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Rememoran en Zitlala sus pobladores el antiguo ritual de golpearse hasta sangrar

*Asiste el gobernador a la tradición nahua que coincide con la víspera del miércoles de ceniza católico y el carnaval

Luis Daniel Nava

Chilapa

Este martes de carnaval, pobladores de Zitlala a puñetazos, sudor y sangre rememoraron un ancestral ritual.
El gobernador interino, Rogelio Ortega Martínez, se retiró al ver los primeros combates en la explanada de la cabecera, ante cientos de espectadores.
Ayer, los habitantes, hombres, mujeres y niños de la cabecera y sus principales barrios y comunidades, vestidos con faldas de acatecas, sombreros y gafas se trenzaron a puñetazos en la plaza principal de Zitlala, como parte de la ancestral tradición.
Según los cronistas, en los tiempos de Moctezuma Ilhuicamina, sus guerreros tenían que pasar a la población de Zitlala, antes de llegar a la provincia de Chilapa.
En su paso por Zitlala, los pobladores eran víctimas de despojos de sus cosechas y de abusos de sus mujeres por lo que los pobladores decidieron autodefenderse de sus saqueadores.
Los pobladores planearon estratégicamente ponerse una nahua, una blusa y cubrirse el rostro para que al aviso del sonido de un tambor, defenderse.
Los hombres lograron evitar los saqueos después de una sangrienta lucha por su territorio.
Existe otra versión de que los hombre de los barrios no podrán pretender a las mujeres de otro barrio ajeno.
Ayer, niños desde 5 años de edad, niñas, mujeres, jóvenes y adultos mayores revivieron esta singular tradición nahua que en el catolicismo coincide con la víspera del miércoles de ceniza.
A esta tradición, Rogelio Ortega, quien sustituyó al gobernador Ángel Aguirre defenestrado por la presión social por la masacre y desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, fue invitado el domingo pasado por el alcalde perredista Francisco Tecuchillo Neri.
El gobernador llegó a la cancha del DIF local a las 3 de la tarde; cuando le sirvieron mole rojo y tamales puso en apuros a las mujeres que le servían al pedir para comer “cubiertos”.
“Cuchillo, quiere cubiertos el gobernador”, llegó a gritar una mujer a donde servían el mole que tradicionalmente los vecinos lo comen sin tenedor, cuchillos ni cucharas.
De ahí el gobernador subió a pie hasta la plaza de Zitlala.
Luego de que los peleadores, predispuestos a mostrarle al gobernador el ritual, éste optó por irse de Zitlala.
Alcalde, ¿esto no se va a salir de control?, peguntó Rogelio Ortega cuando vio a unos de los peleadores sangrar de la cara por los golpes.

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