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Tomás Tenorio Galindo

OTRO PAÍS

*Manotazo presidencial contra Carmen Aristegui

Hace menos de un mes Carmen Aristegui escribió que México vive “procesos de regresión” que se manifiestan en varios frentes y de manera acelerada. Enumeró embates contra la transparencia, la anticorrupción y la democracia, y sostuvo que algunos son impulsados “directamente desde la Presidencia de la República”. (“Aires de regresión”, Reforma, 20 de febrero de 2015).
Uno de esos embates sobre los que advirtió fue dirigido ahora contra ella misma, despedida anoche por MVS, decisión que no hay duda de que provino de la Presidencia de la República y de que se trata de un acto de venganza por la revelación de la manera turbia en que el matrimonio Peña Nieto-Rivera se hizo de la mansión conocida como la “Casa Blanca”, un espléndido reportaje de alcance internacional que sacudió la conciencia nacional y produjo una crisis en el gobierno peñanietista.
Otra vez la ira presidencial se lanzó contra la periodista de mayor credibilidad y audiencia de la radio nacional. Otra vez brilla el autoritarismo presidencial contra la libertad de expresión.
El ataque contra Carmen Aristegui comenzó con un insólito desplegado insertado el miércoles 11 por MVS Radio en periódicos de la ciudad de México, que tuvo el propósito de hacer público su desacuerdo con la integración del noticiario que la periodista conducía en la frecuencia de esa empresa al diario digital Mexicoleaks, un espacio que a la manera de Wikileaks se propone recibir de manera anónima información relevante sobre hechos de corrupción en el país, para luego difundirla desde distintas plataformas, y que había sido presentado un día antes.
Sin mencionar el nombre de Carmen Aristegui, pero claramente en referencia a ella, MVS Radio expresó en ese desplegado que Noticias MVS no formaba parte de Mexicoleaks. Fue un poco más allá, pues sostuvo que el uso de su marca Noticias MVS –como se llaman los noticieros de la empresa, incluido el matutino de Carmen Aristegui— “sin autorización expresa de sus propietarios, constituye no sólo un agravio y una ofensa, sino un engaño a la sociedad, pues implica un muy lamentable abuso de confianza”. Y explicaba que la empresa no tuvo conocimiento de que el noticiario de Carmen Aristegui se disponía a sumarse a la iniciativa Mexicoleaks, por lo que tomaría las medidas pertinentes para que sus recursos y personal no sean empleados en fines distintos.
Un segundo desplegado de MVS Radio llevado a los periódicos el jueves 12 confirmó la existencia de una decisión y una estrategia puesta en marcha por la empresa para desandar el camino de su relación con Carmen Aristegui, por si no había quedado claro el día anterior. En esta inserción, sin mencionar a la periodista, el grupo radiofónico dio la bienvenida al establecimiento de la plataforma Mexicoleaks pero afirmó que “el que algunos de nuestros colaboradores comprometan y dispongan de recursos y marcas de la empresa para realizar alianzas, sin conocimiento y la autorización de la administración, es inaceptable”.
En congruencia con sus decisiones previas, ese mismo jueves MVS Radio despidió a dos reporteros del equipo de Carmen Aristegui –Daniel Lizárraga e Irving Huerta–, como si hubiese sido de ellos la decisión de sumar la emisión del noticiero a Mexicoleaks y por consiguiente el “abuso de confianza” alegado por MVS. Pérdida de confianza fue el argumento aducido por la empresa para despedirlos. Pero la verdadera naturaleza de ese despido quedó expuesta en el hecho de que, causalmente, ambos profesionales eran parte de la Unidad de Investigaciones Especiales del equipo de Carmen Aristegui, y responsables de la investigación que condujo al hallazgo de la “Casa Blanca” en noviembre de 2014.
Adicionalmente, MVS emitió el viernes nuevos lineamientos para la operación de sus noticieros y la relación de la empresa con los conductores de las distintas emisiones, que de acuerdo con el ombudsman de la audiencia de MVS Radio, Gabriel Sosa Plata, alteraba unilateralmente el contrato firmado hace seis años por Carmen Aristegui y la administración del grupo. La parte medular de esos lineamientos, que entrarán en vigor este lunes, señala que los titulares de los noticieros –para el caso, Carmen Aristegui— estarán obligados a presentar por anticipado al comité editorial encabezado por el director de noticias de MVS, los temas que quieran desarrollar o estén reporteando en ese momento. Asimismo, la empresa le quitó a Carmen Aristegui el control de la Unidad de Investigaciones Especiales, área que generaba información exclusiva del mayor interés público, como fue el caso de la “Casa Blanca” del presidente Enrique Peña Nieto. En términos simples, según esos lineamientos los directivos de la empresa decidirán qué se transmite en los noticieros y qué no, pretensión que va en sentido opuesto a las tendencias internacionales en materia de libertad periodística.
