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Federico Vite

Cartografía breve

La personalísima obra del italiano Italo Calvino inicia con una novela realista llamada El sendero de los nidos de araña. Publicada en 1947, este libro de 180 páginas incursiona en el neorrealismo, ese movimiento que tuvo como punta de lanza a diversos directores cinematográficos en la posguerra, pero que también fermentó el trabajo de muchos escritores. Esa novela, indica Calvino, corresponde más a un estado de ánimo que una propuesta estética. Para él era perentorio agrupar las voces periféricas de Italia, mostrar el clima opresivo de esa época. Italo fue enlistado en las filas del ejército y, después de desertar, luchó junto a los partisanos por la liberación de Italia. Sus padres fueron secuestrados por los alemanes. No es casual que el también autor de Las cosmicómicas tuviera la necesidad, y el compromiso, de escribir un libro en el que retratara esa época. “Con mi primera novela, confiesa, quería escribir algo muy parecido a ¿Por quién doblan las campanas?, pero a la vez trataba de recrear algo similar a La isla del tesoro: el resultado fue éste. Quien comprendió en seguida todo lo que yo quería fue Pavese”, refiere Calvino y señala: “Tal vez el primer libro es el único que cuenta y la oportunidad de expresarse se da sólo una vez. El nudo que llevas dentro lo desatas una vez o nunca más”.
El sendero de los nidos de araña muestra la sordidez de las callejuelas, los escenarios de pobreza y mendicidad por excelencia; describe las cárceles atiborradas de presos políticos. Exhibe la melancolía de personajes que asisten religiosamente a las tabernas para explayar su pesimismo. De entre todos ellos, los alicaídos del mundo, Pin, un chiquillo precoz que busca en las calles los clientes para su hermana prostituta, roba la pistola de un marinero alemán y la oculta en un sitio conocido como los nidos de araña. Es detenido e interrogado por los alemanes, quienes lo envían a la cárcel; pero logra escapar siguiendo a un comunista llamado Lobo Rojo. Pin se instala en las montañas, junto a otro personaje típico de la época: un solitario partisano llamado Primo. El arma reaparecerá de una forma que ni Pin ni el lector esperan.
Treinta y dos años después de la primera novela, Calvino publica Si una noche de invierno un viajero (1979) en la que reúne diez inicios de novelas que en conjunto ofrecen una visión circunscrita de la biblioteca personal de este autor. La voz de este Calvino se interesa más por la vida oculta y académica de los relatos; desmonta los textos y descubre mecanismos que permiten renovar, dialogar con otros textos, las historias de siempre con un nuevo maquillaje. Para muchos académicos, Si una noche de invierno un viajero es el ejemplo categórico de la literatura posmoderna. El documento posee vasos comunicantes con otros libros, diálogos acalorados
entre las partículas que forman el universo personal de Calvino. El autor nos ofrece, en el capítulo VIII, una tesis sobre el trabajo esencial del escritor. El personaje que narra es Silas Flannery: “A veces pienso en la materia del libro que debo escribir como algo que ya existe: pensamientos ya pensados, diálogos ya pronunciados, historias ya ocurridas, lugares y ambientes vistos; el libro no debería ser sino el equivalente del mundo no escrito traducido a escritura. Otras veces en cambio me parece comprender que entre el libro que debo escribir y las cosas que ya existen puede haber sólo una especie de complementariedad: el libro debería ser el contrapunto escrito del mundo no escrito”.
En Si una noche de invierno […], Calvino define su obra como un constante salto entre géneros y temas. Es un escapista que fusiona sus intereses en las estructuras de relatos antiguos, pero la magia de su chamba no sólo radica en usar los moldes de otros para llenarlos con historias recientes, sino en la reflexión constante sobre la literatura desde la literatura, porque como bien refiere este hombre que se interesó por crear una poética de la glosa literaria: “La lectura es una operación discontinua y fragmentaria […] En la extensión de la escritura la atención del lector distingue segmentos mínimos, uniones de palabras, metáforas, anexos sintácticos, tránsitos lógicos, peculiaridades léxicas que revelan una densidad de significado sumamente concentrada. Mitos y misterios consisten en granitos impalpables como el polen que queda en las patitas de las mariposas; sólo quien ha entendido esto podrá esperar revelaciones e iluminaciones”, detalla el autor en voz de sus personajes, casi al final de este libro que condensa varias de las pasiones de Calvino; en especial, la fabulación como hiedra.
Cuando uno pone en perspectiva varios títulos de este autor, nota el recorrido creativo; por ejemplo, utilizó la alegoría como recurso esencial en las novelas El caballero inexistente y El vizconde demediado (1952-1959); en Las cosmicómicas (1965), Tiempo cero (1966), Si una noche de invierno un viajero (1979) y Mr Palomar (1983) mezcla intereses aparentemente disímbolos (literatura fantástica, metaliteratura, especulación metafísica y curiosidad científica) con resultados insospechados. Que tengan buen martes.

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