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Llaman académicos a que se unan familiares de desaparecidos para desmontar la represión

Alejandro Guerrero

Iguala

Catedráticos, historiadores e investigadores de la UNAM y de otras instituciones no gubernamentales de derechos humanos en el país, llamaron a las miles de familias que han sido víctimas de desaparición forzada a unirse en una sola voz, para seguir buscando a sus familiares, y “desmontar la maquinaria infernal que tiene por objeto acabar con el mayor número posible de mexicanos pobres”, esto durante la reunión con los familiares de las otras víctimas de desaparición, en la parroquia de San Gerardo.
Como cada martes, en el sótano de la parroquia de San Gerardo, más de 100 familiares de víctima de desaparición se reunieron con representantes de la Procuraduría General de la República (PGR) y con representantes de derechos humanos, otras asociaciones y profesionistas que han contactado a través de las publicaciones en los medios de comunicación.
Los familiares de las otras víctimas de desaparición forzada “agradecieron” la tragedia de Ayotzinapa, porque gracias a ese hecho, cientos de familias que vivían bajo el miedo salieron a la luz pública a denunciar la desaparición de sus familiares, que en algunos casos, son familias completas.
“Gracias a Dios por Ayotzinapa, y gracias a Dios por los 43 que no están, porque solamente así se van a dar cuenta que yo soy una más que estuvo escondida en su casa y que el dolor le calcinaba y que en muchas ocasiones la necesidad es muy grande, porque mi esposo es que nos mantenía, me quitaron todo lo que me hacía fuerte”, dijo una mujer que omitió su nombre.
En esta reunión se dieron a conocer a los investigadores e historiadores de la UNAM, columnistas de medios nacionales como La Jornada y organismos de defensa de derechos humanos para mujeres, con quienes se reunieron, el testimonio de algunas de las víctimas de desaparición.
El señor Claro Raúl Canaán Ramírez, de la comunidad de Mezcala, municipio de Zumpango, habló de su caso, pues el 30 de agosto de 2008 le desaparecieron en esta ciudad a sus dos únicos hijos, Omar e Hiram Jafet Canaán Ávila, de 21 y 24 años, al momento de su desaparición, “ya no tengo miedo, porque qué más me puede pasar de lo que ya me pasó”, dijo.
El politólogo John Huckman, quien por la tarde, en conjunto con los investigadores y académicos de la UNAM darían una conferencia en el Museo de la Bandera, en esta ciudad, sobre “el nuevo Plan de Iguala”, dijo que los miles y miles de desaparecidos en este país no son el resultado de un presidente municipal corrupto y asesino, o de un gobernador traicionero o una clase política que le ha dado la espalda a todos, sino de un sistema internacional que está cayendo sobre sus espaldas”.
Denunció que lo que está pasando en Guerrero está ocurriendo en todo el país, lo cual es parte de un proyecto que viene desde Estados Unidos, que lo han aplicado los últimos gobiernos del PRI y del PAN, “el asesino de Calderón y el inepto de Peña Nieto”, para que este país desaparezca y se convierta solamente en un lugar que da petróleo, oro y otros metales.
Jaime Avilés, otro de los activistas, planteó hacer un trabajo conjunto y ayudarnos todos, “unirnos a lo largo y a lo ancho del país”, para seguir buscando a nuestros desaparecidos y “desmontar la maquinaria infernal que tiene como objeto de acabar con el mayor número posible de mexicanos pobres, porque estorbamos y no les somos útiles”.
Calificó como la “cosa más ridícula”, el informe del procurador Jesús Murillo Karam sobre la ejecución y calcinación de los 43 normalistas de Ayotzinapa en el basurero de Cocula, “eso nunca, nunca ocurrió y el mundo ya se dio cuenta y el mundo está horrorizado”.
Denunció que México es una nación que se está pudriendo por los malos gobiernos y se sumó al llamado de la verdad histórica de los hechos en esta ciudad, “y no la verdad de Murillo Karam”.
En la reunión de ayer con la PGR, la cual fue encabezada sólo por el director de la Unidad de Atención a Víctimas, Joaquín Torres Osorno, los familiares le reclamaron mayor agilidad en los trabajos que realizan los peritos y antropólogos de la PGR, en la excavación y exhumación de cuerpos, “llegan tarde, se van (a las fosas) a las 12 y regresan a las cuatro”, reclamó una de los familiares.

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