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Víctor Cardona Galindo

PÁGINAS DE ATOYAC

*El Paraíso (Octava parte)

En el periodo de 1981 a 1983 el cargo de presidente municipal de Atoyac recayó en Ladislao Sotelo Bello y la sindicatura en Epifanio Hernández Vélez, el hombre fuerte de El Paraíso muy cercano a los Figueroa. Al contender Ladislao por una diputación local Epifanio Hernández se convirtió el alcalde sustituto, acrecentando el poder que ya tenía en su ejido donde manipuló a las autoridades ejidales hasta 1993.
En 1987 otra vez, Epifanio Hernández fue síndico, pero ésta vez de Apolinar Castro Zamudio, a quien el gobernador José Francisco Ruiz Massieu depuso inventándole una enfermedad y puso en su lugar a Alejandro Nogueda Ludwig.
Fue ampliamente conocida la oposición de Hernández Vélez a la designación de Alejandro Nogueda en sustitución de Castro Zamudio, incluso en protesta renunció a la sindicatura, pero luego fue reinstalado en el cargo. Mucho se habló de una posible emboscada al nuevo presidente municipal cuando visitó El Paraíso invitado por Alberto Sotelo Lucena. Alejandro Nogueda tuvo que “apadrinarse” para que nada le ocurriera en sus recorridos por la sierra. Mucho se comentó que campesinos de El Paraíso y El Porvenir vendrían a tomar a sangre y fuego el Ayuntamiento de Atoyac para echar a Nogueda Ludwig a patadas.
Según los datos que se tienen, Epifanio Hernández Vélez fue agente de la Policía Judicial en los tiempos de la persecución a la guerrilla en los setentas, cuando se desarrollaron de manera masiva acciones extralegales de detención, secuestro y asesinato de campesinos sospechosos de simpatizar con la guerrilla. Después de la desarticulación de la guerrilla, Epifanio Hernández apareció como hombre fuerte y como cacique con propiedades en El Paraíso, donde se le ligó a los preciosos jardines que crecen en las laderas de la Sierra Madre del Sur de ahí el mote de “comandante Jardines o Epifanio Jardines”.
Entonces, Epifanio Hernández adquirió poder económico y político como policía y después de pertenecer a la PJE controló durante la década del 80 y parte del 90 a las autoridades de El Paraíso, que es el ejido cafetalero más importante del estado. Fue conocido como el principal cacique de la sierra de Atoyac y en El Paraíso llegó a encabezar un grupo llamado “Ingeniero Rubén Figueroa Figueroa”.
Como les decía, en 1988, Epifanio Hernández Vélez era otra vez síndico municipal, y los priistas de El Paraíso eligieron como comisario de unidad a Lorenzo Araujo Olai, todavía no existía el PRD. Al siguiente año iniciaría una pugna mortal por las autoridades municipales y ejidales que duraría más de una década y el hombre del llamado “comandante Jardines” estaría en el centro de la intriga.
En 1989 el PRI perdió la hegemonía en El Paraíso, el PRD ganó y el comisario Adrián Araujo, como presidente del Consejo Consultivo de Comisarios, le tomó protesta Octaviano Roque Ruiz, como presidente municipal popular, el lunes primero de enero de 1990, después de las fraudulentas elecciones del 3 de diciembre.
El 14 de junio de 1990 el comisario era Mario Valdez Lucena y publicaba El Acusador número 2, una hojita volante mimiografiada que era el boletín oficial de la comisaría municipal. Daba a conocer la planilla electa el segundo domingo de enero de 1990 integrada por Mario Valdez Lucena, suplente Javier Ocampo y los auxiliares Ricardo Lucena Basave y Bernardo Martínez Valdez, quienes ya habían buscado una camioneta para recolectar la basura que lo haría por primera vez en la historia de la comunidad y habían invitado a instalarse al Tianguis de Guerrero que traía buenos precios accesibles al bolsillo popular.
