Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Tomás Tenorio Galindo

OTRO PAÍS

* Peña Nieto, el lastre del PRI

 

Una encuesta difundida la semana pasada estableció el siguiente orden en las preferencias ciudadanas previas a las elecciones federales del 7 de junio: el PRI, 30 por ciento; el PAN, 27; el PRD, 12; Morena, 11; Partido Verde, 10; Movimiento Ciudadano, 3; PT, 2; Panal, 2; Encuentro Social, 2; y Partido Humanista, 1 por ciento. Este estudio de la empresa Parametría presentó resultados similares a otro que dio a conocer en enero, en el que el PRI aparecía con 31 por ciento de las preferencias preelectorales y el PAN con 27, el PRD con 12 y Morena con 10 por ciento.
Esos datos son válidos para la elección de diputados federales y no reflejan necesariamente la situación que cada uno de esos partidos tiene en los estados. El PAN, por ejemplo, tiene en Guerrero una presencia totalmente insignificante a pesar de que ocupe el segundo lugar en el plano nacional, y es predecible que Morena tenga en el estado una posición notablemente superior al 11 por ciento. Asimismo, el PRD tiene en Guerrero indudablemente problemas mucho más graves que su caída al 12 por ciento. Mientras que las cifras del PRI, a pesar de llevar la delantera, no son estables, nada estables.
Otras encuestas exhiben resultados similares. Una del diario Reforma, publicada el 10 de diciembre pasado, concedía 30 por ciento al PRI, 25 al PAN, 13 al PRD, 11 al PVEM, 9 a Morena, 4 a Movimiento Ciudadano, 3 al PT, 3 al Partido Humanista, 2 al Panal y cero a Encuentro Social. Lo interesante es que, en este estudio el PRI registra una caída de 10 puntos porcentuales en el lapso de agosto a noviembre, mes en el que se levantó la encuesta (del 20 al 23), que los encuestadores atribuyen al efecto del caso Ayotzinapa y al escándalo por la Casa Blanca de la esposa del presidente Enrique Peña Nieto. Y en contraste, señala un repunte del PAN, de 22 a 25 por ciento, y de Morena, de 7 a 9 por ciento. El PRD, que desde que ocurrió el ataque y la desaparición de los normalistas se ha desplomado en la percepción pública, cae aquí tres puntos, de 16 a 13 por ciento.
Conviene reparar en otra encuesta del diario Reforma, sobre las tendencias para la Asamblea Legislativa del Distrito Federal publicada el 17 de diciembre, en la que Morena aparece ya en el primer lugar del voto potencial con 26 por ciento, con un crecimiento de 12 puntos desde la medición anterior que fue en julio, mientras que el PRD registra en ese periodo un descenso de 7 puntos, de 29 a 22 por ciento. El PRI figura con 18 puntos después de estar en 20 y el PAN cae de 17 a 14 puntos. Esto haría prever que el partido de Andrés Manuel López Obrador obtendrá la mayoría del Poder Legislativo en la capital del país, muy probablemente algunas delegaciones y, por consiguiente, también algunas diputaciones federales.
Los datos relevantes en el cuadro anterior son la caída espectacular del PRI, significativa aun cuando pueda ser compensada por su alianza con el PVEM que le aporta precisamente los números que hasta ahora se le han ido de las manos; el crecimiento de Morena, explosivo en la ciudad de México y presumiblemente alto en estados como Guerrero, y el incremento obtenido por el PAN, que quizás pueda ser atribuido a las pérdidas del PRI. El desfondamiento del PRD ya ni siquiera es noticia, pues el impacto que le causó la matanza y desaparición de estudiantes normalistas cometida por el gobierno municipal perredista de José Luis Abarca fue tan devastador que si alcanza el quinto lugar en la votación nacional podrá darse por satisfecho. Es de suponer que la fuerza adquirida por Morena proviene del déficit del PRD, como se anticipaba desde la renuncia de López Obrador a este partido.
Pero la mayor noticia es que el PRI cae electoralmente, sacudido por los escándalos que protagoniza el gobierno federal, y que es posible que siga cayendo. Nadie ha medido estadísticamente, o no se sabe públicamente, el efecto que tuvo sobre la imagen del gobierno el golpe contra la periodista Carmen Aristegui, despedida hace quince días de MVS Radio por las presiones de la Presidencia de la República, pero puede darse como un hecho que hay un efecto negativo, que no es pequeño y que se sumará a los anteriores.
A pesar de que el PRI encabeza las tendencias preelectorales, la desaprobación ciudadana a la gestión de Peña Nieto lo arrastra hacia abajo a una velocidad de 10 puntos porcentuales cada tres meses, de acuerdo con la encuesta que Reforma publicó el 10 de diciembre. Otra encuesta de este diario, publicada el 26 de marzo, sobre la popularidad de Peña Nieto indica que la ciudadanía le da al Presidente una calificación de 5 (en la escala de uno a diez), un nivel de aprobación de su trabajo de apenas 39 por ciento y una desaprobación de 57 por ciento. En agosto de 2014, es decir antes del caso Ayotzinapa y de la Casa Blanca, la calificación era de 5.8 y el nivel de aprobación de 50 por ciento.
En los datos de Reforma, el derrumbe de la imagen presidencial era visible desde finales del año pasado, pues en la anterior encuesta que el periódico realizó sobre la percepción ciudadana del trabajo de Peña Nieto, publicada el 1 de diciembre, el 50 por ciento de aprobación que tenía en agosto ya había caído a 39, nivel en el que ha permanecido desde entonces, mientras el nivel de desaprobación subió a 58 por ciento. Hoy, Peña Nieto se halla en los niveles de descrédito que vivió el ex presidente Ernesto Zedillo por la crisis económica de 1995, algo que no vivieron Vicente Fox ni Felipe Calderón.
Con los anteriores datos coincidió una encuesta del diario El Universal, publicada casualmente también el 1 de diciembre, en la que Peña Nieto aparece con un nivel de aprobación de 41 por ciento, dos puntos más que en el estudio de Reforma, y un nivel de desaprobación de 50 por ciento. En los datos de El Universal, en diciembre de 2013 Peña Nieto tenía 50 por ciento de aprobación y 37 de reprobación.
En conclusión, el PRI está bien situado en las encuestas pero con tendencia a la baja, y en sus campañas para las elecciones del 7 de junio no podrá contar con el presidente Peña Nieto. Al contrario, es el lastre más pesado que tendrá que cargar. Si ello llevará al PRI y al gobierno priista a recurrir a tácticas ilegales para inducir el voto, se sabrá muy pronto. Pero de que el PRI llega a las campañas con una perspectiva muy mala, no hay duda.

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