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Buscarán los restos de la madre de Sor Juana Inés de la Cruz en el Convento de la Merced

El estudio genético de Sor Juana Inés de la Cruz no se ha detenido. Después de que se logró secuenciar el ADN mitocondrial de los restos atribuidos a la poeta, el personaje clave es su madre, Isabel Ramírez, sepultada en 1688 en el atrio del antiguo Convento de la Merced.
Desde el inicio, uno de los objetivos del estudio era la exhumación de Ramírez, consigna el proyecto de investigación elaborado en 2011. El arqueólogo Luis Eduardo Ramos Cruz, encargado de esta fase del estudio, asegura que cuenta ya con los recursos que permitirán adquirir el material para la excavación, como palas, picos, plomadas de bronce y lámparas.
Antes de excavar se explorará el área con un georradar proporcionado por Luis Barba, coordinador del Laboratorio de Prospección Arqueológica de la UNAM.
Ramos Cruz lamenta la ruptura del equipo científico con la Universidad del Claustro de Sor Juana (UCSJ), cuya rectora, Carmen Beatriz López Portillo, descartó el 14 de abril que se hubieran tomado muestras de ADN de la osamenta atribuida a la monja jerónima.
La realidad es otra, ya que las investigadoras María de Lourdes Muñoz, del Cinvestav, y Javiera Cervini, de la UAM-Cuajimalpa, publicarán en fecha próxima los resultados del análisis, y la información podrá consultarse en la base de datos del GenBank.
El genoma mitocondrial es heredado por la vía materna, de ahí la importancia de encontrar el sepulcro de Ramírez, para secuenciar su ADN y compararlo con el de la poeta.
Un documento del Archivo del Sagrario Metropolitano consigna que Isabel Ramírez fue enterrada en 1688 en el atrio de la iglesia. El distanciamiento con la UCSJ se produjo tras solicitar su contribución a financiar la búsqueda, explica Ramos Cruz, quien recuerda que el impulsor del estudio genético fue el antropólogo físico Arturo Romano, descubridor de los restos putativos de Sor Juana en junio de 1978 y fallecido el pasado marzo.
Una carta de abril de 2012, a la que tuvo acceso Reforma, firmada por la directora general de Administración Escolar y Asuntos Jurídicos de la UCSJ, Rosa María Stuht, informa que el Consejo Universitario determinó condicionar su apoyo a tener “por lo menos un 95 por ciento de certeza” de que la excavación conduciría al enterramiento.
Exige además disponer de los resultados del análisis de ADN hecho a los supuestos restos de la monja jerónima, financiado por el Cinvestav.
“Ese no es el método para colaborar en un trabajo científico: presionarte, ponerte trabas”, señala Ramos Cruz. “Así que cortamos por lo sano”.
Problemas de agenda, según la UCSJ, impidieron a la rectora atender el jueves una petición de entrevista.
El Convento de la Merced, concluido hacia 1614, ocupaba una superficie de 8 mil 800 metros cuadrados. La iglesia, obra del arquitecto Lázaro de Torres, se edificó en 1654.
“Su atrio era pequeño, no tendría más de 30 por 30 metros; es decir, alrededor de 900 metros cuadrados”, precisa el arqueólogo Luis Alberto Martos.
En la actualidad, el área del antiguo atrio está libre de construcciones y se encuentra prácticamente intacto, afirma.
“Se ubicaba en el extremo occidental de lo que es hoy la Plaza Alonso García Bravo, entre las esquinas de las calles de Jesús María y Venustiano Carranza”, explica el supervisor de las obras de restauración hechas al ex convento.
El complejo conventual, y una gran parte de la iglesia fueron demolidos en 1861, tras la promulgación de las Leyes de Reforma. (Silvia Isabel Gámez / Agencia Reforma / Ciudad de México).

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