Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Fernando Lasso Echeverría

Crónica de la desaparición de los poderes en Guerrero

(Segunda parte)

El enfrentamiento entre el gobernador Guevara y el castrejonismo se reflejó en varias medidas tomadas durante esta administración, y en agresiones contra Castrejón que el gobernante plasmó en sus informes de gobierno; en el primero de ellos, el gobernante señaló que al comenzar su gestión se encontró sin material administrativo y con rezago en la atención de los asuntos públicos provocados por el gobernador anterior; que se habían robado el mobiliario de las oficinas de gobierno, por lo que había pedido prestamos para poder laborar. En el tercero, mencionó que los malos hijos del estado de Guerrero –Castrejón y sus simpatizantes– continuaban con su insana labor de desprestigiar su administración. Igualmente, al inicio del gobierno guevarista se derogaron decretos promovidos por Castrejón durante su gobierno, argumentando que eran “anticonstitucionales”.
No obstante la campaña descastrejonizadora emprendida por Guevara y el PNR, las organizaciones sociales originadas durante el gobierno anterior no sólo subsistieron, sino que salvaron su liderazgo radical. En 1933, la Liga de Comunidades Agrarias se incorpora a la Confederación Campesina de México y se afilia al naciente cardenismo. Nabor Ojeda y Feliciano Radilla son ratificados como sus dirigentes.
Durante los dos años y siete meses que duró el gobierno guevarista, fue notable el descenso del reparto de tierras en la entidad, pues este gobernante era un destacado enemigo del agrarismo; como resultado de ello, la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos de Campesinos de Guerrero –surgida durante el gobierno de Castrejón– luchó permanentemente contra esta política gobiernista, quejándose con el gobierno del presidente Cárdenas en cuanto este entró.
Lo cierto fue que Guevara era gobernador callista, y Castrejón amigo personal de Cárdenas de tiempo atrás, y estos hechos facilitaron que el presidente Cárdenas “solucionara el problema” cambiando al gobierno del estado año y medio después de asumir el poder, cuando Cárdenas ya se había quitado de encima el dominio extraoficial de su antecesor, Plutarco Elías Calles.
Al ocurrir su destitución, decidida por la Cámara de Senadores, la actitud del general Guevara fue de rebeldía; el Congreso del estado intentó oponerse a la desaparición de poderes anunciando que instalaría en Acapulco un gobierno interino a cargo del diputado presidente local Rafael Sánchez; asimismo, Elías E. Tapia, secretario General de Gobierno, solicitó al presidente de la República que evitara el atropello a la soberanía del estado, pero todo fue inútil y la desaparición legal de los poderes del Estado de Guerrero –mediante el Senado– fue inaplazable. Guevara fue sustituido por José Inocente Lugo, el primer gobernador constitucional maderista, quien le ganó la elección en 1911 a Martín Vicario.