Pero había dualidad de funciones, porque el 8 de abril el otro bando había nombrado comisarios a Juan Lucena, Manuel Arzate, Efraín Lucena y Tobías Marcelo. El Acusador número 3, del 26 de junio de 1990, denunciaba que el grupo de poder que encabezaba Epifanio Hernández, Guadalupe Andrés y Nacho Sotelo, habían comprado un sello sin autorización de la asamblea para dárselo a Juan Lucena. En este contexto se dio un primer atentado a Mario Valdez Lucena encabezado por Epifanio Hernández donde el dirigente perredista únicamente salió golpeado a cachazos.
Pero para 1993 Ignacio Sotelo, Alberto Sotelo Lucena y Mario García Marcelo entre otros priistas se le rebelaron a Epifanio Hernández, se aliaron con los del PRD y le arrebataron el poder colocando a Mario García Marcelo como presidente del comisariado ejidal, cuya principal acción consistió en hacer una revisión del padrón de ejidatarios.
Para 1993, el priista Quintín Hernández Bernal había sido electo el 27 de junio, como comisario municipal, y la planilla de la disidencia encabezada por Alberto Sotelo Lucena, que perdió por un voto, no reconoció el triunfo, y al llegar María de la Luz Núñez Ramos a la Presidencia Municipal se convocó a nuevas elecciones.
Por eso el 20 de febrero de 1994, cerca de 200 priistas bloquearon la carretera a un kilómetro de la comunidad “protestaron así por la elección extraordinaria de comisario municipal, convocada por el Ayuntamiento de extracción perredista, que en el trascurso del día se realizó en zócalo de la localidad”, escribió Maribel Gutiérrez.
Los priistas esperaban la llegada de la presidenta municipal, María de la Luz Núñez Ramos, para dialogar con ella y exigirle respeto al comisario Quintín Hernández Bernal quien estaba en funciones desde el 27 de junio de 1993.
A pesar del bloqueo priista las elecciones se realizaron en el Zócalo de la población, con el empleo de urnas y credencial de elector, donde se presentó únicamente la encabezada por Evaristo Ríos Castillo e integrada como suplente Rafael Adame Juárez, vocales Alberto Sotelo Lucena y Ricardo Lucena Basave, 694 votos respaldaron esa planilla.
Después de eso se vinieron años de conflicto interno profundo y violento que llegó a su clímax cuando el 6 de septiembre de 1994, alrededor de 22 priistas, que se habían constituido en grupo de trabajo “Rubén Figueoa Figueroa”, encabezados por Mariano Bautista Catalán, que de acuerdo al rol priista le tocaban ser comisario de El Paraíso, fuertemente armados secuestraron un camión cervecero a las 12 del día. Y estuvieron a punto de enfrentarse con la policía comunal del comisario perredista Evaristo Ríos Castillo, quien había firmado un convenio de exclusividad con la cervecería Corona, de 75 mil nuevos pesos por el año.
Las cosas estuvieron así: a las 12:30 horas, llegó un camión de la cervecera Corona a El Paraíso conducido por el chofer Guadalupe Gregorio Díaz Hernández, cuando se presentó el grupo encabezado por Mariano Bautista Catalán, tomó el camión y lo metió en la casa de la señora Sóstenes Catalán donde quedó retenido. Los priistas armados y los comunales de Evaristo estuvieron a punto de desencadenar una tragedia al cortarse cartucho, cuando decenas de niños salían de la escuela primaria.
En respuesta a estos hechos el viernes 9 de septiembre de 1994, habitantes de El Paraíso hicieron una marcha al Ayuntamiento de Atoyac y luego bloquearon la carretera para exigir se acabara la dualidad de comisarios en El Paraíso y denunciaron que el grupo Rubén Figueroa secuestró un camión cervecero. Con pancartas que decían: “Fuera grupos armados protegidos por Figueroa”, después de realizar un mitin en el Zócalo frente al Ayuntamiento se dirigieron a tomar la carretera federal que bloquearon a partir de la 1:30 de la tarde con alrededor de 300 personas encabezadas por Evaristo Ríos Castillo y Mario García Marcelo. Los manifestantes realizaron pintas en algunos camiones de pasajeros.
A los dos días el Ayuntamiento que encabezaba María de la Luz Núñez Ramos respondió y el 11 de septiembre de 1994, por primera vez se realizó un Cabildo abierto en El Paraíso, donde se trató el asunto de dualidad de comisarios. A pesar de esto y de las intercesiones del gobierno de Rubén Figueroa Alcocer las cuestiones continuaron, porque de alguna manera el gobierno del estado tomó partido a favor de los priistas y la comuna municipal a favor de los perredistas.
