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Creo que lloro por las muertes que hemos tenido en México: Lila Downs

Jorge Ricardo / Agencia Reforma

Ciudad de México

“¿Y yo con cuál lloro?”. Lila Downs repite la pregunta. “Ah, con muchas, pero últimamente con Cruz de olvido”. Y entonces canta: “Con el atardecer/ me iré de aquí/ me iré sin ti/ con un dolor dentro de…”.
Quienes la escuchan, en una oficina de Sony Music, han de querer que los siga poniendo tristes, pero suelta una carcajada y luego se pone seria: “Creo que lloro por las muertes que hemos tenido en México, porque es una canción de despedida”.
Esa canción se encuentra en su disco, Pecados y milagros, que sacó el año pasado. El 26 de junio saldrá a la venta una edición especial, un CD y un DVD. Antes, el 17, Canal 22 transmitirá, a las 21:00 horas, el concierto que dio en el Auditorio Nacional el año pasado, y esos fueron los motivos de esta entrevista.
Para Pecados y milagros se inspiró en la situación, en la violencia, en México. “¿Qué es el pecado, qué es el milagro? que cada quien lo interprete”, dice. El booklet del disco, con más de 60 mil copias vendidas, contiene una galería de exvotos, esas pinturas populares con las que se agradecen los milagros. “En estos momentos desesperados”, añade Lila Downs, “hay personas que dicen: ‘yo no sé si creo en Dios, pero sí en mis santos’”.
Por ahora lleva a cabo una gira por Sudamérica. A ella le gusta cantar en vivo. Últimamente, dice, no sabe qué pasa, que canta Fallaste corazón (“Y tú que te creías el rey de todo el mundo; y tú que nunca fuiste capaz de perdonar”) y en sus conciertos llora mucha gente. Eso pasa con los clásicos, que los trae uno en la sangre.
Otros clásicos, añade, dicen tantas cosas distintas. “Hay una canción de María Elena Walsh que cantaba Mercedes Sosa y que fue usada por las madres de los desaparecidos políticos argentinos, yo creo que los clásicos son como terapias del pueblo, para tener una voz de lo que está pasando”.
Entonces vuelve a cantar: “Tantas veces me mataron, / tantas veces me morí./ Sin embargo estoy aquí/ resucitando…”. Luego calla, suelta otra carcajada, vuelve a ponerse seria y quienes la oyen quieren que los siga entristeciendo.

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