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El Estado es el primer agresor de las defensoras de derechos humanos, dicen dos investigadoras

*Presentan el libro Defensoras somos todas, en el Centro de Investigaciones de la UAG en Chilpancingo

Las investigadoras Paloma Estrada Muñiz y Juliana Quintanilla de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos (Cidh-Morelos) presentaron el libro Defensoras somos todas, un diagnóstico “que forma parte de la primera etapa de un modelo de atención a la violencia contra las mujeres defensoras de defensoras de derechos humanos”.
A las 12:45 de la tarde fue presentada la investigación en el Centro de Investigaciones de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), e informaron que permite conocer el tipo de violencia que enfrentan las defensoras de derechos humanos. Se describen las organizaciones en las que trabajan, los puestos que ocupan, su edad, los temas que documentan, difunden y cuándo fueron violadas sus garantías.
Durante la presentación, Paloma Estrada enfatizó que el primer agresor al que se enfrentan las mujeres defensoras es el Estado, al que tienen que enfrentar dentro de sus propias instituciones.
“El primer agresor es el Estado, y hay tipos de violencia que ejercen hacia las mujeres como violencia psicología, va de muchas formas desde las amenazas como torturas, desaparición, difamaciones”, agregó.
Una amenaza a una defensora se debe de tomar de manera seria, porque la mayoría de las veces se cumple, por lo que se debe de estar alerta, afirmó.
El diagnóstico presenta algunos hallazgos respecto a amenazas recibidas ante un hecho violento, el tipo de violencia y su ámbito, si el hecho involucró a más de una activista, y además muestra información sobre personas agredidas.
El trabajo fue apoyado por el Fondo Noruego para los Derechos Humanos, una organización internacional que se enfoca en ayudar en países con alto riesgo en contra de las defensoras, como Colombia, Afganistán e Irak, y ahora México.
“Esta investigación nos dejó ver que hay otro factor importante que no debe de ser desdeñado en la violencia contra las defensoras, visto desde las misma sus instituciones”, agregó.
Recordó que las defensoras no sólo son víctimas de violencia infringida por organismos del Estado, también dentro de las organizaciones donde laboran, por lo que aseguró que el diagnóstico será una herramienta útil para ellas.
Las investigadoras coincidieron en la necesidad de que se vigile la violencia que se registra en las instituciones de defensa de derechos humanos, pero el reto que enfrentan es saber cómo hacerlo.
Juliana Quintanilla agregó que los años más violentos han sido el 2011 y 2013, aunque el diagnóstico tiene como muestra 22 estados, pero hace falta tener lo del resto del país.
El informe y diagnóstico se organiza en cinco partes: la primera habla de los derechos humanos de las mujeres y defensoras, se destaca el marco legal nacional e internacional, que es responsabilidad del Estado acatar y cumplir.
La segunda enuncia la descripción de las características de las defensoras, como edad, organizaciones donde trabajan, puestos que ocupan y su tipo de trabajo, temas que documentan y difunden.
En la tercera parte se visibiliza la violencia contra las defensoras de los derechos humanos, los tipos de violencia, modalidades, agresores y la descripción del contexto.
La cuarta expone las consideraciones finales y las recomendaciones para las defensoras, y por último se presentan las historias de vida de diversas defensoras de derechos Humanos de México, en el que se agrega un anexo que contiene una encuesta. (Anarsis Pacheco Pacheco / Chilpancingo).

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