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Humberto Santos Bautista

Las elecciones en Guerrero y los círculos de la perversión

Para los políticos la prioridad son las elecciones, porque para ellos, en Guerrero, no ha pasado nada. Su ambición por el poder los volvió –además de sordos y ciegos– insensibles. Se desnudan solos al hablar y por eso, cuanto más abren la boca los candidatos, más debieran abrir los ojos los ciudadanos, para entender que ha sido precisamente la clase política agrupada en la partidocracia –PRI, PRD, PAN, PVEM, Panal y otros– la principal responsable de haber hundido en la miseria a la mayoría de la población. En Guerrero, la política hace mucho que dejó de ser un servicio público y se convirtió en el medio más eficaz para enriquecerse a la sombra del poder. Esa es la causa principal de que seamos el estado más desigual del país y que tengamos a los municipios más pobres de América Latina (Metlatónoc, Cochoapa el Grande, Acatepec); que los derechos humanos se violen de manera sistemática y que el rezago educativo sea una maldición que todavía no hayamos podido trascender.
En estos tiempos de oscuridad, es esa misma clase política perversa, mediocre y corrupta, la que llama a votar a la población con una serie de mentiras que pretenden suplantar su falta de propuestas y programas. Por ejemplo, dicen que las elecciones son la única alternativa que tenemos los ciudadanos, y con ese dogmatismo fundamentalista pretenden convencer a los ciudadanos que la panacea a sus males está en que vayan a votar, y se les olvida que más de una vez, el pueblo ha ido a votar con la esperanza de que haya un cambio en su vida cotidiana, y ha mirado que una vez instalados en el poder, las políticas que aplican los gobernantes, nada tiene que ver con lo que los candidatos de los distintos partidos dicen y ofrecen en las campañas. ¿Alguna vez el PRD y sus candidatos le dijeron al pueblo que firmarían el llamado “Pacto por México” y que iban a apoyar las reformas estructurales del presente régimen? El reclamo es al PRD porque en la última elección federal de 2012, miles de guerrerenses votaron por ese partido; y como nunca le hablaron de esas reformas al pueblo, lo que hicieron después, una vez en el poder, sólo tiene un nombre: se llama traición.
En ese marco y con esas actitudes que han adoptado los dirigentes del PRD –sobre todo, su presidente nacional–, es una falacia que se sigan presentando como un partido “de izquierda”, porque si eso es la izquierda, parece que los perredistas se verían más decentes si asumen que reproducen mejor los discursos más conservadores de la derecha. Si a un partido lo identifica una declaración de principios, un programa de acción y unos estatutos, entonces, la evidencia pareciera demostrar que el PRD es un partido sin principios, se quedó sin programa y tampoco respeta sus estatutos. El PRD pasó a ser una simple agencia de colocaciones y por eso no representa ninguna opción para los guerrerenses. Son los mismos de siempre, los que han saqueado y empobrecido a la matria, son los mismos que han pervertido a la democracia y rápidamente la convirtieron en cleptocracia. ¿Por qué habría que votar ahora por los mismos que en una década se encargaron de pudrir a la izquierda guerrerense y casi pudrieron al estado?
En ese contexto y si es cierta la afirmación de Andrés Manuel López Obrador, en el sentido de que “en política, el que se aflige se afloja”, en este momento coyuntural y de definiciones, los guerrerenses, para no afligirnos ni aflojarnos, tendremos que reflexionar en serio sobre cuál es el sentido de ir a votar. ¿Cómo y por quién votar si en Guerrero la clase política es absolutamente impresentable y no tenemos opciones para ejercer nuestro derecho a votar y elegir libremente? ¿Cómo optar entre un PRI que representa lo peor de un pasado que se creía superado y cuyo regreso sería una derrota para las luchas históricas por la democracia y el PAN que es una derecha atrasada que ha demostrado su incapacidad y su ineptitud para gobernar, pasando por el PRD que aglutina a una llamada “izquierda” rupestre, carente de principios, sin ideas y sin proyecto propio? ¿Se puede pensar que el Partido Nueva Alianza sea una alternativa cuando siempre estará asociado por su origen, a lo que representa el símbolo de la corrupción de este país? ¿Alguien puede votar sin rubor por el PVEM que se ha encargado de envenenar el medio ambiente con la basura electoral que utiliza para promoverse? ¿Cómo vamos a votar por políticos que siempre han tenido una visión patrimonial de la cosa pública, y sólo han sido eficientes para hundir en la miseria a los guerrerenses? ¿Por qué tendríamos que votar por quienes ya hemos votado y sólo nos han condenado a seguir viviendo en condiciones de desigualdad que lastiman y ofenden la conciencia del pueblo de Guerrero?
