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Jorge G. Castañeda

Jalisco: la confusión del gobierno

Los acontecimientos de Jalisco desconciertan a cualquiera. Pueden servir para provocar un giro en la política antinarco o para empeñarse en seguir con la guerra fallida. Por ahora, sólo han generado confusión en diversos ámbitos gubernamentales.
Al igual que Tlatlaya, Ayotzinapa y Apatzingan, los bloqueos, los camiones incendiados, la perdida de un helicóptero del Ejército y la extensión a varios estados del operativo del Cartel Jalisco Nueva Generación parecen contradecir las evaluaciones optimistas del gobierno sobre la violencia. Digo parecen, porque la tesis oficial puede ser correcta: ha descendido la violencia en México, en sus distintas expresiones y mediciones.
Pero la espectacularidad de las tragedias, así como la publicidad que han recibido dentro y fuera del país, vuelve inverosímil la postura del gobierno. Si este dispusiera de una abultada cuenta de credibilidad, quizás podría revertir las impresiones y el sentido común simplista: ¿cómo puede haber bajado la inseguridad si mataron a seis soldados en Jalisco? La cuenta está vacía.
En segundo lugar, un estallido de esta naturaleza, que será pronto apagado, pone en duda la eficacia de los servicios de inteligencia. Sobre todo si uno recuerda que en noviembre, el presidente Enrique Peña Nieto, con toda razón y para sorpresa de algunos, incluyó a Jalisco entre las cuatro entidades en riesgo. La capacidad operativa, de fuego y publicitaria del cartel no debió haber tomado al gobierno por sorpresa.
De allí el desconcierto de algunas autoridades. Mencionó a dos: Relaciones y Sedena. En una filtración publicada en Reforma, la Cancillería envió primero estas líneas de comunicación a sus enviados: “Los presuntos delincuentes abren fuego contra el helicóptero y lo dañan”. Después, rectificó e informó: “Al detectar la presencia de las fuerzas federales, los presuntos delincuentes abrieron fuego contra el helicóptero en el que viajaban 18 elementos. Los impactos dañaron el rotor de cola de la aeronave e inició un descenso de emergencia. En el incidente, 3 elementos del Ejército mexicano perdieron la vida; otros están heridos y 3 más no han sido localizados”. Ya después se les comunicó que perecieron también los tres desparecidos. Ante el hecho que los narcos tiraron a un heliócptero con RPG y murieron seis militares, y luego fueron abatidos 9 narcos, la SRE pasó de eufemismo en eufemismo. Digamos que pecó de tacto.
No así el secretario de la Defensa. Hacía tiempo que no leía estas frases de saliendo del gabinete: “Los criminales son apátridas que lucran con el temor y el envenenamiento físico y moral de nuestro más grande tesoro, los jóvenes y niños, se trata de personas desadaptadas, sin escrúpulos ni conciencia ética….”. Entiendo el coraje del general Cienfuegos, pero no su lenguaje. Digamos que pecó la estridencia.

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