Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

José Gómez Sandoval

POZOLE VERDE

*Cenobio y los curas

*Otro plagio de Pérez-Reverte

*Así somos

El general Cenobio y el cura

En Quisiera volver a nacer (1913), de Jesús Castrejón Flores, hay una anécdota donde el general zapatista Cenobio Mendoza le pide un favor a un representante de la iglesia. Se titula: “El general y el cura”, y don Jesús la relata así:
“Se cuenta que en tiempos de la Revolución Maderista surgieron hombres revolucionarios que dirigieron grupos armados. Algunos alcanzaron el grado de General. Uno de ellos fue don Cenobio Mendoza, que tuvo su cuartel en Cuatomatitlán, perteneciente al municipio de Mochitlán. Se dice que cierta vez se le acabó el abastecimiento de alimentos, por lo que su tropa no tenía qué comer, pero tuvo la idea de que los bienes de la Virgen Natividad le iban a resolver el problema, por lo que mandó un recado escrito al capellán que decía así:
25 de enero de 1912. Señor cura Severo: siento morirme. Favor (de) venir a auxiliarme espiritualmente. Muchas gracias. Cenobio Mendoza.
El cura, al enterase del recado, tomó lo necesario para el caso, se hizo acompañar del sacristán y se dirigió con rumbo al campamento. Al llegar al lugar fue recibido por el general Mendoza, quien le trató el asunto así:
?¡Señor cura, no piense que yo abuso de su bondad, pero mis muchachos no han comido para seguir peleando. Por el bien de la patria le digo que el dinero que usted guarda en costales es del pueblo, por lo que usted se queda detenido hasta que mis hombres regresen con lo necesario.
El general Cenobio Mendoza nombró una comisión para que fuera a Tixtla por el encargo. Tiempo después regresaron con cuatro costales con dinero y todo se resolvió, se abastecieron de todo y el cura quedó en libertad.

Amor con amor se paga

En La vida de Cenobio, de Eduardo Sánchez Jiménez, encontramos otra anécdota del general zapatista relacionada con curas. En esta ocasión, Cenobio no se hace de bienes de la iglesia para alimentar a su gente. Ahora quiere devolver el favor… a la propia santa patrona del poblado. Para eso necesita la ayuda del sacerdote. El propio Cenobio Mendoza, acompañado por su hermano Panuncio, se presenta con el cura de Mochitlán, que está tomado por los cenobistas: “?Nosotros tenemos una encomienda por la abuelita Santa Anita y le queremos construir una torre a la iglesia”.
El cura, Gabriel de Soto y Martínez, recuerda que los seguidores de Cenobio, “Hace unos meses hicieron una obra social, cuando empezaron a desviar el cauce del río Salado”, y les invita un café. No sólo le gusta la idea de la torre para Santa Anita, también simpatiza con su causa. “Mi postura es defender los intereses de los pobres, no comparto la posición de algunos de mi orden que están a favor de los terratenientes y hacendados. En Chilapa mis compañeros están a favor de la revolución y se coordinan con el general Zapata”, revela. Trabajarán juntos, no sólo en la construcción de la torre, sino en “lo demás”. Lo harán a escondidas (“afuera del curato seremos unos desconocidos”), porque el pueblo está lleno de espías de los caciques y el obispo de Acapulco “está al servicio del gobierno”.
Durante la construcción, los grupos zapatistas van posesionándose de la región y hay gran desplazamiento de tropas federales. Rafael del Castillo Calderón (“ave de mal agüero”) es enviado por el gobernador Lugo para que apaciente a los pueblos levantados en armas. El párroco Gabriel es regañado por sus superiores eclesiásticos, y hasta amenazado con la excomunión.
?El señor obispo no quiere que (la torre) se construya en estos tiempos de revueltas, pero más creo que no quiere porque ustedes están promoviendo y, según informes de su secretario, quieren utilizar la torre como un lugar de vigilancia –decía muy enojado el cura…
Más enojados estaban Cenobio y Panuncio Mendoza:
?¡Esos son puros chismes de viejas argüenderas!…
?Señor cura, si no encontramos quién nos ayude, nosotros buscaremos apoyo con nuestros compañeros de otros lados, pero esa torre se tiene que terminar de construir antes de la toma de Chilpancingo.
Poco después, un ingeniero que había conseguido el cura se presentó en Mochitlán, para considerar las cualidades del terreno y ultimar los detalles técnicos de la edificación.
Al último, en lugar de una, se construyeron las dos torres que hoy se elevan en la parroquia de Santa Anita, la virgen que “nuestro pueblo tomó por adopción cuando ella se quiso quedar bajo nuestro cielo”, la santa patrona de Mochitlán.

