Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Héctor Manuel Popoca Boone

Corrupción y clientelismo
con los fertilizantes

 

Hace poco más de 20 años, dio inicio el programa gubernamental de subsidio a la adquisición de fertilizantes en Guerrero como un apoyo gubernamental a la siembra de maíz, frijol y calabaza. La instrumentación de este programa compensatorio se debió al desplome del precio de esos granos básicos a resultas de la apertura indiscriminada de las fronteras para su libre importación, lo que provocó una competencia desleal y ruinosa a campesinos de temporal.
Lamentablemente, este programa nació teñido de corrupción (¿cuál no?).  Las buenas y malas lenguas decían que había intereses económicos del gobernante en turno (Rubén Figueroa Alcocer), que se autocompraba al ser, presuntamente, accionista (con prestanombres, por supuesto) de una de las dos fábricas nacionales. Por eso, entre otras causas, dispusimos su municipalización años después. Lamentablemente, la corrupción centralizada se descentralizó a la mayoría de los ayuntamientos. ¡Uf!
Hoy en día, en la adquisición del fertilizante, alrededor de un 70 por ciento de los presidentes o tesoreros municipales exigen a los proveedores un moche por la compra. La calidad del producto deja mucho que desear en algunos municipios. El programa también ha servido para el clientelismo político, practicado por una parte importante de los ediles y los políticos en tiempos electorales, así como por algunos líderes de ciertas organizaciones campesinas que también lucran con él año con año. En pos de mantener la gobernabilidad, esta irregular situación ha sido tolerada y no enmendada.
Los ayuntamientos y líderes inscriben más hectáreas de las posibles en el programa; por ejemplo, en 2013 el Inegi reportó 468 mil hectáreas elegibles, el programa atendió 551.6 mil hectáreas, es decir, 83.6 mil más; beneficiándose 33 mil 440 productores nylon adicionales. De tal suerte que, a más compra mayor lucro en el moche, a través de la anómala y ficticia ampliación anual de hectáreas y beneficiarios. Indebidamente, el programa también se expandió a otros cultivos. Furtivamente apoya, incluso, la siembra de amapola y mariguana.
Con el pasar de los años, el financiamiento compartido quedó en 2013 estructurado con 35 por ciento (160 millones de pesos) que aporta el gobierno estatal; 50 por ciento (650 millones de pesos) los gobiernos municipales  y 15 por ciento (193 millones de pesos) los productores. El presupuesto total del programa de fertilizantes fue de mil 3 millones de pesos.
Los fondos para la compra de fertilizante por parte de los ayuntamientos, provienen de los  recursos federales del ramo presupuestal 33, que les son transferidos para realizar principalmente obra pública. Las reglas de operación de dicho ramo indican que solo pueden destinar hasta un 15 por ciento. La mayoría de los presidentes municipales no han respetado la norma y destinan una mayor cantidad de dinero. En promedio estatal destinan un 83 por ciento del total del ramo 33. Y lo seguirán haciendo en 2015, que es Año de Hidalgo y a la vez de campañas electorales; no les importan las amonestaciones o sanciones que puedan hacerles la Auditoría General del Estado o la Auditoría Superior de la Federación.
Ante la necesaria disciplina presupuestal, es procedente sanear el programa de subsidios al fertilizante realizando una verdadera depuración en el padrón de productores para que realmente queden los que son, y también un ajuste a la baja en el número de hectáreas para que permanezcan las que verazmente se siembran con maíz, frijol y calabaza, en este ciclo primavera-verano.

PD1. En política, importa mucho analizar cómo se ligan las cosas que aparentemente están inconexas para no quedarse fuera de la jugada o para evitar que de repente le retiren la escalera.
PD2. El queso se reparte desde arriba. Los ratones hacen cola e intentan negociar; para después aceptar, sin patalear, lo que les toque.
PD3. De nuevo tengo que vivir permanentemente dentro de una tienda de campaña en las oficinas donde trabajo en el Palacio de Gobierno. Un novel secretario de despacho pretende desalojarme de ellas. ¡Para los seis meses que quedan de gobierno! ¡Uf! ¡Uf!

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