Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Carlos Pérez Aguirre

Campañas e inconformidad
social (2)

 

Cuando camina por la ciudad de Chilpancingo, uno se percata del abandono y descuido en que sus autoridades, encabezadas por los presidentes municipales que le han gobernado, sumieron a la capital de este estado. Carencias y descuido se palpan por doquier, abandono e inseguridad son, tal vez, los símbolos que resumen las características y cotidianidad de esa ciudad.
En el caso de Acapulco también se han padecido los efectos de presidentes municipales corruptos e indolentes que endeudaron irresponsablemente a este municipio y que, además, no realizaron las obras que requería el puerto, descuido recurrente que impactó en la disminución de atractivos que propiciaron menos flujos turísticos, actividad que es fundamental y sustento del puerto.
Pero ¿por qué razón se hace este pequeño recuento de recuerdos de rapacerías e ineficiencias?, la razón es simple, porque Héctor Astudillo, Juan Salgado, Manuel Añorve, etcétera, son nombres que recuerdan a los ciudadanos de estos municipios las desgracias administrativas y operativas a que fueron sometidos y que dan hoy como resultado las condiciones de vida sumamente deficientes en que se encuentran sumidas estas poblaciones, pero además, porque Astudillo es hoy candidato al gobierno estatal y lleva con él a Manuel Añorve como uno de sus principales coordinadores de campaña.
Al candidato Astudillo se le puede catalogar como un individuo amable y serio, atributos positivos muy personales, pero evidentemente es rehén de lo más atrasado y corrupto del priismo, sólo basta mirar en su entorno inmediato para percatarse de este hecho, personajes con larga trayectoria de corrupción e ineficiencia le rodean; además, su séquito inmediato ha sido cuestionado recurrentemente por cobrar en la SEG, sin realizar tarea alguna para esa institución, comisionados en el colegio particular propiedad del candidato, o sea, lo que comúnmente se llama “aviadores”, pero que son eventos de corrupción y encubrimiento que reflejan una constante.
Héctor Astudillo es para el priismo un candidato sacrificable, dado su antecedente perdedor, puesto que de cancelarse el proceso electoral o de lograr los sectores de la llamada izquierda una alianza electoral que les significaría el triunfo, las corrientes priistas más sólidas, aparentemente nada perderían y podrían consolidar una mejor alternativa que supere su actual enfrentamiento y disgregación.
Para el caso de la única opción de izquierda que se había visualizado con posibilidades de triunfo, la de Luis Walton, no obstante la gran cantidad de obras en proceso que tiene en jaque a Acapulco (mejor hacer obras para el futuro, que desaparecer en los bolsillos los recursos) la ciudadanía entiende la necesidad de realizarlas, aunque generen molestias ahora.
Todo parecía ordenársele adecuadamente a Luis Walton para triunfar en el proceso, era el candidato con mayor credibilidad ante la sociedad, pues el mayúsculo desprestigio al que llevaron los llamados Chuchos al PRD y la imposición de una candidata sin arraigo sería un asunto menor a salvar, y que con un poco de sensatez finalmente se sumaría a su candidatura, pero al parecer fallan en toda la línea los consejeros y asesores del candidato Walton, no sólo por no buscar las alianzas ciudadanas y políticas amplias sino, y sobre todo, al rodearse de personajes sumamente cuestionados, y no sólo me refiero al evidente caso de Lázaro Mazón que –independientemente de su real o inventada participación en el aún nebuloso caso Iguala–, está tocado por un acontecimiento que cimbra a la sociedad entera y por ello es inaudita su presencia.
Otro personaje muy menor, pero al que se ve en sus giras, es el diputado Evencio Romero conspicuo fustigador de los normalistas que demandan justicia, además de séptico generador de conflictos. Con todo ello, el panorama electoral se ve francamente desolador para los ciudadanos guerrerenses, porque si además sumamos las propuestas de los diversos partidos a las diputaciones, presidencias municipales y cabildos, tenemos serios motivos para evitar asomarnos a las urnas en los próximos comicios.
Pero de nuevo la pregunta es ¿Qué hacer? Aceptamos los ciudadanos participar en un proceso en donde las alternativas no existen o construimos ¡ya¡ algo diferente. El camino es lo segundo, esperemos que todo el entramado ciudadano e institucional lo entendamos y cambiemos lo que hoy existe, por nuestro bien.

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