El general Alberto F. Berber

El gobernador designado para regir el poder Ejecutivo en el estado de Guerrero durante el cuatrienio de 1937 a 1941 fue el general Alberto F. Berber, originario de Chilpancingo según algunas fuentes consultadas, o de Chilapa según otras. Berber, quien se había desempeñado como secretario particular del gobernador Héctor F. López (1925-1928) estaba ligado familiarmente al grupo nerista, pues era tío de las esposas de Eduardo Neri y de Galo Soberón y Parra, quienes eran hermanas y se apellidaban Acevedo; por ello, es de pensarse que este grupo político fundado por el distinguido político guerrerense Eduardo Neri, haya sido el manto protector de Berber, quien se desempeñaba como diputado federal cuando fue designado candidato a la gubernatura del Estado. Su selección como candidato se vio enturbiada por la popularidad del opositor acapulqueño David Arizmendi, quien en los actos de campaña preelectoral antes de la designación del candidato oficial reunía multitudes de simpatizantes; sin embargo, la maquinaria del sistema político mexicano ya estaba bien aceitada y trabajaba con efectividad, eliminando –en forma abierta o encubierta– cualquier oposición.
Con base en el Decreto 1, del 4 de marzo de 1937, Berber Flores fue declarado gobernador electo del estado de Guerrero para el periodo del 1 de abril de ese año, al 31 de marzo de 1941; sin embargo, cuarenta y dos días antes de concluir su mandato, el 19 de febrero, por Decreto s/n de la Cámara de Senadores, desaparecieron los poderes constitucionales del estado y fue depuesto del cargo. Y es que don Alberto, al finalizar su gobierno tampoco pudo evitar la tentación de imponer a su sucesor, aunque en su caso, exagerando un poco, pues quien era su candidato también era familiar cercano suyo. Jorge Joseph, en su libro La jornada se inicia, referente a la campaña para gobernador de Gómez Maganda y sus primeros seis meses de gobierno, afirma que el pretendido sucesor de Berber, el diputado federal Francisco S. Carreto y el gobernador eran medios hermanos. El mismo dato lo repiten el periodista y abogado sonorense Carlos Moncada en su libro ¡Cayeron! –publicado en 1979– y Marcial Rodríguez Saldaña en el libro La desaparición de poderes en el estado de Guerrero (1992).
De hecho, la sucesión de Berber fue un proceso muy tormentoso con consecuencias políticas a corto y mediano plazo, lo cual fue influido tanto por el cambio de gobierno federal, que era ya en ese tiempo avilacamachista, como por los intereses de grupos locales en la sucesión gubernamental. Un año antes de que don Alberto dejara el cargo, mataron en Chilpancingo al líder agrarista –originario de Atoyac– y diputado federal Feliciano Radilla, y su compañero agrarista Nabor Ojeda –ometepecano que se mencionaba como posible sucesor de Berber– sufrió después un atentado contra su vida, que por algún motivo fracasó.
Vale la pena mencionar que el movimiento para dejar a Francisco S. Carreto como gobernador fue muy bien planeado y llevado a cabo hasta sus últimas consecuencias, pues la Cámara Legislativa en turno –la XXXIII– que obviamente era afín al gobernador Berber, declaró a Carreto gobernador electo por mayoría de votos, argumentando además que Catalán Calvo no podía ser gobernador por no haber renunciado a su cargo militar seis meses antes de contender en las elecciones, como lo disponía la constitución, situación que abortó el gobierno federal mediante el desafuero y la destitución del gobernador Berber y la imposición inmediata de Carlos F. Cardoso como gobernador sustituto, quien transmitió el poder al candidato oficialista, el general Rafael Gerardo Catalán Calvo. En este punto, merece mención que los diputados Rubén Figueroa Figueroa y Jesús Muñóz Vergara formaron parte de la triada de candidatos propuesta por Ávila Camacho para suplir interinamente a Berber en la gubernatura.