En este conflicto los priistas acusaban a los perredistas de ser dueños de las cantinas que proliferaban en la población y los perredistas acusaban a los priistas de paramilitares y de delincuencia organizada.
El 5 de noviembre de 1994, se llevó a cabo una reunión del ejido en la cual se revisó el padrón y se autorizó su ampliación, pasando de 559 a 750 ejidatarios. Luego vendría el fallo el 29 de mayo de 1995, el Tribunal Unitario Agrario del Distrito 12 con residencia en Chilpancingo de los Bravo, Guerrero, resolvió en definitiva el juicio que promovieron Mario García Marcelo, Valeriano Reséndiz Hernández y Adrián Araujo Carrillo, presidente, secretario y tesorero del comisariado ejidal del ejido de El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Gro., en el expediente T.U. XII-012/95. La resolución final del citado tribunal estableció que era legal la asamblea ejidal celebrada el día 5 de noviembre de 1994.
Por varias décadas, las autoridades ejidales no apoyaron la idea de que hubiera nuevos ejidatarios, “aun cuando todo el pueblo conociera que los campesinos eran dueños de una parcela y que además la trabajaban. Con el trabajo de Mario García Marcelo y compañeros del comisariado ejidal se regularizó el padrón y el nombre de muchos ejidatarios fallecidos se cambió por el de sus sucesores”, escribió Esteban Hernández.
Las cosas se pusieron al punto de la explosión cuando el 15 de septiembre de 1996 fue baleado Mario Valdez Lucena, por un grupo de priistas que en el ataque usaron cuernos de chivo, rifles AR-15 y escopetas automáticas, hecho que le dejó ocho heridas de bala, el ojo izquierdo totalmente perdido y el derecho sin pupila, sin iris y recuperada su visibilidad en un 50 por ciento. Actualmente está a punto de quedar ciego por completo.
Epifanio Hernández Vélez se ausentó de El Paraíso y se refugió de nuevo en la Policía Judicial del Estado y reapareció en la región en 1997 como comandante comisionado en Atoyac para investigar los homicidios políticos y el secuestro de Pablo Gerardo Morales Román. El campesino José Luis Blanco Flores, que fue detenido el 29 de marzo, identificó a Epifanio Hernández como su torturador.
Luego el 2001, Hernández fue nombrado director encargado de la Policía Judicial del Estado, entonces en respuesta en Atoyac se formó el Movimiento por la Seguridad de los Pueblos lo conformaron: la Afadem, OCSS, PRD, Frente Ciudadano, RASA, personal de la Preparatoria número 22, el Comucam, Unidad Democrática Atoyaquense, la iglesia Dios único, el Partido Revolucionario de los Trabajadores y la CETEG, quienes denunciaron a Epifanio Hernández Vélez como torturador, saqueador, de tener nexos con el narcotráfico, acopiador de armas prohibidas, asesinatos y promover los grupos paramilitares y asociación delictuosa. Pidieron que se le enjuiciara por delitos de desaparición forzada y delincuencia organizada.
El Movimiento Ciudadano por la Seguridad del Pueblo de Guerrero realizó una manifestación con antorchas el sábado 15 de septiembre por la noche, dos horas antes del grito de Independencia, para exigir que no fuera ratificado Epifanio Hernández Vélez como director de la Policía Judicial del Estado (PJE). El 17 de octubre del 2001 un grupo de ciudadanos a las 13 horas le pintarrajeó las oficinas al síndico Alberto Sotelo Lucena, por haberse declarado a favor de Epifanio Hernández Vélez.
La última noticia que se tuvo del hombre fuerte de El Paraíso, fue cuando el viernes 8 de octubre del 2010 fue asesinado en la ciudad de Chilpancingo. Un solitario pistolero le disparó con una 3.80, pegándole nueve tiros en el estacionamiento del hospital del Niño y la Madre del ISSSTE a las 12 del día. El comandante abordaría un Tsuru blanco, después de salir de consulta.

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