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“No debo nada”, fue lo último que le dijo su hijo antes de ser desaparecido en Chilapa, relata

*En su búsqueda ha acudido con los civiles armados que irrumpieron en la ciudad, con el Ejército, la Gendarmería, la PGR y marchó para exigir la salida de ese grupo, recuerda la madre de Alejandro Nava de 21 años. Un testigo vio cuando lo subieron a una camioneta y él gritaba “¡trabajo en materiales San Rafael!”, afirma

Beatriz García

Chilapa

Los padres del joven de 21 años, Alejandro Nava Reyes, uno de los desaparecidos durante la irrupción de civiles armados a esta ciudad, y los demás familiares se reúnen a diario para estar pendientes de los trámites que les piden para seguir la investigación, y esperan recibir noticias de sus familiares.
La madre de Alejandro tiene la esperanza de ver a su hijo de regreso, con su esposo y sus demás hijos acudió a las tres marchas en la ciudad para exigir la aparición con vida de su hijo, cuando los civiles armados seguían en la ciudad.
Desde ese momento no dejaron de seguir las acciones que junto con familiares de otros 15 desaparecidos emprendieron para tener de regreso a sus familiares.
Acudieron a interponer su denuncia ante el Ministerio Público, después regresaron para ampliarla, ante la llegada de un equipo multidisciplinario de la PGR nuevamente acudieron para los trámites para reforzar la investigación.
La mamá de Alejandro recuerda el último día que vio a su hijo, justo el Día de las Madres, ese día ya se sabía que los civiles armados revisaban a transeúntes.
A Alejandro su madre le pidió que no fuera a ver a su novia, porque temía que algo le pasara.
“Mami yo no hago nada, no debo nada”, la mamá de Alejandro lo escuchó decir antes de partir, seguro de que no le pasaría nada, pues sabía que no tenía nada qué ver con los grupos criminales que pelean la zona.
A su hijo desde los 14 años le gustó trabajar, hasta antes de desaparecer manejaba un carro de materiales que le absorbía la mayoría de su tiempo, trabajaba desde las 7 de la mañana y cuando terminaba temprano era a las 7 de la noche, entonces se iba a visitar a su novia, esa era su rutina, recuerda.
Ese 10 de mayo Alejandro ya no regresó, tampoco llegó a la cita con su novia. Su madre no se percató de su ausencia, sabía que su hijo al llegar a casa apagaba la luz de la cocina y ese día eso sucedió.
Al otro día, a las 6:00 de la mañana su hermano mayor se apresuró a ver a sus padres, su hermano no había llegado a dormir, la luz la había apagado él.
Temieron que los civiles armados le habieran hecho algo, acudieron con ellos pero negaron que lo tuvieran.
El hermano mayor de Alejandro habló con uno de los hombres encapuchados, exigió que se lo regresaran y el civil armado le preguntó que si tenía pruebas de que ellos lo tenían, además preguntó por el nombre del joven, sus rasgos físicos y en que se trasportaba.
Dijo que no tenían a Alejandro, porque él conducía una motocicleta negra cuando desapareció, y los que irrumpieron traían la orden de aprender a quienes anduvieran en motocicletas verde y naranja.
Después, cuenta la madre de Alejandro, fueron a pedirle ayuda a los policías federales de la Gendarmería, porque se enteraron que cuando agarraban a alguna persona los civiles armados los llevaban con ellos, sin embargo les dijeron que ellos tampoco lo tenían, también fueron con el Ejército y no encontraron respuesta.
La madre de Alejandro asegura que los civiles armados se lo llevaron, una persona allegada a su familia les dijo que vio cuando lo subieron a una camioneta y él gritaba “¡trabajo en materiales San Rafael!”.
“Esas personas del gobierno (la Gendarmería y Ejército) que estuvieron ahí veían cómo agarraban a las personas, y ellos ahí de estatuas con las armas, y dijeron que cuando les dieran la orden de hacer algo lo iban a hacer”, reprochó la madre de Alejandro.
Dijo que tiene miedo pero que eso no le impide seguir la búsqueda de su hijo, “aunque yo tenga miedo yo quiero a mi hijo, porque yo sé que él trabajaba, no andaba en la calle, cuando una persona anda en la calle dices a lo mejor trabajaba mal, pero en mi caso yo sabía que mi hijo trabajaba en la casa de materiales”, mencionó entre sollozos.
Este martes seguirán en la lucha de que les devuelvan a sus hijos, se reunirán con los demás familiares y esperarán a que den las 3 de la tarde, cuando se cumplan las 48 horas que le dieron al gobernador Rogelio Ortega Martínez para que les entregue a sus familiares, “ahorita tenemos una esperanza de que aparezcan nuestros hijos”.

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