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Blatter, adiós al sueño de la eternidad

DPA

Madrid

Joseph Blatter se agarró al poder en FIFA contra viento y marea obsesionado por un anhelo imposible: ser amado por los fans como lo eran los futbolistas. Acosado por una investigación judicial de corrupción que cada vez siente más cerca y denostado en las primeras planas de medio mundo, el suizo de 79 años tiró la toalla.
“Si bien tengo el mandato de los miembros de la FIFA, no siento que tenga el mandato de todo el mundo del futbol, los fans, los jugadores, los clubes, la gente que vive, respira y ama el futbol como todos lo hacemos en la FIFA”, explicó el suizo de 79 años al anunciar su renuncia cuatro días después de ser reelegido por un quinto mandato como presidente del ente rector del futbol mundial.
Después de 17 años en la cima y 40 en su seno, el ente rector del futbol mundial lo era todo para el suizo, que pese a ser la cabeza de un sistema penetrado por la corrupción, ansiaba presentarse como el adalid de las reformas que devolvieran la credibilidad a la organización.
Hace cuatro días, no parecía importar el tiempo que le llevara. Parecía incluso dispuesto a seguir eternamente en la FIFA, a morir en el puesto como hizo su amigo Julio Grondona, caudillo del fútbol argentino y vicepresidente primero de FIFA hasta su último día.
“Algunos dirán que llevo mucho tiempo. Pero qué es el tiempo, el tiempo es eterno. Y yo siento que el tiempo que llevo en la FIFA ha sido muy corto”, había señalado Blatter en el Congreso del viernes.
Pero el suizo llevaba media vida en la FIFA, a la que llegó en 1975 como responsable de proyectos de desarrollo después de ser relaciones públicas de Turismo en su natal Cantón de Valais y dirigente de la Federación de Patinaje sobre Hielo suiza.
El brasileño Joao Havelange, su predecesor, lo nombró secretario general en 1981 y 17 años después le entregó el asiento de presidente. En ese tiempo, el brasileño y el suizo hicieron de la organización una máquina de hacer dinero con la explotación de la Copa del Mundo.
Pero alrededor del juego florecieron los negocios turbios y la corrupción. Sus íntimos fueron cayendo escándalo tras escándalo, incluido el propio Havelange, pero él logró siempre salir indemne. No así su imagen pública.
“Es un dictador vitalicio”, dijo de Blatter el legendario ex jugador Diego Maradona. El helvético no tiene el afecto de las estrellas ni de los fans, su fuerza residía en el interior del organismo, donde el sistema de “un país, un voto” lo mantenía firme en el cargo.
Se acabó para el suizo el sueño del Premio Nobel de la Paz, ese que albergaba mientras intentaba mediar en el conflicto entre israelíes y palestinos o se ufanaba de haber llevado la Copa del Mundo por primera vez a África.
¿Qué hará Blatter sin la FIFA? ¿Qué hará Blatter ante el “miedo al vacío” del que lo acusó su principal rival, el francés Michel Platini? ¿Y sobre todo qué hará Blatter si la investigación por corrupción de la Justicia de Estados Unidos acaba implicándolo? Su sueño de eternidad terminó en pesadilla.

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