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Por la extracción de agua, los edificios coloniales se hunden y los de Tenochtitlan, resurgen, dice Matos Moctezuma

*El Centro de la Ciudad de México se ha hundido siete metros en los últimos 20 años, afirma el fundador del Proyecto Templo Mayor

Yanireth Israde / Agencia Reforma

Ciudad de México

Los edificios coloniales se hunden en el Centro de la Ciudad de México, mientras los de Tenochtitlan resurgen. Parece la “venganza” de los dioses antiguos, ha dicho el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, fundador del Proyecto Templo Mayor (PTM), el más longevo en la historia de la arqueología mexicana, con 37 años de trabajo ininterrumpido.
“El centro de la ciudad se hunde por la exacerbada extracción de agua para dar de beber a los habitantes de la gran metrópoli. Siete metros se ha hundido a lo largo del siglo 20. Lo anterior ha provocado un fenómeno interesante: los templos indígenas, asentados a mayor profundidad, ya no se hunden, por el contrario, dan la sensación de estar emergiendo. Los edificios coloniales, como la Catedral, sufren la acción del hundimiento y poco a poco se posan sobre los edificios prehispánicos, firmemente asentados”, observa Matos Moctezuma.
El PTM, creado en 1978 tras el hallazgo del monolito de Coyolxauhqui, se ha propuesto exhumar buena parte del recinto sagrado de Tenochtitlan para reconstruir la vida religiosa y política de la capital del imperio mexica.
Van 15 edificios prehispánicos desenterrados y 250 ofrendas descubiertas en un área de 15 mil metros cuadrados, de acuerdo con la numeralia proporcionada por el arqueólogo Leonardo López Luján, director del PTM desde 1991. Ese mismo año nació el “hermano” del PTM: el Programa de Arqueología Urbana (PAU), encargado de los salvamentos en el primer cuadro de la ciudad.
Este 2015 el PTM alista la octava temporada para proseguir la búsqueda de sepulcros reales: se excavarán varios pozos y túneles en el Cuauhxicalco y su entorno para corroborar o desechar esta hipótesis, anticipa López Luján.
Los funerales de al menos tres soberanos mexicas –Axayácatl, Tízoc y Ahuítzotl– tuvieron lugar al pie de la fachada principal de esta pirámide, recuerda el arqueólogo.
“Al menos así lo indicaban las crónicas del historiador indígena Hernando Alvarado Tezozómoc, del fraile dominico Diego Durán y del soldado español Bernal Díaz del Castillo. De acuerdo con tales documentos, fue allí donde se cremaron los cadáveres reales y, en un edificio contiguo llamado Cuauhxicalco, donde se inhumaron las cenizas resultantes junto con ricas ofrendas y los cuerpos de los servidores sacrificados para la ocasión”.
Al pie de la pirámide surgió el 2 de octubre de 2006 el monumento escultórico mexica más grande que se conozca hasta la fecha, Tlaltecuhtli, mitad humana y mitad animal, en torno al cual se han descubierto 37 ofrendas y más de 40 mil piezas.

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