Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Arturo Solís Heredia

Canal Privado

*Del eslogan a los hechos…

Si creemos que detrás de los eslóganes de los candidatos a gobernador de los principales partidos políticos hay una estrategia, un plan o al menos una idea proactiva, las cosas pintan bien. Y es que esos cuatro principales coinciden en la promesa que los votantes quieren escuchar.
La candidata del PRD, Beatriz Mojica Morga, promete un mejor futuro para Guerrero; el del PRI, Héctor Astudillo Flores, promete un Guerrero diferente, ordenado y pacífico; el de Movimiento Ciudadano, Luis Walton Aburto, promete que volveremos a creer en Guerrero; y del PAN, Jorge Camacho Peñaloza, promete que juntos podremos transformar a Guerrero.
No hay duda de que el diagnóstico electoral es correcto, pero, y espero no me lo tomen a mal los respetables candidatos, la neta no se necesita mucha sesera ni credenciales de consultor político para discurrir que a ningún guerrerense en su sano juicio, sufragantes incluidos, le puede gustar la realidad que padecemos todos, que ninguno puede sentirse contento, satisfecho, conforme y a gusto, con tantos estropicios, desperfectos y conflictos a la vista.
Cómo no darse cuenta, con tan largo tendedero de ropa sucia, con tan extensa lista de inconformidades, desacuerdos, protestas, reclamos y reproches, casi toda ensuciada por la clase política y causada por sus desatinos, negligencias, abusos, corruptelas, errores y omisiones, a la hora de ejercer el poder que les confía el electorado.
Por lo mismo, se agradece que ante semejantes obviedades los candidatos, al menos no se hagan guajes ni patos prometiendo lo que siempre han prometido tantos durante tanto tiempo, sin cumplir. Pero si quieren ser electos y que su gobierno tenga legitimidad, condiciones y espacio mínimos para gobernar, tendrán que demostrar mucho más que voluntad, esfuerzo, tendrán que transformar sus promesas en acciones y propuestas concretas, porque todos sabemos cuánto trecho hay entre las palabras y los hechos.
Si no, sus eslóganes no pasarán de simple y tristemente eso.
Lo bueno es que, hasta el momento, los cuatro principales candidatos a gobernador parecen coincidir en lo fundamental, aunque sea obvio: los guerrerenses quieren un cambio verdadero.
Lo malo es que, hasta el momento, ninguno ha mostrado sustancia, prestancia ni diligencia, como para confiar en que alguno tendrá lo que necesitan las promesas para cumplirse.
Porque cualquiera que sea electo gobernador, antes de pensar en arrancar programas y planes ambiciosos, deberá reunir valor e inteligencia para reconciliar enfrentamientos, sanar heridas, desagraviar agravios, resolver conflictos, apaciguar belicosidades, apagar vandalismos, castigar culpas, hacer justicia. Pero no los históricos, esos, si tiene tiempo, serán para después; los urgentes, los nacidos, cometidos y perpetrados en los últimos, recientes y aciagos años nuestros.
Porque cualquiera que sea electo gobernador, antes de sentarse siquiera en la mejor silla estatal, deberá demostrar que merece convocarnos a trabajar en la construcción de ese Guerrero diferente, de ese futuro mejor, deberá demostrar que puede convencernos de volver a creer en que juntos podemos transformar Guerrero.
Si no lo hace, si no entiende que el suelo que pisamos ya no es el mismo, si no entiende que más de lo mismo sería más que otra frustración, una osadía, quizá ni siquiera pueda sentarse en la silla antes de que los gritos en la calle clamen por un nuevo gobierno interino… o por algo menos civilizado.

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