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El candidato sin grupo

La carrera política de Héctor Astudillo Flores (Chilpancingo, 1958) inicia en los tiempos en que los cuadros priistas se formaban en las escuelas de oratoria y en el Frente Juvenil Revolucionario.
En el optimismo que se genera en el boom petrolero durante el gobierno del presidente José López Portillo (1976-1982), y en los gobiernos egresados de la Revolución.
Sus amigos de juventud le recuerdan en el activismo en las filas del sector juvenil priista, aunque sus credenciales son las de pertenecer a las familias tradicionales de Chilpancingo, esas que son de imprescindible alianza para los gobernadores que se llegan a establecer a la capital y nutren los principales puestos de la burocracia estatal con apellidos como Calvo, Catalán, Leyva o Astudillo.
Aunque estudió derecho en la UNAM, tan pronto termina regresa a Guerrero. En 1987 es secretario particular del alcalde de Chilpancingo, Florencio Salazar Adame, y se puede decir que ya propiamente es parte de un grupo político, el ruizmassieísmo.
Relación que se reforzaría en 1992, cuando pasa a ser secretario particular en el último año de gobierno de José Francisco Ruiz Massieu. Antes, en 1991, es por cinco meses encargado de despacho de la alcaldía, en el periodo de Efrén Leyva Acevedo.
Una característica en la vida política de Astudillo Flores es que a pesar de haber participado en diversos gobiernos y con varios grupos políticos, propiamente no es identificado con ninguno. Es más, tampoco cuenta con una corriente propia en el priismo. No hay un astudillismo y sí alianzas coyunturales que le han permitido ser tres veces diputado local (1994-1996; 1999-2001 y 2012-2015); dos veces alcalde de Chilpancingo (1999-1996 y 2009-2012), senador (2000-2006) y candidato del PRI al gobierno del estado en el 2005.
Otra característica de esta carrera política es que el ligar tantos cargos le ha impedido concluir su desempeño en aquellos para los que fue elegido. En términos de la picaresca política, sería un chapulín.
Héctor Astudillo también es el primer candidato del PRI que pierde una elección de gobernador del estado, en febrero del 2005 ante el candidato del PRD, PT y Convergencia, Zeferino Torreblanca Galindo.
En esa ocasión el PRI decidió a su proceso de selección a partir de una candidatura de unidad, consensada por el gobernador saliente René Juárez Cisneros, con los ex gobernadores Rubén Figueroa Alcocer y Ángel Aguirre Rivero, decisión que acataron los también aspirantes Héctor Vicario Castrejón y Manuel Añorve Baños, siendo este último su coordinador de campaña.
Pierde pese a que el PRI se ahorró la disputa interna que en la campaña de 1999 casi le hace perder la elección ante el candidato perredista Félix Salgado Macedonio (48 por ciento de los votos para René Juárez, 46 para el PRD); que ese 2004 tuvo a su candidato definido desde marzo, y que el PRD, que sí se enfrascó en una conflictiva elección interna ente Zeferino Torreblanca y el extinto Armando Chavarría Barrera, lo definió hasta agosto.
Y pierde además por una amplia diferencia: Torreblanca Galindo le saca 13 puntos de ventaja (55 puntos ante 42).
Después de esa derrota del priismo, Astudillo regresa en el 2009 como candidato del PRI a la alcaldía de Chilpancingo, que gana, cargo al que vuelve meses antes de concluir su periodo para ser el coordinador estatal de la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto en las elecciones de 2012.
Otra característica de Astudillo es que es poco dado al protagonismo y a engancharse en los pleitos internos del partido. El “dejar hacer” le ha permitido sobrevivir a las purgas y a salir a la banca de desempleados. Esa falta de definiciones de grupo lo llevó a ser considerado en 2011 entre los posibles candidatos externos del PRD al gobierno del estado, escenario que rechazó tibiamente.
Recién como diputado local, hace poco más de un año, renunció a la coordinación de los diputados locales del PRI tras que su compañero de bancada, Rubén Figueroa Smutny, lo acusara de haber pedido al entonces gobernador Ángel Aguirre Rivero dinero a título personal para el ayuntamiento de Chilpancingo, en una reunión en la que sólo se tratarían temas legislativos.
Astudillo acusó el golpe y eludió confrontarse directamente con su compañero, renunciando al cargo de coordinador. Al fin, evitó el pleito con el figueroísmo, que se espera que al final de cuentas lo respaldará como candidato al gobierno del estado, pese al evidente semblante de molestia que nunca abandonó a Cuauhtémoc Salgado, el favorito de este grupo para la candidatura, en la ceremonia de registro de la precandidatura única de Astudillo.
Está casado con Mercedes Calvo, de una familia influyente de Chilpancingo que influye asimismo en el ahora precandidato único, y tiene dos hijos: Héctor Javier Astudillo Calvo, de 30 años, y Ricardo Astudillo Calvo, de 25. (Redacción)

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