Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Héctor Manuel Popoca Boone

Momento político

 

A un mes de inicio de las campañas electorales, únicamente faltan por formalizarse los registros de los candidatos para las presidencias municipales. Las candidaturas para gobernador, diputados federales y locales ya quedaron definidas.
De los candidatos a gobernadores, resaltan por su fuerza electoral adquirida el PRI, el PMC y el PRD. El resto de los partidos contendientes no tienen, por su historia, dinámica o recién nacimiento, poder electoral relevante.
La posible alianza del PMC y el PRD fue malograda por éste último. Sus dirigentes nacionales, Los Chuchos, no cumplieron con el acuerdo mutuo de llevar a la mesa de las negociaciones los resultados de dos encuestas serias, cuyos resultados pudieran dar indicios confiables sobre cuál de las candidaturas que postulaban pudiera tener mayor arraigo popular.
En lugar de eso, fraguaron unilateralmente la decisión de irse por su lado con Beatriz Mojica, incumpliendo su compromiso político con el PMC. El partido amarillo mostró una vez más su hábito de marrullero al percatarse de que, a nivel de personas, Luis Walton aventajaba a Beti Mojica. Lo anterior se constató con la afirmación pública del jefe-pillo mayor del PRD, Jesús Ortega, al pedirle cínicamente a Walton que declinara a favor de Beti.
De haberse respetado el acuerdo, sería hora de que la alianza MC-PRD fuera la que llevara la delantera, quedando el PRI en segundo lugar. Por su parte, al PRI no le han salido las cosas tan bien como esperaba. Tienen una cuarteadura fuerte provocada por la exclusión y auto marginación del grupo de Rubén Figueroa Alcocer, otrora factor decisivo para el triunfo de políticos priistas y perredistas. El hecho es que, buena parte de los aspirantes figueroistas a diversas candidaturas fue relegada. Los casos más conspicuos son el de Rubén Figueroa Smutny, para Acapulco, y Cuauhtémoc Salgado, para la gubernatura estatal.
A un mes de campaña, la desbandada del PRD está sucediendo a una velocidad mayor de la esperada, con el consecuente fortalecimiento de Luís Walton.  La preferencia del electorado se inclina más por candidatos que no tengan en su equipo de trabajo a personas señaladas como deshonestas, mañosas o nepotistas.
De lo que la ciudadanía está harta es del flagelo sempiterno de la corrupción y la impunidad, que provocaron el señorío estatal de la delincuencia e inseguridad pública que hoy padecemos en grado sumo, producto de los malos gobiernos del PRI y del PRD durante decenas de años. Lo que indigna a la población es el saqueo del erario público realizado por la mayoría de los gobernadores, funcionarios públicos, presidentes municipales y diputados, que terminaron sus responsabilidades con grandes riquezas súbitas e inexplicables en relación a los emolumentos que tuvieron. Nadie los llamó a rendir cuentas, no practicaron la transparencia y todos se refugiaron en la impunidad imperante. La mayoría de la población pobre quiere ver ahora caras nuevas en los gobernantes, con manos limpias y con experiencia en el bien gobernar.
La temporada de chapulines políticos ha estado en su apogeo. Surgen de la inconformidad interna de políticos y grupos de diferentes ideologías y partidos, que han sido excluidos, discriminados o menospreciados en sus aspiraciones para ser candidatos a diversos cargos de representación popular, ya sea federal, estatal o municipal.
Las cúpulas de las diversas partidocracias no han parado mientes en usar la dedocracia como método de selección de candidatos. No valieron precandidaturas bien posicionadas y con arraigo popular en los territorios de influencia. Las famosas encuestas, cuando no fueron manipuladas, resultaron pura farsa en manos de los capitostes de los partidos.
Algunas mujeres han canalizado su inconformidad para hacer valer la equidad de género electoral a través de la impugnación por la vía jurídica. Diversos electores emitirán su voto orientándolo hacia la persona más que a los partidos. Otros, de plano, rechazan que haya elecciones, junto con la apatía de los abstencionistas. ¡Uf!
PD. Para poder resucitar en vida, tiene uno que haber sido crucificado alguna vez en determinada circunstancia.

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