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En Acapulco “hay que buscarle”; con “poco dinero se puede hacer un viaje familiar”

*Los García López cumplen 15 años de realizar la excursión desde Ciudad Netzahualcóyotl con 50 personas

Abel Salgado

Desde 2000, la familia García López inició su tradición de venir al puerto de Acapulco en Semana Santa.
La excursión en autobús con 50 personas partió de la colonia Maravillas de Ciudad Nezahualcóyotl. Su organizador, o “el mero mero” como le gritan todos, es Jorge García Chávez, para él, venir cada año a Acapulco es “como si fuera una manda, pero de esas que reaniman”.
El viaje familiar tuvo su último día en playa Caleta. Uno de los García, Leopoldo García Chávez, dijo que Acapulco era un “paraíso”, que han sido “muchos años” los que viene al puerto, pero los viajes familiares en autobús “son como si fuera una manda” venir cada año.
Sentados bajo una sombrilla y en solo dos sillas había más de 15 personas; ahí, sentada sola en una silla estaba la señora Caritina López, quien acomodaba una bolsa de bolillos sobre la estructura del parasol. Le hizo “moñito” para que no le entraran las moscas.
La señora dijo que preparaban su comida, mientras mostraba otra bolsa amarrada también con la misma técnica en el descansabrazos de la segunda silla, allí guardaba el jamón, el queso y un guisado.
Para la pareja acompañada de hijos, sobrinos y nietos, la estancia de cuatro días fue “muy buena” y se “dan gustos” como comprar quesadillas, helado y hasta tamales, y sobre este último antojito mexicano, la señora Caritina reconoció que la variedad costeña es superior “porque los de aquí están muy buenos, en su hoja de plátano”.
La sobrina de ellos, Viviana López, dijo que pocas veces podía disfrutar bañarse en “un agua tan rica como la del mar, realmente está muy buena”. Los García López  llegaron desde el jueves; ellos, junto a otras familias de colonias de Ciudad Neza, se programaron para las vacaciones de Semana Santa. Con todo planeado, rentaron  una casa en la calle 2 de la avenida Ejido. Leopoldo García, reconoció entre risas cómo organizan para dormirse: “ahí como se puede cabemos los 50, algunos en el patio, otros en la azotea, algunos en los pasillos y los afortunados, en los cuartos”. Para él, valió la pena ahorrar todo porque es el único viaje que hace con su familia todo el año, “ver las playas llenas y coloridas ¿para qué venir cuando está todo solo?”.
El patriarca de la familia y organizador del viaje, Jorge García Chávez, contó que retomó el paseo desde hace 15 años porque un hermano lo hacía con anterioridad y le pasó ese “encomienda”; con satisfacción afirma que habla por todos “esto es salirse de lo cotidiano”.
Jorge recordó que visitaron lugares como la Quebrada y la Escénica, playas como Puerto Marqués, Papagayo y Revolcadero, y ahí detuvo su relato para contar cómo uno de los niños más pequeños del viaje, se perdió.
Viviana López, relató que el sábado todos fueron a la playa del Revolcadero y El Pirrín se les perdió por dos horas. “Se nos perdió en la playa, bueno más a la mamá, ¿no? Ahí andaban las lloronas buscándolo”, El Pirrín era su sobrino Adrián de cuatro años, que jugaba en la arena: “lo llevó un salvavidas, que ya andaba bien lejos del otro lado, se fue caminando por toda la orilla”, contó su tía.
El organizador del viaje, entre risas, dijo que “fueron dos horas que las Marías Magdalenas anduvieron en la playa en el Sábado de Gloria”. Todos veían al Pirrín que ya se sentía un héroe, su mirada traviesa delataba que pasó una aventura, mientras doblaba sus pequeños brazos para que todos vieran que “era fuerte”.
La tragedia se convirtió en una anécdota familiar reconocieron todos.
También se perdió otro joven de la familia pero de él nadie se preocupó tanto como de El Pirrín.
El señor García Chávez señaló que “en Acapulco no suben los precios, siempre y cuando no vayas a zonas caras” y puso de ejemplo que en Caleta, la renta de una sombrilla costó 50 pesos mientras que en Icacos costó 150 pesos.
En gastos dijo que el viaje redondo les sale en 700 pesos y hospedarse en la casa de Ejido, otros 50 pesos por noche.
Para él, en Acapulco “hay que buscarle” y con poco dinero se puede hacer un viaje familiar, incluso afirmó que el lento tránsito en zonas como la Escénica y Caleta es “nada comparado con la Ciudad de México”.

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