Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jorge G. Castañeda

Medios que no denuncian, ciudadanos inermes

Ya arrancó la campaña presidencial en Estados Unidos, y como siempre, encierra algunas lecciones para México. Una de las peculiaridades de esta contienda norteamericana es que no siendo aspirante un presidente en funciones, de todas maneras la candidata Demócrata carece de rivales, por lo menos por ahora. De allí que su principal oposición se encuentre entre los Republicanos, o en los medios. Por otro lado, la abundancia de suspirantes conservadores en el partido conservador –llegarán quizás a 10 para fin de mes– hace que entre ellos se peguen poco, respetando la máxima de Ronald Reagan: “Nunca hables mal de un compañero de nuestro partido”. De tal suerte que también del lado de la derecha, la crítica y la lupa permanecen en manos de los medios de comunicación.
Estos son de dos tipos, grosso modo. Por un lado, los periódicos y las cadenas serias –liberales en el sentido norteamericano, como The New York Times, The Washington Post, PBS, NPR, o conservadores, como The Wall Street Journal– y las más escandalosas y estridentes, de izquierda o de derecha, como Fox, MSNBC, The Huffington Post o varias más.
Unos medios se concentran en la denuncia de opinión; reproducen y amplifican las investigaciones de los otros. Estos encargan largas y costosas pesquisas sobre la vida, la historia, las finanzas o los amigos de las o los candidatos, sin que importe mucho si los blancos de su afán investigativo coinciden con sus ideas o no. Todo se vale, contra adversarios o aliados. En su conjunto, constituyen el irritante e indispensable cuarto poder.
En México, por motivos distintos, hoy no hay realmente oposición tajante, con la excepción de AMLO y Morena, cuyas posturas serán radicales pero sin sustancia. De allí que también sean los medios quienes finalmente y por default se ven condenados ya sea a fungir como opositores, ya sea a volverse cómplices de la aparente unidad o silencio de la clase política sobre sí misma. En las campañas para gobernador, los candidatos se dan hasta con la cubeta; en las de diputados federales, ni con el pétalo de una rosa (marchita). De modo que si los medios no cumplen con el papel que la coyuntura o la política les ha asignado, impera un vacío de investigación, denuncia o exigencia.
Por desgracia, en México los medios susceptibles de realizar esa tarea son pocos. Los que tienen audiencia, carecen de voluntad; los adeptos de un periodismo militante o activista, carecen de audiencia, y las redes sociales no bastan. De manera que corremos el riesgo en estas elecciones, que afortunadamente no importan mucho, de que nos suceda lo que en 2012: la falta de una mirada acuciosa, obsesiva y denunciante por parte de los medios, deja inerme a una ciudadanía con escasa experiencia democrática, apenas organizada, y desprovista de la información necesaria para tomar decisiones. Los ciudadanos tenemos la culpa, pero los medios donde comentamos los comentócratas, también.

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