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Federico Vite

Puesta en abismo

Pieza única (Sexto piso, 2004, 135 páginas), de Milorad Pavic, es una novela que se divide en dos libros: Pieza única y Cuaderno azul Inspector superior Eugen Stross (77 páginas). Ambos volúmenes forman parte de la trama en la que el inspector Stross trata de resolver una serie de asesinatos, pero tiene muy poca información. Conoce el contexto homicida, los personajes involucrados en el hecho, pero no comprende los motivos del asesino. Stross sustenta su pesquisa con sueños, porque las únicas pistas para encontrar a los culpables de los homicidios son, paradójicamente, imágenes oníricas que fueron vendidas por el andrógino Aleksandar Klozevits.
Con una trama con estas características, cualquier lector bien podría pensar que estamos ante una novela de ficción fantástica, pero lo atractivo en este proyecto de Pavic es precisamente el manejo realista de la historia. A pesar de que hay suficientes elementos como para enfrascarse en la fantasía, el autor toma esos elementos, vistos como un rompecabezas que poco a poco adquiere consistencia ante los ojos del lector.
Las herramientas que utiliza Pavic para dotar de magia literaria a Pieza única son el diálogo escénico, su caballito de batalla, la sinestesia, el punto de vista del narrador y la impecable construcción del suspenso, creado mediante la irrupción abrupta del relato hegemónico: la búsqueda del asesino.
El Cuaderno azul Inspector superior Eugen Stross es la clave para engranarse al realismo expuesto por Pavic en esta novela. El inspector ejercita su oficio mediante la deducción de los hechos, reconstruye el homicidio; pero sobre todo, trabaja exhaustivamente el mundo onírico, esotérico, pues el investigador comienza a involucrarse en los sortilegios y premoniciones subyacentes en los sueños vendidos por Klozevits.
Llama la atención el punto de vista del investigador porque desde él, la noción de lo inefable adquiere proporciones razonables. Se adentra en misterios sólo bocetados por películas hollywoodenses. Stross emprende su viaje iniciático. Un ritual que circula en segundo plano en el libro uno, Pieza única, justo donde el lector descubre los vericuetos de la trama, el enramaje y, sobre todo, la estrategia esencial del punto de vista (herramienta que hizo grande a Vargas Llosa, elemento que le dio esa condición de madurez que requiere todo novelista serio), porque Pavic narra este libro desde ciertas perspectivas, pero mayoritariamente recurre a la tercera persona. Desde esa cumbre, la sobria y poderosa tercera persona, aquella que da la relatoría de hechos, cuenta al lector un trabajo en sordina, porque todos los hilos del relato se anudan y desanudan con las pequeñas revelaciones que hace Pavic indistintamente en los dos volúmenes de esta novela.
Milorad definió su propuesta narrativa como “novela delta”, caracterizada por relatos que van de lo fantástico a lo erudito, todo es matizado por una constante experimentación en cuanto al orden del relato (inicio, desarrollo, conflicto y final), porque Pavic explora en esta novela los efectos del mundo onírico en la realidad, las distintas vertientes mediante las cuales el homicida perpetra el crimen.
Ordena el caos, esencial en toda novela policiaca, con las claves dictadas por el subconsciente. Este autor piensa la literatura “menor” (término referido por los académicos para nombrar subgéneros esenciales, como ficción fantástica y relato policial) como un habitáculo idóneo para la experimentación. A Pavic no le asusta recurrir al lugar común, pues su atractivo como narrador es justamente la habilidad para salir de los campos trillados de la prosa con elementos retóricos como la sinestesia (tropo que consiste en unir dos imágenes o sensaciones procedentes de diferentes dominios sensoriales; “verde chillón”, por ejemplo), la sinécdoque (tropo que consiste en extender, restringir o alterar de algún modo la significación de las palabras, para designar un todo con el nombre de una de sus partes) y, por supuesto, la metáfora.
Aunque Pavic es internacionalmente reconocido por Diccionario Jázaro (Anagrama, 1989), novela en la que el serbio define su propuesta hipertextual, Pieza única, traducida estupendamente por Dubravka Suznjevic, es un ejercicio encantador de la literatura para la literatura, una Mise en abyme que desfonda las ínfulas de un lector con referencias duras sobre la literatura menor.
Pieza única no sólo es entendida como una alta conexión de vasos comunicantes entre la poesía, el teatro y la narrativa; más bien, es una novela que aboga por la diversión (no obligación) de leer, porque acumular asombros requiere ocio y otorga satisfacciones lúdicas. Ante una propuesta como la de Pavic, bien valdría la pregunta, ¿qué es lo literario? Pero esa es la materia de otro encanto. Que tengan buen martes.

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