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Jesús Mendoza Zaragoza

Verdad, justicia, perdón y reconciliación en la construcción de la paz

Hay prejuicios y desacuerdos en torno a la construcción de la paz en nuestro entorno violento e inseguro. En el caso de Guerrero, hay actores diversos que, preocupados por las diferentes formas de violencias quieren contribuir con una parte o con un aporte específico. Incluso, hay visiones diferentes de lo que significa la paz y su construcción histórica. Creo que esta diversidad de aportes y visiones puede ser vista como una oportunidad para el diálogo social y no como un obstáculo para la paz. Guerrero necesita el aporte de todos los actores para estar en condiciones de contar con oportunidades de desarrollo y bienestar para todos los guerrerenses.
Así las cosas, hay que ir generando coincidencias en torno a lo que comprendemos por la paz, que es siempre incluyente y no desecha a nadie, ni siquiera a los adversarios o enemigos y, a la vez, es siempre un horizonte que tiene que ser alcanzado, más allá de cualquier logro social o político. Es una construcción colectiva que tiene que ser 100 por ciento incluyente.
Por ahora, quiero señalar algunos valores que me parecen imprescindibles como condiciones básicas para la paz en nuestro contexto tan complejo, en el que se han generado y desarrollado tantos conflictos, tanto que se entrecruzan unos con otros. Quiero señalar cuatro, que son como un paquete en el que se incluyen y se requieren unos a otros: la verdad, la justicia, el perdón y la reconciliación. Estos cuatro valores corresponden a necesidades profundas del ser humano, a necesidades antropológicas que requieren ser atendidas y resueltas, una tras otra. Tales valores tienen vigencia para procesos personales, sociales y, aún, políticos.
Primero: la verdad. Es imprescindible llegar a la verdad y reconocerla, sobre todo cuando va de por medio un agravio, un delito o una violación a los derechos humanos. Los hechos tienen que investigarse para llegar a determinar los daños sufridos por las víctimas o por terceros, y las responsabilidades directas o indirectas. El derecho a la verdad está reconocido en las legislaciones y constituye un imperativo moral. Todo proceso de paz y de justicia tiene que partir de la verdad de los hechos. Incluso, en la perspectiva cristiana se habla del examen de conciencia para reconocer la verdad, como punto de partida para una verdadera reconciliación. Los intentos de ocultar la verdad o de evadirla hacen daño a las personas y a la sociedad. Por eso, ha sido necesario crear comisiones de la verdad y se hace necesario recuperar y mantener la memoria histórica de esa verdad. Un grave problema en México es el olvido de la verdad y la falta de memoria histórica.
Segundo: la justicia. Ésta es fundamental para arribar a la paz. Sin justicia no hay paz. Por eso, la justicia es, también, un derecho. Si de algo tenemos carencias en Guerrero es de justicia. Hay hambre y sed de ella, y la justicia se ha vuelto la eterna ausente por todas partes. Situaciones de injusticia con raíces estructurales, como la pobreza extrema de muchos miles de guerrerenses, han generado tantas e interminables violencias y múltiples conflictos. Necesitamos la justicia como componente fundamental para la paz. Y no tanto la justicia punitiva que se contenta con castigar a los culpables y que ha dado resultados desastrosos en nuestros sistemas penitenciarios, sino la justicia restaurativa, la que reconstruye a las víctimas y reeduca y restaura a los victimarios, la que restablece la dignidad perdida de los delincuentes y se hace responsable de la suerte de las víctimas.
Tercero: el perdón. Sobre la base de la verdad y de la justicia se puede colocar el perdón, como un elemento necesario para la construcción de la paz. Verdad y justicia no bastan, no son suficientes para forjar algo nuevo, o para darle un plus a las relaciones personales, comunitarias y sociales. Si bien la justicia tiene que ver con la generación de condiciones objetivas para la paz, el perdón se relaciona con la generación de las condiciones subjetivas para la paz. No bastan las reivindicaciones sociales y económicas para construir la paz si no cambia la subjetividad tan plagada de traumas, prejuicios, miedos, rabias y fobias. El perdón, que es un llamado a la conciencia espiritual del ser humano, libera de vivir anclados en el pasado y genera la creatividad para construir algo nuevo. Sin el perdón, la justicia tarde o temprano se corrompe, y sin la justicia el perdón es una simple simulación.
Cuarto: la reconciliación. La experiencia histórica ha mostrado que naciones o pueblos que viven rupturas, polarizaciones y enfrentamientos sufren el desgaste que les imposibilita para el progreso y el desarrollo. De ahí que las iniciativas de reconciliación han sido necesarias y urgidas por razones humanitarias, pero también por razones políticas y económicas. Tenemos el caso de Sudáfrica y, actualmente, los esfuerzos de Colombia con los diálogos en La Habana. La reconciliación es fundamental para recuperar la identidad deteriorada por la violencia y para construir un futuro sustentado en la fortaleza social. No es fácil, pues se necesitan algunas condiciones básicas como la construcción de la verdad entre las partes enfrentadas, investigando lo que sucedió, por qué sucedió y qué hay que hacer; la justicia restaurativa que no busca sólo castigar al culpable sino recuperarlo, y que se hace cargo de la situación de las víctimas y se sus derechos; y los pactos entre las partes que se reconcilian y los actos de reparación pública.
Si hay un empeño por reconstruir Guerrero, por reconstruir el Estado de derecho, por reconstruir a la sociedad, por construir la paz como resultado de una transformación profunda de las condiciones económicas, políticas, sociales y culturales, necesitamos reconocer que esta empresa no es tan simple y que no basta con quitar gobiernos y poner otros nuevos. Ciertamente, hay que recorrer un camino costoso y difícil para forjar la democracia ausente y para promover el desarrollo integral que incluya a todos los guerrerenses. Y hay que hacerlo con un espíritu que incluya estos cuatro valores: verdad, justicia, perdón y reconciliación. De otra manera, estaremos perdiendo el tiempo, las energías y el futuro mismo.

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