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Tomás Tenorio Galindo

OTRO PAIS

*Peña Nieto, presidente intocable

“La comunicación que se ejerce en el país se sustenta en la libertad de expresión y el derecho a la información”, y “la libre manifestación de las ideas es una conquista social e irrenunciable que hoy forma parte de la normalidad democrática de México”, dijo el martes pasado el presidente Enrique Peña Nieto.
Como ejemplo de lo anterior hizo referencia a los numerosos medios impresos y electrónicos que existen en el país: 600 periódicos, 650 revistas, dos mil 500 emisoras de radio y televisión, que ponen “las noticias y su análisis al alcance de mexicanos de todos los sectores sociales” o transmiten cientos de programas informativos y de entretenimiento. Celebró que en esos medios “miles de analistas y articulistas, desde una amplísima gama de posiciones, reflexionan sobre los sucesos más trascendentes de la actualidad”.
Mencionó además los “cientos de portales y blogs en Internet, así como de las redes sociales, donde millones de mexicanos se informan y se expresan con libertad todos los días”, y citó datos del Inegi para recordar que “entre 2012 y 2014, el número de usuarios de Internet en México creció 16 por ciento, al aumentar de casi 41 millones de usuarios a 47.4”. Calculó que en ese lapso “las cuentas registradas en nuestro país, de redes sociales como Facebook y Twitter, se incrementaron en más de 10 millones cada una”.
Por lo tanto, concluyó, “todos estos hechos reflejan con claridad que México es un país plural, participativo y de libertades”, y expresó que “por convicción personal y democrática, como presidente de la República seguiré trabajando para asegurar la vigencia plena de las libertades que reconoce nuestra Constitución”.
De apariencia impecable, el discurso de Peña Nieto choca sin embargo con una realidad que desmiente cada una de sus palabras. Ese mismo día en que Peña Nieto exaltaba el clima de libertad que impera en el país para la libre manifestación de las ideas, el Instituto Nacional Electoral ordenó retirar de la televisión un spot de campaña del Partido Acción Nacional, en el que criticaba que el presidente haya llevado 200 invitados especiales al viaje que realizó en marzo a Gran Bretaña.
El retiro del comercial fue una decisión de la Comisión de Quejas del INE por petición expresa que la Consejería Jurídica de la Presidencia de la República presentó el domingo. Los consejeros electorales hicieron suyos los argumentos de Los Pinos, según los cuales el mensaje “calumnia” al presidente. “Las frases, imágenes y propuestas de los spots denunciados no pueden ubicarse en el libre ejercicio de la libertad de expresión, en virtud de que no se trata de críticas duras al ejercicio del cargo del Presidente”, expuso la Presidencia. “Por el contrario, su finalidad es (…) descalificar y desacreditar intencionalmente la figura del Presidente sin ofrecer prueba alguna”, señala la queja.
El miércoles la consejería presidencial abundó en su argumentación y explicó que “en el spot Londres-gasolina, el PAN difundió que el presidente Enrique Peña llevó 200 invitados a Londres que se dieron la gran vida con dinero de los impuestos. Estos mensajes se asociaron con la comisión de actos de corrupción, sin sustento alguno. La Consejería Jurídica consideró que el contenido del spot no se apegó a los principios del Estado democrático ni cumplió con el principio de veracidad exigido por diversos ordenamientos jurídicos”. Los Pinos insinúa que el comercial del PAN miente sobre el número de 200 invitados, pero no lo niega explícitamente ni aclara entonces cuántos fueron los invitados de Peña Nieto.
La Presidencia ha dicho que el retiro del mensaje fue decisión del INE, pero lo cierto es que Peña Nieto interpuso el peso de su investidura para arrodillar a ese organismo. Lo anterior queda en evidencia si se toma en cuenta que días atrás el PRI había solicitado el retiro de ese spot y la Comisión de Quejas del INE rechazó hacerlo porque no vio ninguna calumnia en su contenido. Con esa maniobra de intolerancia, la Presidencia de la República ahogó la libre manifestación de ideas y Peña Nieto envió el mensaje de que no está dispuesto a permitir que su estilo de gobernar sea objeto de crítica.
No es un caso aislado. El despido hace un mes de la periodista Carmen Aristegui de la empresa MVS Radio es una decisión que tiene impresas las huellas de la Presidencia. Fue igualmente evidente que el cese se debió a la irritación que causó en el presidente la revelación que hizo el equipo de Aristegui de las irregularidades que existen en la compra de la llamada “casa blanca”, mansión formalmente propiedad de la esposa de Peña Nieto, Angélica Rivera.
Esta intolerancia a la crítica, al solo hecho de que la vida pública del país se ventile con independencia y libertad, es decir sin intromisiones del poder, se halla en la raíz del viejo régimen del PRI, el mismo que regresó con el triunfo electoral de Peña Nieto. El caso del spot del PAN y el despido de Carmen Aristegui desmienten la retórica presidencial y demuestran una realidad muy diferente.
Libertad de expresión sí hay en México, lo que no hay es respeto y compromiso por parte del gobierno, empezando por el presidente mismo, hacia la libre manifestación de las ideas. Aquellos que osan ejercer la libertad de expresión sin ataduras con el poder, son reprimidos o castigados por ese poder. Lo demás es simulación.

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