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Zeferino reloaded: reaparece demócrata, primer soldado del PAN y presto a “recuperar Acapulco”

Aurelio Peláez

Sube el telón.
17:55 horas: Zeferino Torreblanca irrumpe en el teatro Juan Ruiz de Alarcón flanqueado por el presidente nacional del PAN, Gustavo Madero, y el candidato de ese partido al gobierno del estado, Jorge Camacho, entre aplausos de quizá unos 2 mil asistentes y como música de fondo una marcha triunfal, a saber cuál, uno que va a conocer de música clásica. Tras más de cuatro años de no saber casi nada de él, reaparece reeditado en demócrata, nada nepotista ni autoritario –como él mismo se presenta- y presto a una gran misión: recuperar Acapulco.
Al presentarlo, Jorge Camacho se emociona por el hijo pródigo de la derecha que realmente nunca fue pródigo y siempre fue de derechas:
-¿Sí o no –pregunta a los asistentes- que hoy Zeferino está en el camino correcto?
-¡Sí¡ –le responde el gentío –cual si auto de fe de un converso se tratara. Son los panistas de batalla. Por lo pronto, no se ve el extra zeferinista.
El ex alcalde de Acapulco y ex gobernador, que lo fue por los partidos de izquierdas PRD, PT y Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano), se presenta enfundando en una camisa de manga larga azul con un escudito del partido bordado por ahí. Se le ve exultante, como que sin hacer campaña ahora como candidato del PAN a la presidencia municipal ya ganó. En la planilla de regidores va a la cabeza su ex secretaria de Desarrollo Social, Gloria Sierra (según encuestas, de mantenerse en tercer lugar ese partido metería tres al cabildo), y en la lista de diputados locales, Magaly Salinas (su eterna secretaria privada y ex subsecretaria de Salud) y Fernando Donoso (su ex diputado local) segundo y tercero, los seguros de entrar de mantenerse las encuestas como dicen que están, con el PAN en cuarto lugar de las preferencias estatales.
La cita para el reestreno de la obra, que se podría llamar Zeferino reloaded, es a las cinco de la tarde. La puntualidad panista falla por 15 minutos, en los cuales un cantante se chuta Cantares, de Joan Manuel Serrat, ese catalán muy de izquierdas. Las banderas ideológicas les tienen sin cuidado; al terminar el acto, una hora después, los despide de música de fondo Yo vengo a ofrecer mi corazón, de Fito Páez, pero no entonada por la muy de izquierda Mercedes Sosa, sino por una voz más light.
La base panista se emociona, parece, por tener esta vez un candidato de peso, tras pasar muchas campañas inéditas, casi anónimas o francamente patéticas, recordando con nostalgia la única campaña en que hizo ruido, el muy distante 1984, llevando como candidato a Enrique del Rayo, compitiendo contra el priista Alfonso Argudín, en el primer episodio electoral acapulqueño moderno donde se habló de fraude.

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Uno se imagina hace unos meses a Zeferino Torreblanca muy tranquilo en su departamento de lujo por los rumbos de la carísima Santa Fe, en la ciudad de México, haciendo zapping de Discovery Channel a Cocina Gourmet.
-¿Ya te fijaste cómo el león se come al venadito?
Y en eso, por falta de pilas, se queda más del tiempo debido en un canal informativo. Acapulco: inseguridad, violencia, el caos, dicen las noticias. Y tras cuatro años rascándose la oreja izquierda, decide regresar a la política, ahora por la derecha. Y revela a los panistas que, finalmente llenan el teatro, sus razones:
“Como demócrata reflexioné sobre la conveniencia de participar en este proceso electoral… Cuando concluí la gestión como gobernador del estado, afirmé que sólo volvería a hacer política si se presentaran situaciones excepcionales en la vida de Guerrero… El estado de emergencia y de falta de respuestas a la exigencia ciudadana, explica que estemos aquí… (Ahora) Pongo la parte que, de acuerdo con mi conciencia, explica por qué estamos aquí. Por ello decidí participar como candidato… No me hubiera perdonado hacerme a un lado en estos momentos difíciles”.
El sacrificio de quien ya se presenta como el “primer soldado” del PAN.

