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Termina el público bailando en espectáculo de flamenco y sones de tarima guerrerenses

Anarsis Pacheco Pólito

Chilpancingo

Entre sones de tarima tixtlecos, cante, castañuelas y cajitas de Olinalá, se realizó la fusión de la música y la danza andaluza-guerrerense presentada el viernes por la noche en el Auditorio Sentimientos de la Nación por las compañías Al Alba y Akais Chindos con el espectáculo Flor Andaluza, raíz guerrerense.
En los tiempos modernos donde apenas la juventud despierta y los adultos aún rechazan sus raíces folclóricas, nace la necesidad de protegerlas, de hacerlas suyas nuevamente y compartirlas con el resto del mundo, esta noche fueron reivindicas de manera natural por el bailaor guerrerense Raúl Salgado Parra y el coreógrafo argentino Sebastián Sánchez, quienes lograron trasmitir la importancia de preservar los sones de tarima, que al paso del tiempo han ido desapareciendo.
A pesar de no contar con un lleno total, el auditorio fue testigo de otra nueva fusión del flamenco, más arraigado a nuestro estado, que logró un ensamble peculiar de los sones de tarima de Tixtla y el cante, sin restarse méritos a ninguno y al final creando un verdadero fandango en el que participaron algunos asistentes.
Se levantó el telón, dejando entrever cuatro cajitas de Olinalá de las cuales salieron, quizá por primera vez, notas musicales en las manos de los cuatro bailarines que participaron en el espectáculo que hicieron música con la artesanía más representativa del estado, pues las tocaron junto con las castañuelas rítmicamente, siendo ésta la primera fusión de la noche…
El escenario fue decorado con artesanía guerrerense, que colgaba en la parte del fondo del escenario y estaba conformada por tapetes redondos, flores de maíz, máscaras de tigre de Chilapa, además que al centro de la escena fue colocada una máscara de jaguar de un metro y medio de diámetro y del lado derecho del escenario fueron colocados sobre una tarima el guitarrista y el cantaor de flamenco.
Al extremo izquierdo de la escena fueron colocados sin tarima el conjunto de músicos regionales de Tixtla, integrado por el cantante que tocaba el arpa, dos jaranas y el que tocaba el cajón de madera para los sones de tarima.
La primera pieza le correspondió al conjunto tixtleco, que con sólo los acordes de las cuerdas de arpa acompañó a la bailaora que vestía un traje  blanco típico de flamenco, acompañado de un rebozo verde con bordados guerrerenses.
La dinámica se dio de manera simple sin crear conflicto o confusión entre el público, pues en la primera parte del espectáculo se iban compaginando cada uno de los sones con el cante español, dándole su espacio y su momento adecuado.
Los trajes de los bailarines de flamenco contaban con bordados alusivos a los decorados de las artesanías de la región de La Montaña y con ello unían las culturas de dos continentes diferentes, provocando entre el público aplausos.
Las letras en el baile flamenco son el corazón del baile, pues es el momento en que el bailaor siente la esencia del cantante y la interpreta en su baile y cada letra es un conjunto de versos del cante flamenco y normalmente en un baile se interpretan de una o tres letras.
A la presentación se sumaron dos tlacololeros que al sonido del chirrión sacudieron el auditorio y despertaron los ánimos del público, quienes aplaudieron al verse reflejados y representados por la típica danza de la región Centro; en la misma pieza que participó el guerrerense Raúl Salgado Parra, como solista, y en la escena se colocó una máscara gigante de la Danza de los Diablos de la Costa Chica.
La función duró tres horas, que tuvieron un intermedio de 15 minutos. En la segunda parte del espectáculo participó un declamador de poemas de Tixtla, quien logró robarse carcajadas del público con las coplas que relataban su vida desde la niñez hasta el día de su boda y recordando las costumbres de la región.
En su oportunidad el coreógrafo Sebastián Sánchez se presentó en calidad de solista, quien al final de su pieza, en donde era sólo iluminado por una luz blanca, finalizó su interpretación señalando la tarima en donde estaban dos niños de 6 años vestidos con trajes regionales, quienes a la indicación del argentino iniciaron su baile demostrando la gran capacidad para interpretar el zapateado de los sones de tarima.
La segunda parte se caracterizó por una mayor presencia de la interpretación del cante jondo, acompañado del guitarrista de flamenco. Se interpretaron tres piezas seguidas acompañado por el coreográfo y en el clímax de la interpretación del bailaor inundó la atmósfera de pasión en cada una de sus movimientos con los brazos, que iban de lo frágil al impulso de un movimiento rápido y bien marcado.
Para cerrar el espectáculo se interpretó la danza de La Iguana, en donde el publico le siguió el ritmo y aplaudió sin descanso.
El cantante de flamenco y el guitarrista se bajaron de su escenario para intentar bailar como los niños de seis años que se tiraban al suelo para imitar a la iguana.
Al escenario subieron algunos asistentes, para bailar con las parejas del flamenco y los que bailaron los sones de tarima. El coreógrafo argentino aprovechó al final para decir unas palabras de agradecimiento a los asistentes.
Al espectáculo asistió la esposa del gobernador, Laura del Rocío Herrera de Aguirre, quien subió al escenario por invitación del argentino, quien cedió la palabra a la directora del DIF quien felicitó a los músicos y bailarines por la excelente representación artística que le brindaron al público de Chilpancingo.

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