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Se opone historiador a la tesis de que Villa y Zapata estaban destinados a la derrota

El historiador Pedro Salmerón se opone a la idea de un pasado escrito sólo por los vencedores. Pero aclara que, en el caso de la Revolución, no existe la versión de los vencidos sobre los hechos militares. “Desapareció”, afirma.
En ese vacío se gestó la tesis determinista de que los ejércitos de Francisco Villa y Emiliano Zapata estaban condenados a la derrota por su incapacidad de ver más allá de sus demandas regionales. Si su destino ya estaba marcado, ¿para qué estudiar la lucha?
“Mi hipótesis central es que los ejércitos populares no perdieron la guerra por una fatalidad histórica, sino por una serie de circunstancias. Los dirigentes campesinos sí plantearon un proyecto de nación y una estrategia militar, y eso es lo que cuento”, explica el profesor investigador del ITAM.
1915. México en guerra (Planeta) es un libro de historia militar, advierte Salmerón. Un género que no se limita a hacer la crónica de lo ocurrido en las batallas, sino que incide en los factores sociales, políticos y económicos de la contienda.
Este libro cierra la trilogía que ha dedicado a los ejércitos revolucionarios, integrada también por La División del Norte (2006) y Los carrancistas (2010). Nacido de una “vieja intuición”, el volumen se concreta después de un trabajo de 20 años.
Salmerón coincide con su colega, el fallecido Friedrich Katz, en que ni la diferencia de armamento ni el abasto de municiones fueron determinantes para el triunfo de los carrancistas. Como tampoco lo fue, asegura, el genio militar de Álvaro Obregón.
“El hecho de que Obregón triunfe sobre Villa es importante, pero también trato de rescatar al cuadro de mandos que acompaña a estos caudillos. Por ejemplo, de haberse hundido el frente de El Ébano, donde el jefe carrancista era el general Jacinto B. Treviño, los villistas hubieran tomado la zona petrolera (de Tampico), y el genio de Obregón no habría resultado decisivo”.
Son varios factores, apunta, los que determinan el rumbo de la guerra. Uno es el económico, ya que el control de las regiones que generan recursos llega a definir el ritmo de la lucha, obligando a Villa a tomar la ofensiva en una posición de ventaja para los constitucionalistas, pues de no hacerlo hubiera significado rendirse.
Algo que le faltó abordar con mayor detalle, confiesa Salmerón, fue el efecto de la violencia ejercida contra la sociedad. En pláticas con estudiosos del periodo han calculado que los 10 años de lucha revolucionaria culminaron con cerca de medio millón de muertos y cientos de miles de desplazados. (Silvia Isabel Gámez / Agencia Reforma / Ciudad de México).

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