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Tomás Tenorio Galindo

OTRO PAÍS

El nuevo pacto de Los Chuchos con el PRI

El 26 de septiembre de 2014 se esfumó la posibilidad de que el PRD retuviera la gubernatura de Guerrero en las elecciones del próximo 7 de junio. No existe ningún recurso  no lo hay para ningún partido en el mundo que se vea involucrado en una atrocidad como esa  del que ese partido pudiera echar mano para evitar el impacto definitivo que le causó el ataque contra los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa por parte de la policía municipal de Iguala.
Sabían desde entonces los dirigentes del grupo Nueva Izquierda, o debieron saberlo, que un crimen de tal magnitud cometido en un municipio y en un estado gobernados por un alcalde y un gobernador suyos, borraría de la escena electoral al PRD debido al repudio social que ello le acarrearía. Así se encuentra en este momento el PRD en el estado, prácticamente borrado de la contienda por la gubernatura, pese a la retórica de Carlos Navarrete que pretende que la candidata perredista, Beatriz Mojica Morga, encabeza las encuestas.
Pero fieles a su naturaleza, los Navarrete, los Ortega y los Zambrano, conocidos como Los Chuchos, optaron por rematar la mercancía que se les pudrió en las manos con el fin de obtener un beneficio particular. Particular porque los beneficia solamente a ellos, ni siquiera al PRD y definitivamente no al estado: pactaron con el PRI y con el gobierno de Enrique Peña Nieto.
Algo parecía estar sucediendo la semana pasada con las negociaciones que habían abierto el PRD y el partido Movimiento Ciudadano para acordar el lanzamiento de un candidato común que saldría de entre Beatriz Mojica y Luis Walton Aburto, y era que el propio presidente nacional del PRD, Carlos Navarrete, saboteó las pláticas para impedir que prosperaran. El diputado federal Ricardo Mejía Berdeja, de Movimiento Ciudadano, hizo públicas el 25 de febrero las dilaciones y el incumplimiento de Navarrete con los compromisos y términos en que iban a procesar la candidatura común, el principal de los cuales era la presentación de las encuestas que cada partido llevaría el martes 24 para compararlas y escoger a quien estuviera en mejor posición. Navarrete no las llevó, y hasta ahora se desconoce qué indicaban las encuestas del PRD, mientras Movimiento Ciudadano dio a conocer las suyas, en las que Walton figura como la opción más confiable para los electores.
El mismo Mejía Berdeja hizo otro servicio a la opinión pública al exponer las motivaciones que tuvo Navarrete para dinamitar las negociaciones. De acuerdo con el diputado de Movimiento Ciudadano, lo que Navarrete hizo fue negociar en secreto con el PRI y el gobierno de Peña Nieto que en Michoacán gane el PRD con su candidato Silvano Aureoles –el diputado federal que en los últimos meses se ha destacado por el servilismo que prodiga a Peña Nieto?, y en Guerrero el PRI con Héctor Astudillo Flores.
Tiene razón Mejía Berdeja. Todo sugiere que así fue, que Los Chuchos prefirieron consumar ese trueque turbio antes que fortalecer a Walton, la otra opción de la izquierda que surgió en Guerrero después del caso Ayotzinapa y del hundimiento del PRD. Que este partido esté en la lona y condenado a perder no significa que no pudiera serle de utilidad al resto de la izquierda, pero ya se sabe que así son Los Chuchos, cuya venalidad y falta de escrúpulos sirvieron con eficacia a Peña Nieto en los dos primeros años de su gobierno a través del Pacto por México.
Pero que Los Chuchos pretendan vender al perredismo de Guerrero no quiere decir que los perredistas se dejen vender. Aun con la gran fragmentación y las dificultades que producen la defección del PRD y la presencia del candidato de Morena en los comicios estatales, es posible que Luis Walton se convierta en el candidato más fuerte de la izquierda y despierte el apoyo de los perredistas de base, e incluso de la militancia de Morena. Existen los argumentos y están creadas las circunstancias para que el candidato de Movimiento Ciudadano apele a la movilización de ambas fuerzas, y si lo hace con arrojo y de la manera apropiada podría encontrar una respuesta.
En Guerrero tiene sentido una alianza de facto entre la izquierda, y al perredismo de base lo enaltecería sumarse a la candidatura de Walton por congruencia y para disipar un poco la vergüenza de que los dirigentes del PRD hayan dispuesto en su agonía servir al PRI y no a los que se supone son sus hermanos ideológicos.
Sin embargo, gracias al regalo que le hizo el PRD, lo cierto es que el PRI tiene el escenario ideal para recuperar la gubernatura. Si Walton no logra remontar la división de la izquierda y colocarse como el verdadero adversario del candidato priista, y eso se verá muy pronto empezadas las campañas, la elección del 7 de junio será un festín para Héctor Astudillo.

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