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Tlachinollan

Los estragos del Ejército en la Montaña

Centro de Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan

Al pueblo llegaron muchos soldados y lo que hicieron es (que) agarraron las piedras y empezaron a golpear la puerta (de la cárcel). En eso también nosotros nos acercamos diciéndoles que no lo hicieran. Fue cuando se voltearon y nos empezaron a golpear. Por ejemplo aquí nos empezaron a golpear, en mi caso me golpearon y me tiraron al piso, en esta parte estaba yo parada, con patadas me golpearon, de una patada me aventaron hasta allá, en el piso. Me lastimé en la parte de mi pie, me patearon en el pie y al caerme me golpee en el vientre. Sentí feo porque con los golpes y todo, dos soldados fueron los que me golpearon a patadas. A todos los que los golpeaban era con el arma. Empezaron a golpear a toda la gente que estaba aquí, cuando vimos que nos estaban golpeando, lo que hicimos es ayudarnos unos a los otros. Algunos los tenían los soldados ahí golpeándolos lo que hicimos era rescatarlos. También de esa manera nos fuimos ayudando, después de que nos golpearon se retiraron y nos dijeron que iban a regresar en la tarde para matarnos (Testimonio de una indígena na savi menor de edad de Valle Hermoso, municipio de Metlatónoc, quien está embarazada y fue agredida por militares el 9 de marzo).
Al filo de la medianoche del domingo 8 de marzo, cuando las familias na savi de Valle Hermoso, municipio de Metlatónoc, se encontraban en sus casas descansando, escucharon los estruendos de los disparos de armas de fuego. Ubicaban la distancia de donde provenía la agresión; un kilómetro aproximadamente, donde se ubica el lindero de Jicayán de Tovar, municipio de Tlacoachistlahuaca, comunidad con la que mantienen una disputa agraria por mil 94 hectáreas desde 1929. Los pobladores identificaron que otros disparos provenían del Cerro del Limón, que se ubica al otro lado del río, junto a la carretera. Los disparos duraron alrededor de una hora.
Las autoridades de Valle Hermoso, acompañadas por los padres de familia y los jóvenes de la comunidad, aguardaron en un lugar seguro para conversar sobre el riesgo inminente que se veía venir contra sus familias. Cerca de la 1 de la mañana, escucharon que varios hombres armados pronunciaban con fuerza el nombre de don Tiburcio, el comisario municipal. Desde la distancia decían ser gente del gobierno, es decir, militares. Desconcertados y temerosos, tanto por los disparos de la comunidad vecina, como por la presencia de militares que se encontraban escondidos, los principales del pueblo aconsejaron que se llamara a todas las personas mayores para que se concentraran en la cancha municipal. Desde ese lugar ubicaron a varios hombres que portaban armas largas y que por su porte parecían ser militares. Estaban cerca del cerro del Limón, al lado de una camioneta que tenía las luces encendidas. Varios de los pobladores alcanzaron a ver cómo se dispersaron por el cerro con lámpara en mano, como buscando a los que disparaban, porque en ese momento continuaban las detonaciones de armas de fuego por ese rumbo.
Los hombres uniformados seguían llamando al comisario y, como ya llevaban rato gritando, comenzaron a insultarlo y a proferir groserías. Como a las 2 de la mañana la comunidad, al ver que continuaban los disparos y que se mantenía amenazante la presencia de los militares, decidieron llamarlos por la bocina de la comisaría, para saber el motivo de su presencia.
Se presentaron nueve soldados a bordo de una camioneta tipo Hummer con número económico 08481444. Llegaron molestos porque les habían pedido que explicaran la razón de sus gritos y porqué lo hacían en la madrugada sin que se presentaran formalmente a la comisaría. La respuesta de los militares fue ofensiva, sobre todo contra las mujeres, a quienes se dirigieron en tono despectivo y burlón. Esta forma grosera y prepotente dio pie para que la población decidiera detenerlos hasta que se presentara alguna autoridad que abogara por ellos.
Mientras tanto, el comisario acudió a Metlatónoc, para solicitar la intervención del síndico, quien llegó a Valle Hermoso a las 8:30 de la mañana. Al entablar comunicación con los militares retenidos, estos manifestaron pertenecer al 48 Batallón de Infantería con sede en Cruz Grande. El síndico procedió a establecer comunicación con el coronel del 48 Batallón y con el delegado de Gobernación con sede en Tlapa, para informar de los hechos y solicitar la presencia de alguna autoridad militar.
La respuesta del Coronel fue amenazante al expresar, en mal tono, que no sólo procedería penalmente contra el comisario y los demás miembros de la comisaría, sino que ya iban en camino varios grupos de militares que llevaban la orden expresa de liberar a sus elementos.
