelectualmente a merced de los ‘guardianes del orden republicano’…”.
El mundo de 2015 se agolpa sumergido en la crisis provocada por el descenso de los precios del petróleo como principal protagonista, y detrás de ello el freno a la liberalización de las nuevas tecnologías como factor de una nueva generación de satisfactores, desarrollo de los mercados y del bienestar, nada de eso, ante todo lo primero es el pago de deudas y la recapitalización del sistema financiero… recalco, no importa que para ello se vayan las generaciones, la vida misma y la historia posible del desarrollo con equidad, ante todo el dinero y el poder, debidamente envueltos con los grandes conceptos de la democracia, la libertad y la justicia con los que todos se camuflan.
Lejos de reconocer esta estratagema de subordinación que nos proponen los líderes del mundo y construir una posibilidad diferente, en México nuestros gobernantes tropicalizan la aberrante circunstancia haciendo “lo mismo pero más barato”. El presidente Enrique Peña Nieto nos pronuncia un discurso de año nuevo donde destaca que “México no puede seguir igual sino que debe de seguir cambiando para bien”. Cómo es eso “…no puede seguir… sino seguir…” no es simple dislate, o cacofonía orto-prosódica, nada de eso, no hay error en el discurso.
El Presidente no reconoce ni el cambio de circunstancia en la nueva crisis mundial del petróleo ni la crisis institucional que se cierne de cara al 2015 electoral. Presupone, o nos quiere hacer creer que el conflicto abierto por los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa fue enterrado porque lo dejó atrás la Navidad y a la par supone que, por retratarse al lado de Barack Obama el día de los Reyes Magos ya colocó al país en un nuevo escenario donde todos estamos contentos porque el recibo de luz vendrá con un descuento del 2.0 por ciento, sólo falta que quiera encabezar la próxima marcha en la que ya no será cuestionado al lado de sus reformas estructurales.
Se equivoca, el problema de Ayotzinapa abrió la denuncia de un estado de descomposición institucional que se fermenta en los terrenos de la desigualdad y la corrupción bajo la modalidad de colusión de los hombres del gobierno y la política con el crimen organizado. Y que se ha abierto una protesta que nos es descontento sino exigencia de cambios verdaderos a favor de la agenda social que presupone educación y empleo, ayuda a los más necesitados y respeto a la dignidad y derechos de las personas, y que eso no es asunto de discursos y palabrerías ni simples juegos mediáticos, sino la construcción de nuevos acuerdos, y el impulso de cambión en la forma y contenido del gobierno.
El contexto internacional marcado por los conflictos y la depreciación del petróleo tendrán repercusiones económicas que colmarán la paciencia y las resistencias de la gente, y pueden exacerbar las condiciones de la crisis interna. No sólo habrá disminución de los ingresos fiscales y estrechamiento de los márgenes de maniobra del gobierno, o mejor dicho, ello se traducirá en atonía del papel del gobierno en el fomento económico, disminución de la dinámica económica prevista, incremento de las tasas de interés, aumento de la deuda y el déficit públicos, inflación y desempleo. Y una circunstancia de este carácter no se puede enfrentar teniendo como contrapartida movilización en las calles y quiebre con el sentir popular, y el margen para reprimir se estrecha y se anula ante la presión internacional de quienes marchan contra el crimen y por la libertad.
Los periódicos más recientes delatan el hallazgo de 70 fosas clandestinas y de más de 80 cadáveres durante la búsqueda de los estudiantes desaparecidos en Guerrero, y a la vez destacan más de 34 mil denuncias de delitos en Michoacán. Y en el nuevo contexto internacional marcado por la guerra del petróleo, la reforma energética es desplazada en sus posibilidades de instrumentación y con ello quedan fracturadas las demás reformas estructurales volviendo a la meta de salida al régimen.
Huelga decir que resulta extravagante más allá del insulto la sobrecarga de propaganda electoral que ahora dejan caer los partidos políticos que han sido descubiertos como cómplices de la corruptocracia y que, de no haber una respuesta política que siente a la mesa a las partes y que produzca transformaciones verdaderas en las políticas y los hombres responsables de llevarlas a cabo, puede llegar a sumarse una crisis electoral a la crisis socio institucional que ya se vive y la crisis económica que se avecina.

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