Otro plagio de Pérez-Reverte

Todas las veces que el escritor Arturo Pérez-Reverte tuvo que declarar en un tribunal, acusado de plagio, se hizo el indignado y no dejó de calificar la demanda de “soberana estupidez”. Gracias a los vacíos legislativos del caso y la venalidad de los jueces, Pérez logró salir ileso. Lo señalamos en Plagio sobre plagio (El Sur, 7 de marzo de 2012) y ahora recomponemos los datos: en 2013, la Audiencia Provincial de Madrid dictaminó que, para escribir el guión cinematográfico de Gitana, Pérez-Reverte se había basado en el de Corazones púrpura, por lo que lo obligó a pagar 200 mil euros al cineasta Antonio González Vigil.
Los guiones eran “demasiado parecidos”. Mismos personajes, mismo lugar donde se conocieron, mismos persecutores de la pareja protagonista, etcétera, incluyendo diálogos. Hasta marcar 77 coincidencias.
Hasta que Verónica Murguía, eterna columnista de La Jornada Semanal, nos recordó la vena plagiaria de Pérez. Este año, Pérez-Reverte publicó Perros e hijos de perra. En él viene un texto titulado “Un chucho mexicano” (publicado como artículo en 1998), que el escritor español no pudo escribir sin haber leído “Historia de Sami”, de Verónica Murguía. La recopilacha del vendido escritor español es general: copia personaje, ambiente, frases y contenido en general. Le pone el mismo nombre al perro y, al señalar que “por aquí” también vive Verónica Murguía, ni la burla le perdona a la autora plagiada.
Como acostumbra, el autor de no sé qué calificó el señalamiento de “una irresponsabilidad temeraria y un absurdo disparate”. Alegó que la historia de Sami se la había contado su amigo Sealtiel Alatriste, quien no sólo robaba historias de otros para él sino que, aprovechando su cargo en la editorial Alfaragua, las repartía entre Saramago, Pérez-Reverte y otros amigos. Cercado por su historia plagiaria y la evidencia textual, Pérez terminó dando disculpas ambiguas y trompicadas: “Junto con mi irritación por el uso excesivo de esa palabra (el plagio que se niega a reconocer), he presentado públicamente mis disculpas a la señora Murguía por la evidente similitud de ciertas expresiones contenidas en algunas líneas de su texto original, de las que sin duda éste es su origen, reiterando la ausencia de mala fe tanto de mi parte como por la de quien me refirió la historia. No tengo nada más que decir sobre este asunto y apelo a su buena voluntad para darlo por aclarado”. Es decir, para que el señalamiento de la Murguía no se vaya a un tribunal y termine perdiendo el caso.
De todos modos, Verónica Murguía no pedía casi nada: sólo que el afamado escritor español reconociera el plagio y se disculpara. “El rasgo que más me irritaba del sobre-escrito de él (es) que no había la sensación comunitaria y amorosa que había en mi texto…”, declaró (La Jornada, 21 de marzo de 2015). No quiso establecer una demanda legal, pues “incurrir en un desgaste vital de enfrentarme con una persona a la que le costó tanto trabajo pedir disculpas en juicios sería asociar mi vida con su nombre y eso sí que no”.
A estas horas, en una terraza palaciega de Madrid, el afamado escritor español recibe efusivamente a Sealtiel Alatriste. A ver qué nuevas historias le trae, inéditas y fresquecitas, de México.