Al respecto, Sosa Plata explicó ayer que la adopción unilateral de esos lineamientos por parte de la empresa rompía las condiciones del contrato firmado entre Carmen Aristegui y MVS en enero del 2009, “en cuyo Anexo B ‘sobre política editorial y reglas de conducta ética’, se establece una serie de lineamientos, entre los cuales destaca que ‘los titulares de cada una de las emisiones serán responsables finales del contenido y dinámica de sus espacios’, quienes ‘desarrollarán su tarea en un pleno ejercicio de libertad de expresión’”.
Definitivamente el origen de la andanada de MVS contra Carmen Aristegui no se encuentra en el hecho de que su noticiero, o ella y su equipo se hallan incorporado a Mexicoleaks, pues aun cuando fuera cierto que la periodista hubiera incurrido en un “abuso de confianza” al proceder de esa manera, esa causa es notoriamente insignificante frente al escándalo montado públicamente por la empresa. Si ese hubiera sido el problema, se habría resuelto internamente en una conversación de un par de minutos.
Desde el miércoles, Carmen Aristegui había mostrado su sorpresa ante los desplegados y la campaña de MVS y había preguntado cuál es el fondo de este asunto que “afecta seriamente nuestro trabajo”, pero hasta anoche la empresa no había aportado explicación alguna más allá de su indignación por el supuesto “abuso de confianza”. La posición de la periodista hasta el viernes es que no entraría a lo que consideraba un “pleito artificial” cuya finalidad no era expresada ni dilucidada, y que ella y su equipo continuarían “al aire” practicando un periodismo “abierto, libre e independiente”. Sin embargo, había exigido como una “condición irrenunciable” la reinstalación de los dos reporteros cesados sin su conocimiento ni su consentimiento, lo que abría un compás de incertidumbre sobre el desenlace del conflicto.
La periodista manifestó el viernes durante su noticiero que la campaña de MVS en su contra parecía una “provocación para romper”, y expuso su esperanza de que “esto no sea lo que parece ser”. Pero todo indicaba que eso que parecía, era precisamente lo que era: un manotazo del poder para sacarla del aire. Los dueños de MVS no parecen actuar por iniciativa propia, pues proceden contra su propio interés comercial al atacar a la periodista que posee el rating más elevado del país, una actitud inimaginable en cualquier empresario.
Se acabó la incertidumbre. Anoche, MVS dio a conocer el despido de la periodista. En un comunicado, la empresa informó que “el día de hoy MVS Radio ha dado por terminada la relación de trabajo que tenía con la periodista Carmen Aristegui Flores, en virtud de que la periodista fijó como condición para resolver el problema que enfrentamos la reinstalación de dos de nuestros colaboradores. Es pertinente recordar que estos dos colaboradores fueron separados de sus cargos por haber comprometido el nombre de MVS, sin contar con facultades para ello y sin haberlo consultado previamente con la administración de la empresa”.
Era el final que MVS Radio quería obtener. Si se quiere encontrar una conexión formal entre la Presidencia de Peña Nieto con la campaña de los propietarios de MVS contra Carmen Aristegui, seguramente no será encontrada. Pero los hechos apuntan inequívocamente hacia el enojo de Los Pinos como el origen de la decisión de echar a Carmen Aristegui. En un detalle que puede tener relevancia o no, pues igual podría ser otro el protagonista, debe tenerse presente que este golpe ocurre unos días después de que Eduardo Sánchez –priísta y ex director jurídico de MVS– tomó posesión como coordinador de Comunicación Social de la Presidencia en relevo de David López. Debe considerarse además que la batida contra Carmen Aristegui sucede en el contexto de otras señales de autoritarismo gubernamental, como la adopción de una “verdad histórica” sobre el caso de los 43 normalistas desaparecidos, la defensa férrea del Ejército por acusaciones derivadas de violaciones de derechos humanos cometidas por militares y la imposición de Eduardo Medina Mora como ministro de la Suprema Corte pese a los documentados cuestionamientos sobre su perfil ajeno a la justicia. Por todo ello es que la consumación del golpe fraguado contra Carmen Aristegui desde el poder presidencial, representa un ataque de grandes dimensiones contra la prensa libre. Como ella misma advertía, bajo la presidencia de Peña Nieto el país da pasos hacia atrás en el ejercicio de las libertades.

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