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Se organizan en una unidad habitacional de Chilpancingo para protegerse de los delincuentes

Rosalba Ramírez García

Chilpancingo

Vecinos de la unidad habitacional Las Torres se organizan para cerrar el acceso a más de 500 casas ante el incremento del número de asaltos en las viviendas y robos de autos a mano armada, y la presencia de personas ajenas al lugar.
Ayer, unos 40 vecinos de Las Torres se reunieron en una de las primeras calles de la unidad habitacional, una de las más grandes en Chilpancingo, donde hay más de 500 casas, la mayoría de trabajadores del estado.
En lo que va del año, han asaltado cuatro casas y se han robado unos cinco carros, pero son números de los que han informado los vecinos al comité de la unidad habitacional.
El detonante que llevó a los habitantes de Las Torres a buscar medidas de protección fue el asalto y secuestro de uno de los vecinos al mediodía el jueves, cuando hombres armados llegaron a su casa y lo mantuvieron, junto con su familia, privado de su libertad mientras revisaban la casa, de donde se llevaron todos los objetos de valor que encontraron.
Encabezados por el comité de vecinos que no proporcionaron sus nombres por temor a represalias de los asaltantes que operan en la unidad habitacional, ayer en la reunión se planteó la posibilidad de cerrar las tres entradas, para que sólo sean vecinos los que tengan acceso.
Integrantes del comité de vecinos plantearon que la unidad habitacional no está registrado como fraccionamiento privado, por lo que encontrarían inconvenientes legales.
Sin embargo, los vecinos, principalmente los afectados por la inseguridad, algunos a los que les han quitado sus carros o los que han robado pertenencias en sus casas, insistieron en que no tienen que pedirle permiso al municipio para cerrar la unidad, debido a que las autoridades no han atendido el problema cuando los vecinos lo han solicitado.
En la reunión, varios asistentes mencionaron que en decenas de ocasiones han llamado a los números de emergencia como el 066 y el 086 para pedir auxilio a la policía municipal cuando ocurren asaltos, principalmente a mano armada, pero los policías no llegan ni siquiera después para realizar rondines.
Informaron que incluso, en la calle principal, algunos de los asaltantes a los que identifican por sus características físicas, “un alto de barba y un chaparro flaco”, desde un coche Sentra vigilan quiénes entran y salen de la unidad, e informan que los han llegado a ver armados.
Los asaltantes han tomados hasta dos días para consumar sus asaltos, hacen un primer intento de entrar a las casas, y si no lo logran por la calidad de las chapas o candados, al otro día llegan con barretas, mazos o pinzas para cortar cadenas.
Una de las propuestas que alcanzaron mayor consenso fue la de implementar en la unidad habitacional el plan “vecino vigilante” para que, mediante silbatos se puedan avisar de situaciones de riesgo, como alarma para que salgan a cerrar las calles y cerrar el paso a los delincuentes.
“La delincuencia no está organizada, está apadrinada”, insistió uno de los vecinos que sufrió un robo en su casa, y explicó que si las autoridades municipales “no atienden el problema, por algo será”.
Incluso comentaron que, hace unas semanas se llevaron a una joven unos hombres que la subieron a una camioneta, y que a la fecha no ha regresado; otro de los vecinos tuvo que correr a unos desconocidos que estaban afuera de su casa, amenazándolos con un tubo.
Acordaron reunirse otra vez, y esperan que esté la mayoría de los vecinos para tomar decisiones; por lo pronto acordaron cooperarse para bardar una de las entradas para que no haya dos salidas en cada una.

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