Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Eduardo Pérez Haro

La incertidumbre se despeja

(Segunda y última)

Todavía no se abría la crisis de los precios del petróleo con todas sus implicaciones cuando la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa detonó un movimiento de resonancia internacional debido al desvelo de la complicidad de gobernantes y delincuencia organizada, donde la PGR reconoce, en la expresión de uno de sus propios funcionarios, que la única diferencia entre unos y otros radica en su credencial de identificación; pero con una extensión a nivel nacional y en los tres niveles de gobierno, el movimiento cuestiona este plano de deterioro del país y del papel del Estado en la economía y la política.
El Presidente dice que él no otorga contratos en referencia a que él no hace concursos y que la Casa Blanca la pagó su esposa con sus ahorros, al igual que el Secretario de Hacienda, y creo que nadie, nadie le reclama que trabaje, que ahorre y que tenga casas lujosas, departamentos suntuosos en el extranjero y que viaje en jet privado, nada de eso es delito, pero que lo haga a cambio de favores con los proveedores de la obra de gobierno es lo que denota un trabajo sucio que no es digno de aplaudirse como él quisiera.
Lo que le reclama la opinión pública de México y del extranjero es la impunidad, la complicidad de los hombres de gobierno en crímenes y negocios ilegales, el beneficio personal a cambio de favores y jugosas ganancias de “proveedores”, y si la ley no lo sanciona porque no lo tiene contemplado, pues entonces la ley está mal, y eso no es lo que se espera de un gobernante, sino lo contrario; la gente lo tiene claro, y eso es lo que está cuestionando en las calles de México y de muchas ciudades del mundo. El problema nacional está claro, el cuestionamiento del gobierno está claro y el descrédito del Presidente está claro.
Ahora con el nombramiento de Virgilio Andrade, singular militante del PRI, decía un analista por televisión, “crea un nuevo conflicto de interés para resolver un conflicto de interés”, pide a un panegirista que le supervise. Como consignó la prestigiada revista The Economist, “el Presidente no entiende que no entiende”, y así, sin más, sin perspectiva para la reforma energética, sin plan B, sin decoro a la investidura de presidente de la República, se exhibe a la manera de un presidente municipal que también hizo gala de propiedades como saldo de su estancia en el gobierno y su desdén por sus críticos y opositores. La soberbia se instala en la jefatura del poder Ejecutivo y apuesta al desgaste del movimiento estudiantil-popular que de suyo la tiene complicada y no es fácil de resolver, pues el régimen de gobierno no se dispone al diálogo y sí en cambio se dirige al montaje de un proceso electoral. Pareciera que no le importa ya la calidad del proceso sino el cruce del trámite.
El descrédito de los procesos electorales viene en curso dado por la crisis de la institución de gobierno y de la clase política en las que se inscriben los partidos políticos, no hay bases para suponer que haya un ánimo de ir a votar y podríamos tener unos comicios muy disminuidos, por supuesto que eso abonaría en el descrédito institucional ahora alcanzando a las elecciones mismas que, en otras palabras, perfila la obsolescencia del entramado democrático precisamente cuando ya no es representativo.
Los movimientos sociales y, en particular el que se escenifica en México hoy, tendrán que templar sus fuerzas, fortalecer su condición organizativa y desdoblar los contenidos de su táctica y estrategia, porque nadie puede advertir en qué grado y calidad pueda conquistar cambios de fondo en la política y las instituciones que hoy se requieren pero debe de asumir fuera de toda aventura el peso de las exigencias que provienen de un mundo en dificultades y un país mermado por debilidades acumuladas y la corruptcracia.
El movimiento se reúne, trabaja y avanza, pero también se degasta y no puede desestimar la importancia de hacerse cargo de una discusión y una definición de políticas de gran envergadura, no sólo son reclamos sino que es menester dotarse de los contenidos del diálogo y de la fuerza de respaldo social como corresponde a toda negociación, las partes, aún con los cuestionamientos que se hacen para unos y otros, ambas son importantes en el debate y en la negociación. Volvemos a la pregunta ¿el movimiento puede modificar la situación actual y contribuir a inscribir a México en un mejor rumbo? La respuesta es sí, sí puede pero para lograrlo tendrá que crecer y ser mejor y más fuerte en todos los planos de su quehacer, pues de lo contrario no podrá.

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