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Si algo tienen los panistas es que son muy organizados para la foto. El presídium es asignado por personalizadores y cada quien se para sobre el cuadrito asignado. Por eso el presidente del PAN estatal Andrés Bahena queda convenientemente lejos de Madero, como quien dice un consejero estatal, lo culpa del desmadre en que esta el partido en Guerrero. Panistas y Zeferinistas comparten escenario. Tras ellos dos grandes pantallas donde se presentará una breve semblanza del candidato. Por el PAN, el secretario general estatal, Alejandro Martínez, y el ex diputado local Francisco Rodríguez Otero, quien por ahí del 2010 ya quería que Zeferino fuera el candidato blanquiazul a la presidencia. Muchos méritos le veía.
Comparten mesa con los zeferinistas Magaly Salinas, Fernando Donoso, Gloria Sierra y el ex priista y ex perredista David Sotelo Rosas, quien fuera procurador, de mano dura, con Torreblanca. Muchos panistas allá abajo mastican amargamente su exclusión en la planilla. Por la quinta fila andan sus hermanos Roxana y Alberto. Ya no su papá, Don Luis, con quien está definitivamente distanciado, dicen.
Los panistas hasta se ven abrumados por los nuevos socios. En las esquinas Jorge Calzada, y el regidor Jorge Pérez Salas, implicado este último por la Procuraduría estatal en el crimen de quien fuera el secretario general del partido, Braulio Zaragoza Maganda en octubre del año pasado. Otro implicado, el que fuera presidente blanquiazul en Acapulco, Benito Manrique, permanece prófugo. Peleas por cargos, dictaminó la investigación como la causa del asesinato en el que por ahora dos panistas están debidamente presos, los hermanos Eder y Andy Manuel González Rodríguez, así como la novia de uno de ellos.
No obstante, en su breve discurso de no más de cinco minutos, el dirigente nacional del PAN, saluda a un grupo de jóvenes que sostiene una manta con la leyenda “Maderistas#Todos con Braulio”. Madero se dirige a ellos, que por sus festejos parecen más una porra que un grupo pidiendo justicia o algo así. Madero, soslayando el historial del caso, reconoce en el asesinado dirigente su lucha por la democracia. ¿La lucha desde dentro del PAN? Que alguien explique.

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Madero reconoce en Torreblanca a “un hombre de trayectoria y experiencia” y que viene “a poner orden en Acapulco”. Y afirma, con lo que le queda de acento norteño que lo ve “echado pa’ delante”. Dice que el PAN “es un instrumento” para que personajes como el ex gobernador lleguen al gobierno. Y lo bueno que lo advirtió porque ya como alcalde o gobernador, Torreblanca se refería a los perredistas que lo apoyaron casi como muertos de hambre. Lo escribió luego así en su libro El Acento del Cambio, presentado en los días casi póstumos de su gobierno, en abril del 2011: “Los que se dijeron traicionados, es por no haberlos colocado en el reparto de las posiciones políticas. Esperaban que si un gobierno al que supuestamente combatían les dio canonjías, los apoyó, les dio dinero, pues con un gobierno de izquierda no iban a tener ninguna restricción para poder hacer valer. Y el gobernador lo que hizo fue no traicionar los principios del partido”. Claro, que los perredistas permanecieran puros y con la panza vacía gracias a Zeferino.
Panistas, absténganse de acercarse a Zeferino en caso de ganar la alcaldía.

