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Tratan de rescatar sus bienes los afectados en Coyuca de Benítez con poca ayuda oficial

*El oleaje provocado por el fenómeno de Mar de Fondo arrasó 48 negocios y varias casas de Playa Azul, dañó infraestructura pública y movió los 2 kilómetros de playa a unos 60 metros de donde estaban

Karla Galarce Sosa

El alto oleaje provocado por el Mar de Fondo, que lleva cuatro días, arrancó los cimientos de los escasos negocios que quedaban a orilla de playa en la localidad de Playa Azul, en Coyuca de Benítez, donde también se llevó tramos de la única vía que comunicaba con el vecino poblado de El Carrizal.
Arrancó también la hilera de palmeras que delimitaba 48 negocios hasta dejar la franja de unos 2 kilómetros sin playa, pues ésta se recorrió hacia el canal de Mitla, a unos 60 metros de donde estaba.
El canal del estero de Mitla es la ruta de traslado a la cual los lugareños recurren para sacar los muebles y ropa que logran rescatar con pangas en remo o con pequeños motores.
Los grandes volúmenes de agua socavaron, incluso, las escasas viviendas que habían quedado en pie desde que comenzó el fenómeno el sábado en la madrugada, y los habitantes de esa comunidad –que se albergan en casas de familiares o en uno de los dos refugios temporales habilitados desde entonces– comenzaron a recuperar el material que las olas dejaron de sus casas y, con poca ayuda de policías y brigadistas, empezaron a desmantelar los techos de lo que alguna vez fue su hogar.
En un recorrido por la zona, ayer se observó cómo el mar ocupa ahora el área donde se localizaban los restaurantes, alcanzó las viviendas más cercanas al área de La Barra, y arrancó postes y desenterró tubos; los árboles, de los que sólo quedaron algunas raíces que el oleaje movía en su paso por donde antes hubo tierra y construcciones, forman parte del panorama de destrucción que va dejando el Mar de Fondo, cuya devastación aún no concluye, pues las autoridades de Protección Civil estatal (PC) advirtieron que faltan 48 horas más de olas elevadas que alcanzarán los 5 metros de altura.
En el extremo más afectado de la zona, el mar deshizo dos cabañas de lo que se conoce como Búngalos Playa Azul, zona turística que fue edificada sobre relleno artificial.

La limpieza

Durante la mañana, sólo se escuchaba el sonido de la rompiente del mar, el diálogo de algunas personas que caminaban de un lado a otro, o el paleo solitario de quien sacaba la arena de su negocio o vivienda.
Las voces de los integrantes de la familia Marín Marín fueron las primeras en escucharse. Ellos comenzaron a retirar las láminas de asbesto de la casa familiar desde muy temprano.
Seis hombres jóvenes se apoyaban unos con otros para desmontar el techo de la vivienda de tres cuartos.
En un primer recorrido por la zona el sábado pasado, la señora Ana Marín Marín mostró cómo el mar llenó de agua las habitaciones y lanzó los muebles de un lado a otro, y señaló el boquete que hizo en una pared para permitir la salida del agua.
Ayer, las cosas que mostró la señora tres días antes, estaban más mojadas y los jóvenes ya habían rescatado algunos muebles, trastes y algo de ropa que podría servir.
La corriente de agua debilitó las paredes de la casa que comenzaban a cuartearse.
Nadie saqueó sus pertenencias, sin embargo, el patrimonio que formaron los miembros de esa familia perdió su valor, pues el terreno fue arrastrado por el agua, la vivienda está debilitada ahora desde los cimientos, y los muebles quedaron prácticamente inservibles. Sólo quedaban algunos objetos de plásticos que buscaban desenterrar, pues los electrodomésticos, televisor, estéreo y las máquinas de la papelería que tenían como negocio, también quedaron dañadas con el agua de mar.
Localizado frente al panteón del poblado, el Centro de Salud también sufrió daños. Dentro del lugar, que sólo cuenta con un área de consultorio de unos 5 metros cuadrados de superficie, quedaron un recibidor con dos escritorios, los restos de medicinas húmedas y el piso cubierto de arena, una báscula y sillas de plástico en desorden. El local fue de los escasos cuyos cimientos no fueron socavados por las olas el fin de semana, cuando ocurrió la marejada más severa.
Durante el tercer día de marejadas, Protección Civil difundió información de que la barda perimetral del panteón de la localidad Playa Azul había colapsado.
Ayer en el cementerio asomaban pequeñas cruces y lápidas entre la arena de mar, floreros con racimos secos de nube, rosas o gladiolas; basura y algunos juguetes sobre el concreto teñido de azul, blanco o gris.
El único sonido que se escuchaba, entre la tranquilidad de las tumbas, era el de las olas que, a escasos 40 metros del lugar donde descansan los restos de algunas decenas de personas, avanzaba y derruía el tramo de carretera que los dividía.
La barda que separa la iglesia de las viviendas fue derrumbada por el agua que socavó los cimientos.
El agua entró al templo cuyas puertas ayer permanecieron abiertas, a pesar de que no había quien cuidara de las imágenes allí dispuestas para la adoración.
Dos grandes efigies de San Martín de Porres eran vigiladas por estatuillas del Divino Niño, una del sagrado Corazón, una de la Virgen de Guadalupe y otra de La Dolorosa, en la capilla que lleva el nombre del santo “de la escoba”.
La torre que identifica al templo, aún muestra dos pasajes de la biblia pintados en la parte más alta: uno de Moisés abriendo el mar en dos y otro de Juan el Pescador.
La gente del lugar que pasaba frente al pasillo que conduce a la iglesia, se persignaba o retiraban su gorra en señal de respeto.
Durante un recorrido la mañana de ayer, el señor Norberto de los Santos Fajardo reclamó que los policías únicamente llegaron a fotografiarse y no ayudaron en las tareas de limpieza de las viviendas.
En el portal del gobierno del estado, se difundieron fotografías en las que, supuestamente se ayudaba a la población, así como a “instituciones educativas” como el jardín de niños Benito Juárez que, de acuerdo con su directora, atendía a un solo grupo de 17 niños.
Sin embargo, esa escuela, localizada al lado de la iglesia, sólo contaba con tres cajas de plástico con documentos de los alumnos, mismas que fueron extraídas por la maestra, la supervisora y dos personas más, quienes comentaron que “aparentemente no había daños registrados” en ese sitio.
En la cuenta oficial en Twitter de PC estatal se informó que las actividades del jardín de niños y la primaria se desarrollarían en la cancha techada de la localidad siniestrada.

El refugio

Decenas de personas, hombres y mujeres estaban sentados, acostados, de pie, tras un ventilador o sentados en las escaleras del altar de la iglesia de La Caridad del Cobre, en la localidad El Carrizal, donde PC habilitó el refugio para los damnificados por las marejadas.
Los afectados, en una parte del templo, se repartían algunas prendas que habían sido donadas para ellos; en otros extremos, estaban las brigadas médicas, la cocina o las bancas.
En declaraciones en el refugio, el comisariado ejidal de la localidad de Playa Azul, Juan Luis Laurel Cabrera dijo que solicitan la reconstrucción tanto de casas como de negocios, y áreas de refugio en casos de emergencia.
“No nos han dicho nada de cómo va a estar eso, pero esperemos que tanto el gobierno federal como el estatal nos apoyen”, declaró Juan Luis Laurel.
Informó que en el refugio hay de 140 a 160 personas, quienes están allí durante el día y regresan a las casas de sus conocidos para dormir allá.
Dos enfermeras indicaron que se han aplicado 54 dosis de vacunas antitetánicas.

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