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Adolfo López Mateos fue el hijo secreto de un aristócrata español de ideas liberales, afirman

*Gonzalo de Murga y Suinaga fue padre biológico del ex presidente, y no el mexicano Mariano Gerardo López, quien le dio su apellido, dice profesora de la Universidad Iberoamericana

Silvia Isabel Gámez / Agencia Reforma

Ciudad de México

Gonzalo de Murga y Suinaga fue el secreto mejor guardado de Adolfo López Mateos. Este aristócrata español de ideas liberales, amigo de Miguel de Unamuno y Amado Nervo, era su padre biológico, y no el mexicano Mariano Gerardo López, quien le dio su apellido.
El empresario y poeta nacido en Markina, Vizcaya, en 1869, conoció a Elena Mateos Vega cuando ambos estaban casados. Su romance fue clandestino.
Regina Santiago, nieta de Gonzalo y actualmente profesora de la Universidad Iberoamericana, piensa que los unió la literatura, pues Mateos escribía también poemas, que publicó en el libro Corazón de cristal.
López falleció en 1915, cuando Adolfo tenía 7 años. En una carta fechada el 26 de noviembre de 1927, De Murga escribe a su primogénito Gonzalo: “Tuve varios hijos. Murieron unos. Viven otros, ya formados, con apoyos familiares que no hacen imprescindible mi sostén”.
Y agrega: “Quiero mucho, con particular dilección, a Esperanza y Adolfo López Mateos, de 21 y 19 años. (…) Son inteligentes y buenos. Quiera Dios que Esperanza sea feliz. Tal vez Adolfo conquiste un nombre en el foro y en las letras”.
En respuesta a esta carta, el 24 de diciembre, su hijo escribe desde Biarritz: “Te prometo, también, ayudar, moral y materialmente, en la medida de mis fuerzas, a tus otros hijos, Esperanza y Adolfo”.
El entonces futuro presidente Adolfo López Mateos conoció primero a Gonzalo como su padrino, un lejano benefactor que apoyaba su educación. En una postal de 1920, que Regina Santiago reproduce en su biografía Gonzalo de Murga y Suinaga. Un Quijote en México (Porrúa, 2005), López Mateos le envía sus calificaciones y firma: “Te manda un abrazo tu ahijado / Adolfo”.
Gonzalo emigró a México en 1888, tras recibir la herencia familiar que le correspondía. Usaba monóculo y un bigote a la káiser. Se sabía seductor, y disfrutaba desplegar su ingenio con las mujeres.
El periodista Telésforo García lo introdujo en el Liceo Altamirano, junto a los principales intelectuales del Porfiriato. En 1892, De Murga se casó con la mexicana Dolores Huguenin-Virchaux, madre de su primogénito Gonzalo, el único hijo que llevó su apellido. Ambos se embarcaron en 1906 rumbo a Europa.
En su libro A cartas vistas, el poeta defiende el amor libre como una conquista del ideal anarquista. Regina recuerda en su biografía una conversación con su abuela Dionisia García sobre la numerosa descendencia del español. La suma de sus “ahijados” rondaba la docena.
Con Elena Mateos, le contó su abuela, tuvo un primer hijo, que murió, y luego a Esperanza y Adolfo. Dionisia, que era ama de llaves de Gonzalo, le dio tres hijas: Elvira, fallecida a corta edad, Paz Margarita y Martha Josefina, madre de Regina.
Gonzalo fundó con su socio Antonio Barrios la empresa Barrios & Murga, que adquirió el Ingenio de Santo Domingo, en el Istmo de Tehuantepec. Allí se recluyó en marzo de 1914, un año después de su ingreso a la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.
En entrevista desde España, su bisnieto Xabier de Murga plantea que en la última conferencia que ofreció antes de irse a Oaxaca, Un epicúreo, están las razones de su marcha. Gonzalo se vale de su alter ego Pepe Íñiguez para aludir a la traición de amigos poetas y al “huracán revolucionario” que colocó en bandos enemigos a sus compañeros del Liceo Altamirano.
Las crónicas familiares sitúan a López Mateos en 1926 en el Ingenio de Santo Domingo. Visitó a su padre de camino a Guatemala, junto a su amigo Luis Méndez.
Tres años después, tras una fuerte discusión, Gonzalo decretó la “muerte espiritual” de Adolfo. “Pudo ser por ciertos reproches sentimentales y económicos de Adolfo a mi bisabuelo, motivados por ‘celos’ hacia mi abuelo”, afirma Xabier.
En 1934, Gonzalo es asesinado. Al despuntar el alba del 28 de junio, lo matan de dos disparos, en un hecho atribuido a conflictos sindicales. Es enterrado en el Panteón Francés de La Piedad. Del ingenio, la familia de Regina Santiago rescató objetos, fotografías y el archivo, que después envió a su hijo a España.
La profesora mexicana recuerda que en su casa había una foto de López Mateos con la banda presidencial. “Es tu tío”, le dijo su madre, media hermana del político mexicano. “Para nosotros no había duda del parentesco”, afirma.
Doña Martha también le contó que lo visitó cuando era secretario del Trabajo, y que volvieron a reunirse cuando asumió la Presidencia, en 1958. López Mateos nunca se refirió a Gonzalo como su padre, pero que a ella le dio trabajo como asistente de Teodolito Gregori, secretaria de Humberto Romero, su secretario particular.
“Después, Adolfo le completó a mi mamá el dinero que necesitaba para comprar un departamento en la calle de Manzanillo. No fue un préstamo, sino un regalo”, destaca Regina.
En el prólogo a su biografía, el escritor oaxaqueño Andrés Henestrosa se refiere a López Mateos como hijo de Gonzalo. “Muchos conocían parte de la historia”, escribe, “pero todos al unísono callaban”.
Mario Moya Palencia, colaborador de López Mateos, escribió a Regina una carta en 2005 donde afirmaba que se enteró de que Adolfo y Esperanza eran hijos de Gonzalo por “allegados” del político, y por el editor y poeta Octavio Novaro.

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