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En ese libro, armado por sus asesores pero presentado como suyo de él, citó a pensadores de izquierda, como Sartori y Bobio. Ahora, recula hacia los ideólogos de casa, Manuel Gómez Morín y Carlos Castillo Peraza.
Ya en esa presentación del 2011 mostraba sus malabarismos mentales: “Hice un gatopardismo a la inversa… soy un comunista de derecha”.
Ahora:
“El voto, ese acto minúsculo, pero fundamental en la democracia por el que apostó Gómez Morín en 1939”.
“La política tiene que ser generadora de esperanza”, decía Castillo Peraza.
El gatopardo ataca de nuevo.

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(En esa segunda parte del discurso, acompaña al candidato de nuevo una marcha triunfal o algo así, como música de fondo).
Zeferino ve que Acapulco sin él está jodido. Inseguridad, ausencia de servicios de calidad. Sus habitantes viven una situación “dramática”, de “desesperanza” y “vacíos de poder y desorden administrativo”. “Acapulco exige medidas radicales, firmes, para recuperar lo que hemos perdido”. Son, dice, “momentos de crisis” y por eso “la agenda emergente del municipio no admite ensayos”. “Ya lo hicimos una vez”, recuerda.
Y adelanta la mano dura, que primero matiza. “Un gobierno de diálogo y de los acuerdos…. dentro de la Constitución y la ley todo. Fuera de ellas, nada”.
Nada de engaños, el mismo Madero lo dijo. Torreblanca “viene a poner orden en Acapulco”, ese a que son tan afectos los panistas, aunque para ello desaten una guerra contra el crimen que el pasado sexenio de Felipe Calderón como presidente dejó más de 40 mil muertos.

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Que segundas partes habrá que ver si resultan buenas

Primera llamada. Zeferino como se recuerda:
Torreblanca cuenta a los panistas asistentes, sus inicios como político proveniente de la Sociedad Civil –venía de ser presidente de la Coparmex, a los empresarios les molestaban los impuestos- con varios ciudadanos que estaban inconformes con los gobiernos del PRI. Habla someramente de la fundación del Frente Cívico en 1993 –sin nombrarlo, porque varios panistas, entre ellos Gloria Sierra, dejaron su partido para sumarse a esa alternativa- de que “soñamos” con la democracia, de que “pasamos la noche larga y oscura” en la lucha por la democracia (no mencionó que colgado al PRD, que lo hizo tres veces candidato a la alcaldía, y compitiendo contra el PAN) y que “nadie pensó que íbamos a derrotar al viejo régimen”.

Segunda llamada. Zeferino como más o menos fue:
Es electo alcalde por el periodo 1999-2002. El PRI venía de sufrir un serio descrédito por el manejo de la crisis social tras el huracán Paulina en 1997. El suyo fue un gobierno que contrasto por los anteriores: hubo obras viales, se mejoraron los servicios públicos y quedó una percepción de honestidad en el gobierno. Fueron sus cartas con las que en el 2005 ganó el gobierno estatal, apoyado por PRD, PT y Convergencia, cobijado antes por el perredismo como diputado federal. Con carta libre, como la tuvo cuando fue alcalde, armó su gabinete, excluyendo al PRD, incluyendo a amigos de la familia, políticos poco identificados en la izquierda y con alianzas con priistas de la vieja guardia, con Elba Esther Gordillo. Nepotismo, autoritarismo, hostigamiento a los medios, lo caracterizaron. Se le incriminó en el crimen al presidente del Congreso local, el perredista Armando Chavaría, quien se perfilaba para relevarlo, y el gobierno federal lo investigó por desvío de recursos en al secretaría de Salud.

Zeferino como cree que lo ven (o ahí viene el Quijote de nuevo contra los molinos de viento):
“Enfrentaremos la difamación y la calumnia. Señalarán mis bienes. Dirán que mis manos no están limpias y arremeterán con fuerza contra mi persona y mi familia. Harán todo lo que sea necesario para frenar la recuperación de Acapulco que nuestra convicción representa”.
Baja el telón.

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