Así somos

Así somos, el órgano de difusión del Departamento de Extensión Educativa de la Secretaría de Educación Guerrero, cumplió años en enero pasado. Se trata del periódico mural que solemos encontrar en la entrada de algunos restoranes del centro de la Chilpancingo y en oficinas de gobierno que, a pesar de la abundancia de fotos y buenas intenciones, viene tan recargada y llena de letritas sólo los que no tienen prisa y gozan de buena vista se detienen a leer… Como los textos suelen ser muy largos y hay que meter todas las gráficas, los diseñadores apretujan lo que pueden como en una lata de sardinas.
Aún con el defecto general de que, tratándose de un periódico para leer en los muros, Así somos esté diseñado para leerse con lupa, el trabajo que hasta ahora ha realizado Juan al frente de su invención editorial (no sé si como jefe de Extensión o como qué otra cosa, en el organigrama de la SEG) ha sido amplio y efectivo. El periódico se realiza bajo el esquema de mostrar el abanico cultural de un pueblo que Sánchez Andraca había aplicado en el programa de radio homónimo en XELA, Radio Guerrero, que potencializó la fama de Juan a un grado que no había alcanzado ni con Un mexicano más.
Juan Sánchez Andraca ingresó a la SEG a instancias de un noble secretario de apellido Pano que vio en él el bastión afamado de un proyecto cultural que nunca arrancó. Pano salió por piernas y falta de presupuesto, pero Juan persistió en la obsesión de saber y decirnos cómo somos. Todavía gobernaba Aguirre Rivero cuando, en un “descuido” de Juan (salió de vacaciones, pidió permiso o qué sé yo), el que lo sustituyó cambió el formato y la intención primigenia de difundir temas relacionados con la historia, la vida regional y la cultura guerrerense, y, antes de que Juan, indignado, regresara a la jefatura del periódico, logró sacar dos lambiscones números dedicados a sendos gobernantes del estado. Además, cuando acusaron a su hija Elvia de plagiar textos de Así somos, ya Juan aclaró que, aunque su enorme equipo trabaje en la SEG y ésta cubra los costos de producción del periódico mural, los derechos de autor de Así somos son sólo de él.
El equipo de Así somos sigue trabajando y, de nuevo bajo la batuta de Juan, no la lleva mal. De hecho, si consideramos que está realizando lo que no hacen las instituciones directamente responsables del rescate, la promoción y difusión de las expresiones culturales de Guerrero, su esfuerzo resulta absolutamente singular y loable. ¿Qué sigue saliendo con la misma letra bendita de siempre, y los lectores no dejamos de exigir una lupa de regalo? Cierto. Para eso, al rato, en XUAG, Radio Universidad Autónoma de Guerrero, Juan va a anunciar que el segundo tomo engrapado de Así somos está a la venta en la librería de su propiedad, con el agregado de que los que se comuniquen por teléfono antes de que termine el programa radial se lo llevarán a sus casas con un cómodo descuento. Así somos, dijera Juan.

Un plagio que da risa

En el citado Plagio sobre plagio recordé el caso de Otro mexicano más, novela del apangueño Edilberto Nava García, cuya primera edición (mil ejemplares) permanecía embodegada en la editorial Costa-Amic, por instrucción judicial. La demanda que impidió la distribución comercial del libro fue interpuesta por Juan Sánchez Andraca, a través de su hija, Elvia Sánchez Caro, a quien él había delegado los derechos autorales de sus novelas. Ante el saqueo demostrado de Arturo Pérez-Reverte, el supuesto delito de Nava García da risa: el título de su novela se parecía mucho al de la primera novela de Juan Sánchez Andraca, Un mexicano más.
La idea del título fue impuesto por la editorial, que durante muchos años publicó la novela de Juan (que así, relacionando títulos, vislumbraba la posibilidad de vender dos libros de chingadazo), y desde que lo supo, el autor se disgustó. Antes de que acabara marzo leí, tardíamente, un mensaje electrónico de Edilberto. “Llega de Altrés Costa Amic. Se firma contrato de edición. Nos veremos en la librería de Juan Sánchez Andraca”. El misterio del título prosigue, pero todo indica que la novela de Nava García no tarda en circular entre nosotros. Seguro la conseguimos en la librería de Juan.

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