El licenciado Alejandro Gómez Maganda

A mediados de 1950, la sucesión gubernamental en Guerrero estaba a punto de resolverse. El partido oficial, llamado ya Partido Revolucionario Institucional (PRI) debía decidirse por un candidato; se perfilaban entonces para ello Donato Miranda Fonseca, Rufo Figueroa, Raúl Caballero Aburto, Emigdio Martínez Adame y nuestro personaje, Alejandro Gómez Maganda.
La conjunción de su valor curricular con las grandes corrientes políticas que se formaron en Guerrero para apoyarlo, más su amistad con el presidente en turno provocó que don Alejandro Gómez Maganda fuera seleccionado por el PRI para designarlo su candidato para gobernar del estado en el sexenio siguiente; su destape fue en tres asambleas de los tres sectores del partido oficial a mediados del año mencionado: la CNOP en Chilpancingo (16 de junio), la CNC en Iguala (23 de julio) y la CTM en Acapulco (30 de julio) le brindaron su apoyo. El 6 de agosto le tomó la protesta en Chilpancingo el general Rodolfo Sánchez Taboada, presidente del Partido Revolucionario Institucional en ese momento. En las elecciones de diciembre del mismo año, Gómez Maganda sin oposición alguna fue electo gobernador del estado de Guerrero, y el 1 de abril de 1951 tomó posesión del cargo.
Alejandro Gómez Maganda inició su gobierno bajo los mejores augurios, pues su candidatura gozó de popularidad y había levantado enormes esperanzas de mejoría social en la población guerrerense; su cercanía con el Ejecutivo nacional hacía pensar que los recursos fluirían hacia nuestra entidad –marcadamente rural en esa época– para mejorar la vida de los guerrerenses que mostraban un atraso socioeconómico notable, definitivamente peor que el de la mayoría de las entidades federativas; sin embargo, a pesar de que el gobernador Gómez Maganda empezó su gobierno con éxito, sostuvo un ritmo de trabajo creciente y tuvo buena visión en la organización de su gobierno, creando novedosas organizaciones como la Comisión Forestal y la primera oficina de Turismo, a excepción del puerto de Acapulco, el desarrollo de la entidad fue lento y raquítico.
La misma amistad cercana de don Alejandro con el presidente Miguel Alemán, provocó que definitivamente este gobernador no terminara su periodo gubernamental; don Miguel pretendió reelegirse –lo cual fue rechazado públicamente por varias personalidades como Cárdenas y Ávila Camacho–; después externó que sólo quería “prolongar un poco” su mandato, siendo objetado nuevamente por todo el sistema político nacional, excepción hecha de sus amigos y colaboradores; luego, intenta dejar en su lugar a su pariente Fernando Casas Alemán, que se desempeñaba como Jefe del Departamento del Distrito Federal, cosa que le produjo al Ejecutivo grandes enfrentamientos no sólo ya con el “sistema” sino hasta con la mayoría de los componentes de su gabinete, con quien don Fernando estaba peleado, hecho que le hace retroceder y finalmente decide que lo suceda su paisano Adolfo Ruiz Cortines, secretario de Gobernación.
Gómez Maganda –por su alemanismo incondicional– simpatizaba con las aspiraciones de don Miguel, y lo peor para él y su gobierno fue que, antes de la designación como candidato presidencial de Adolfo Ruiz Cortines, don Alejandro externa públicamente sus preferencias por Casas Alemán, y así le fue; 21 días después de su tercer informe de gobierno, en el cual externó por cierto que “si se le presentaba la grave alternativa de optar entre seguir siendo amigo de Miguel Alemán o separarse del cargo de gobernador, no dudaría un instante en seguir siendo amigo de Alemán”, se declararon desaparecidos los poderes en el estado, siendo suplido por Darío L. Arrieta Mateos, originario de Iguala y que se desempeñaba como Consejero Técnico de la Secretaría de Agricultura y Ganadería. Arrieta, había formado terna con Rufo Figueroa y Alejandro Sánchez Castro.
Antes, Ruiz Cortines había enviado un documento al senado, en el cual argumentaba para solicitar la desaparición de poderes en Guerrero que “Se han presentado innumerables quejas en contra del funcionamiento de los poderes locales del estado de Guerrero, y de las averiguaciones realizadas, se llega al conocimiento del casi total abandono de la función pública por parte del titular del Poder Ejecutivo; de sus frecuentes e innecesarias salidas de la capital y del territorio mismo del Estado; de su incapacidad para corregir situaciones de hecho, de desorden y aún delictuosas; de su marcada preferencia, que el pueblo censura, a favor de los miembros de unas cuantas familias y en perjuicio general; de su despreocupación por los ingentes problemas de la población del campo y de la urbana; y de que con su conducta ocasiona grave desasosiego e inquietud, a los habitantes de la Entidad”. Al poder Legislativo local lo acusaba de secundar al gobernador en medidas perjudiciales, como la pretendida creación de nuevos municipios, lo que había ocasionado, según el escrito, que algunos pueblos buscaran la forma de agregarse a vecindades cercanas; los cargos contra el poder Judicial eran de “impotencia, para cumplir su alta misión”.
Algunos gomezmagandistas pensaron organizar una protesta en Guerrero, pero las fuerzas federales al mando del general Álvaro García Taboada, comandante de la Zona Militar, controlaron enérgicamente la situación, y cuando llegó el nuevo gobernador fue recibido con una manifestación muy bien organizada.

* Presidente de Guerrero Cul-tural Siglo XXI

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