Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Arturo Solís Heredia

CANAL PRIVADO

*Los hubiera no existen, pero algunos sirven

Ya sé que los “hubiera” no existen, que ya pa’qué se hace uno pelotas, si ya lo pasado, pasado, como bien canta (o cantaba) el mero príncipe de las canciones dolidas. Sin embargo, a veces, responder la implícita pregunta de algunos “hubiera”, sirve para descubrir o entender motivos y objetivos ocultos detrás de motivos y objetivos aparentes.
Para explicarme mejor necesito de su paciencia, condescendencia y colaboración, estimados lectores de este espacio, para responder la sencilla pregunta que en seguida formulo.
¿Si el gober con licencia Ángel Aguirre Rivero se hubiera aguantado las ganas de reaparecer para influir en la designación de candidatos perredistas para la próxima elección, la PGR hubiera detenido, acusados de desviación, malversación y lavado de dineros públicos, a su hermano Carlos Mateo, a su primo Luis y a seis integrantes de la familia Hughes; y la Secretaría de Hacienda hubiera solicitado a la PGR congelar las cuentas bancarias del político ometepequense, por sospechas de lavado de dinero?
No sé cuántos de ustedes, pero seguro muchos responderán lo mismito que responde, convencido y rotundo, su seguro escribidor: ene o.
Y respondo ene o, no porque piense que las detenciones carezcan de sustancia, las acusaciones de evidencias probatorias, y las sospechas de fundamento. Como seguro muchos lectores, creo y casi juro que los acusados sí desviaron, malversaron y lavaron dineros para su beneficio personal, y creo y casi juro que el ex gober supo y condonó o toleró esos ilícitos, y creo posible y hasta probable que también él se beneficiara.
Respondo ene o, porque creo y casi juro que la PGR y la Secretaría de Hacienda nada hubieran hecho si Ángel Aguirre se hubiera aguantado las ganas de reaparecer e influir.
Creo y casi juro que al no aguantárselas, encabritó severamente al presidente Enrique Peña Nieto, ya de por sí severamente encabritado con él, luego de que las trágicas noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre en Iguala, destruyeran lo que tanto tiempo y esfuerzo le había costado construir a lo largo de su administración, nacional e internacionalmente.
Seguro a muchos como al que escribe esto, los susodichos “hubiera” sirvieron para descubrir y entender que detrás de los motivos y objetivos aparentes de las detenciones, las acusaciones y el congelamiento, se escondieron motivos y objetivos políticos.
Aplicada a los políticos y su lucha por el poder, se confirma como casi siempre la máxima de que “nadie da paso sin huarache”, y la vigencia de la desafortunada frase de don Benito Juárez, de que en la política “a mis amigos: justicia y gracia; a mis enemigos: la ley a secas”.
Triste y agüitador ergo, en la política mexicana, la justicia sigue siendo más justiciera que justa.

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