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Rubén Aguilar Valenzuela

Debate: ganadores y perdedores

El análisis del debate debe considerar hacer una clara distinción entre quien tuvo el mejor desempeño y el que realmente lo ganó. Así, se pude tener una buena actuación en esa comparecencia y perderla.
Quien va arriba en las preferencias electorales lo que se propone en ese intercambio es no perder puntos y los que están abajo hacer que caiga el primero y ellos elevar su intención de voto.
Si quien lidera las preferencias electorales no ve reducida su ventaja y los que van abajo no suben eso es lo que realmente establece quién gana y pierde. Eso en independencia de si su desempeño fue bueno o no.
En el debate del pasado domingo quienes tuvieron mejor desempeño fueron Gabriel Quadri (Panal) y Josefina Vázquez Mota (PAN). El primero hizo las mejores y más innovadoras propuestas y la segunda la que planteó las críticas más certeras a sus contrincantes.
El candidato que encabeza las encuestas, Enrique Peña Nieto (PRI-PVEM), tuvo un mediocre desempeño al igual que Andrés Manuel López Obrador (PRD-PT-MC). Los dos, con todo, sortearon las dificultades que les suponía el debate.
Las tendencias electorales después del debate, de acuerdo con las encuestas, no cambian y se mantienen los mismos números de preferencia bruta: Peña Nieto 37.7%; López Obrador 23.2%; Vázquez Mota 22.5% y Quadri 2.2 por ciento (Gea-Isa, 12.06.12). La panista es la única que crece.
Así, el verdadero ganador del debate es Peña Nieto que no ve reducida su preferencia electoral y los perdedores López Obrador y Vázquez Mota, que no logran elevar su intención de voto y quitarle puntos al que encabeza las preferencias de los votantes.
Como se puede ver no hay una relación directa entre el buen o mal desempeño en el debate y la intención del voto. Esta comparecencia es sólo un evento, significativo sí, pero no más que una acción en el conjunto de la campaña.
Los electores que ya tienen decidido su voto siempre ven como ganador a su candidato en independencia de cómo éste pudo haberse desempeñado. El posible efecto del debate se reduce, pues, sólo a los indecisos y por eso mismo sus posibilidades son reducidas.
La historia de los debates a nivel internacional muestra que sólo en raras ocasiones estos logran modificar la intención del voto. Para que eso ocurra se necesitan tres cosas: rehuir; presentarse a la discusión; que alguien lo haga excepcionalmente bien en comparación con los otros o particularmente mal.
Los cuatro candidatos en el debate pasado no se sitúan en ninguna de estas tres condiciones y eso explica que, en muy buena medida, éste no hubiera influido en las preferencias   electorales. La historia muestra que si el debate logra impactar lo hace de manera inmediata y su resultado no se ve en un proceso de días o semanas.
Así, las primeras encuestas después del debate son las que revelan si hubo o no un cambio en la intención del voto. Las que ya se conocen, como lo decíamos antes, no registran ninguna variación. Esa y no otra es la realidad.

Twitter: @RubenAguilar

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