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Los rodeamos y no los dejamos pasar, porque iban a reprimir a nuestros compañeros de Petaquillas

Retienen en El Ocotito a 150 policías federales y llegaron a negociar sus jefes Espartaco y Goliat. Antes, vecinos catearon los cinco autobuses policiacos y encontraron pipas con mariguana en el compartimento de maletas. “Fuera el gobierno corrupto”, “bola de ratas”,  pintan los pobladores en los camiones blancos que tuvieron cercados nueve horas

 

Lenin Ocampo Torres

El Ocotito

De pronto el  hombre de más de 1.90 de estatura apareció en el población del Ocotito y con un tono retador exigió la entrega de un grupo de policías federales que estaba retenido por cientos de personas que exigían la liberación de dos policías comunitarios del Frente Unido para la Seguridad y el Desarrollo del Estado de Guerrero (FUSDEG), que habían sido detenidos por miembros del Ejercito mexicano en uno de los nuevos retenes instalados en el Valle.
El hombre, vestido de azul marino, chaleco táctico y rodilleras de protección, no pasó inadvertido entre la población que minutos antes del medio día detuvo cinco camiones de la Policía Federal, que pasaban frente a la base Comunitaria. “Es Espartaco”, fueron los primeros gritos de la muchedumbre.
José Luis Solís López,  que se ha presentado  como “comandante Espartaco” arribó en una patrulla junto con Ulises Mendoza López, Comisario en jefe de la Policía Federal y otro elemento más, para intentar que dejaran pasar a sus más de 150 elementos que viajaban en cinco camiones.
“Llegó encabronado y  amenazante, amenazó que se iba a llevar a su gente a como diera lugar”, explica un comunitario que se encontraba vigilando en ese momento la base.
Según versiones de la población, los federales viajaban rumbo a Petaquillas, donde pretendían desalojar un bloqueo de los pobladores de esa localidad de Chilpancingo, que en esos momentos tenían bloqueada la carretera con la misma exigencia de la libertad de los dos comunitarios del FUSDEG, detenidos por la mañana en un retén militar.
“Apenas se andaba juntando la gente, pero nos cayeron como anillo al dedo, los rodeamos y no los dejamos pasar, porque iban a reprimir a nuestros compañeros de Petaquillas”, señala el mismo comunitario que utiliza un arma hechiza para vigilar la base.
Los cinco camiones de color blanco fueron rápidamente rayados con consignas que exigían “la salida del Ejército”, que acusaban a los federales de “bola de Ratas”, que preferían “a la policía Comunitaria”, que amenazaban con “el Ojo por Ojo” y que pedían “fuera el gobierno Corrupto”.
Dentro de los camiones, lo federales se encontraban encerrados, bajo el calor intenso del Valle del Ocotito, puesto “que no les dieron chance de prender los camiones para que ocuparan el aire acondicionado”, explicó un joven de 15 años que se encontraba vigilando uno de los camiones con un palo de madera listo “para usarse si se requería”.
Antes de la llegada del comandante Espartaco, la población se dio el lujo de catear los camiones, dentro de los compartimentos para maletas y en sus pertenencia encontraron “pipas con mota” que para la mayoría de los que se encontraban ahí la “utilizan para andar bien arriba en los desalojos”, que se han dado en la capital.
Pasado el medio día los mandos federales que llegaron a la localidad para exigir el paso de sus camiones, tuvieron que escuchar los reclamos de las personas que se encontraban protestando sobre la cartera federal Chilpancingo-Acapulco.
José Luis Solís y Ulises Mendoza o jefe Goliat (como decía en su gorra), fueron invitados a sentarse en unas bancas afuera de la base de la Policía Comunitaria, donde fueron rodeados por civiles y fotografiados con celulares de decenas de personas que incrédulos veían la retención del hombre que ha encabezado los desalojos de la Autopista del Sol contra la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación (CETEG).
“Al principio llegó un poco retador, pero cuando ya vio a la gente movilizada cambió su carácter, aunque el que manda es el otro (Ulises Mendoza)” que durante varias horas no dejaba de marcar y recibir llamadas en su celular.
En efecto, Ulises Mendoza se presentó como comisario en jefe de la Policía Federal y la mayor parte de la retención se la pasó al teléfono, ordenando y en ocasiones recibiendo órdenes.
“Sí mi general, sí, ellos piden que liberen a sus compañeros y se repliegue el Ejército”, explicaba a su interlocutor frente a los pobladores que lo acompañaban en su retención.
Al mismo tiempo el conocido Espartaco, bonacheaba con la gente que les reclamaba el actuar de la Policía Federal.
“Aquí, ellos (los federales) están con el crimen organizado, en lugar de protegernos nos chingan, por eso salieron las comunitarias para dar protección a los pueblos”,  expresó una señora que estaba frente a los mandos federales.
Mientras, Mendoza seguía al teléfono tratando de destrabar el conflicto que se generó  por la detección de dos comunitarios que se dirigían al poblado de Petaquillas.
A la 6 de la tarde, luego de varias horas de plática y negociación, los mandos federales fueron invitados junto a los medios por un pequeño grupo de promotores del FUSPEG, a una reunión más cerrada frente a la base en el terreno conocido como El Mangal, donde siguieron las llamadas “a México” y se firmaron compromisos como la “entrega de armas y el vehículo” que les fue quitado a los comunitarios que ya habían sido liberados.
Visiblemente fatigados y sudorosos, Espartaco y el jefe Goliat, lograron llegar a un acuerdo con mandos de “arriba” para que pudieran ser liberados.
Entre los acuerdos estaba mover las fuerzas federales que se encontraban cerca del Ocotito para actuar ante un posible operativo para rescatar a los policías; dejar que pasaran seis grupos de comunitarios (de diez personas) para Petaquillas para reforzar el poblado ante la amenaza de que Los Ardillos irían atacar a sus compañeros y una reunión para el martes en Acapulco con funcionarios de la Secretaría de Gobernación federal.
Luego de firmar el comisario de la federal  y los promotores del FUSDEG los acuerdos, fueron dejados en libertad a las 9 y media de la noche, y el hombre de más de 1.90 que  se pone el nombre del esclavo tracio que llevó una de las rebeliones más importantes contra la imperio  Romano, abandonó el Valle del Ocotito, en uno de los cinco camiones que fueron retenidos nueve horas por una multitud de pobladores que exigen al gobierno el respeto a la Policía Comunitaria, la forma de autodefensa contra el crimen organizado que tienen, para dar la seguridad que el gobierno no garantiza.

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