A las 13:30 horas del lunes 9 de marzo, la población de Valle Hermoso vio llegar 13 camionetas del Ejército mexicano. Cada una de esas llevaba entre 10 y 12 militares. La gente fue testigo del proceder de los militares que se bajaron de las camionetas para rodear la comunidad, apostándose en los cerros que están en dirección de Jicayán de Tovar, mientras tanto, otras camionetas llegaban directo a la comisaría.
Con las armas en la mano y apuntando a los que ahí se encontraban reunidos, los militares sin mediar palabra alguna comenzaron a patear la puerta de la cárcel. Al no lograr abrirla, tomaron una piedra grande para, a mazazos, romper el candado. Después de abrir por la fuerza la pequeña celda, procedieron a sacar a los nueve soldados detenidos.
Mientras unos soldados abrían por la fuerza las puertas de la cárcel, otros más separaban a las mujeres de los hombres, las rodeaban para que no se acercaran, les apuntaban y empujaban con sus armas. Cuando las mujeres se acercaban para exigirles que se fueran, los soldados las insultaban y les espetaban diciéndoles que las matarían por haberse atrevido a detener a sus compañeros. Reiteraban que ellos son gobierno y por lo mismo nadie los puede detener, mucho menos proceder contra ellos.
En la incursión armada, sometieron a varias personas, las golpearon, las tiraron al suelo. Les apuntaban con sus armas y les ponían las botas sobre sus cuerpos. A las señoras que trataron de defender a sus esposos o hijos las sometieron y golpearon, entre ellas a una mujer embarazada. La brutalidad militar causó terror en la comunidad dejando a varias mujeres lesionadas.
Al lograr los soldados su cometido salieron de la comunidad con la misma posición con la que entraron, con armas y piedras en las manos para contestar a la población que los increpaba y para evitar que la gente los apedreara. Sus amenazas no cesaron, reiteraron que regresarían por la noche para destruir al pueblo entero.
En esa misma tarde, como a las 3 de la tarde iniciaron los sobrevuelos en la comunidad de Valle Hermoso. Un helicóptero militar sobrevoló el pueblo alrededor de dos horas con la clara intención de infundir temor entre la población, que de por sí vive en zozobra ante el riesgo inminente de sufrir una agresión de la comunidad vecina, con quien ya han tenido varios enfrentamientos y han caído varios comuneros.
Para colmo de males, el Ejército tiene un campamento en los linderos de Jicayán que sólo ha causado mayor tensión y confrontación en la población que se siente agraviada. En lugar de que las autoridades civiles se avocaran a brindar atención al conflicto y pidieran el repliegue del ejército, las autoridades militares se encargaron de tomar mayores represalias al realizar varios sobrevuelos con un helicóptero y una avioneta, para mantener a la población atemorizada. Esta acción intimidatoria se repitió el 11 de marzo, cuando continuó volando la avioneta, acompañada ahora por tres helicópteros.
La comunidad de Valle Hermoso, municipio de Metlatónoc, tiene una población de 317 habitantes, 166 son mujeres, y 151 son hombres, y se ubica en la parte baja, en la Costa-Montaña, en los límites del núcleo agrario del Ejido de Jicayán de Tovar, municipio de Tlacoachistlahuaca.
En el año 2010, los representantes del núcleo agrario llegaron a un acuerdo para dar fin a la controversia agraria. Convinieron que la superficie en disputa quedaría en posesión legítima del núcleo agrario de Metlatónoc y el Ejido de Jicayán de Tovar recibiría una contraprestación económica. Dicho convenio fue firmado por los representantes de ambos núcleos ante el Tribunal Unitario Agrario,
Debido a la agudización del conflicto y de las agresiones ocurridas en el último año, la Telesecundaria de la comunidad de Valle Hermoso ha quedado abandonada, pues representa un peligro para los niños porque está ubicada en los límites con Jicayán de Tovar. Los techos de las casas y la escuela primaria presentan las huellas de un conflicto largamente desatendido. La misma comunidad se ha acostumbrado a vivir en zozobra, a estar alerta ante las ráfagas que pueden ser de día o en la madrugada. Las balaceras son parte de la cotidianidad, del miedo compartido, del sufrimiento asumido en silencio y como parte de una predestinación que raya en la maldición, por el criminal olvido de los gobiernos que nunca tienen ojos para ver la tragedia de los pueblos de la Montaña, y con total desparpajo le dan licencia al Ejército para reprimir y suplantar a la autoridad civil, para causar estragos y daños irreversibles a las familias que a diario tienen que pelear contra la pobreza, la discriminación y el olvido.

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