¿De qué nos ha servido ganar elecciones, con supuestos candidatos “de izquierda” si una vez instalados en el poder han demostrado su incapacidad para gobernar y las victorias electorales no han servido para promover ningún cambio sustancial en la vida de la gente? ¿Para qué nos sirve a los ciudadanos un gobernador, un senador, un diputado o un presidente municipal corruptos que, además, nos salen muy caros por los estratosféricos sueldos que cobran, por hacernos “el favor de gobernarnos”? ¿Cómo es posible que hayamos permitido el secuestro de la democracia por una partidocracia que sólo tiene como fin mantener sus privilegios? ¿Ya se les olvidó a los que ahora llaman al “voto útil” que hace apenas unos años eso sólo sirvió para padecer la docena trágica del panato de Vicente Fox y Felipe Calderón? ¿Cómo es que los guerrerenses con una historia brillante hayamos permitido que nos gobierne una clase política perversa, mediocre y corrupta? ¿Nos gobiernan los mediocres porque votamos mediocremente?
Por eso la partidocracia ha terminado por envenenar el alma de los ciudadanos con su demagogia y ha desgastado el ejercicio de la política, hasta casi demostrar su inutilidad, porque sea quien sea el elegido, termina administrando el mismo proyecto, que no se decide por los ciudadanos sino por los organismos financieros internacionales: el FMI, la OMC y el BM. La clase política organizada en la partidocracia no ha sabido leer el contexto de Guerrero y sigue utilizando a los guerrerenses sólo en los procesos electorales, desperdiciando sus enormes reservas culturales para potenciar un cambio real que se traduzca en mejoras sustanciales en la vida de la gente.
Por supuesto, para movilizar las conciencias de todos los hombres y mujeres guerrerenses, hay que tocar las fibras más sensibles del pueblo, las que tienen que ver con su hambre y sed de justicia, con sus aspiraciones de vivir en paz, de refundar sus instituciones para devolverles la credibilidad perdida, de devolver la esperanza a sus hombres y mujeres, de ofrecer opciones de empleo y de educación a los jóvenes y a los niños, porque solo desde ahí se puede empezar a transformar las condiciones de miseria en las que vive la mayoría de la población. Sin embargo, la actual clase política no está interesada más que en mantenerse en el poder.
Es tiempo de que Guerrero salga de los últimos lugares en marginación y pobreza, y luchar por un desarrollo con equidad y pertinencia para todos. Para lograr estas metas, se requiere de la participación de todas y todos los guerrerenses en la cosa pública. Es decir, hay que refundar las instituciones y refundar al estado. Sólo de esa forma tendremos el proyecto que el pueblo de Guerrero necesita. En el 2021 se cumplirá el bicentenario de nuestra independencia y ya es hora de iniciar un gran cambio cultural y tomar en nuestras manos nuestro destino, para honrar el sufrimiento de generaciones que se han manifestado de diferentes formas por el derecho a una vida digna para todos. Es hora de luchar por nuestra tercera independencia: la independencia cultural y de pensamiento.
Solo de esta forma, la gente de abajo podrá conquistar el poder, porque acceder al poder no se limita a tener cargos en el gobierno o en las cúpulas de los partidos, sino a la posibilidad de que cambie la relación del pueblo con sus gobernantes, que finalmente son nuestros empleados, para poder decidir las políticas públicas que den respuesta a los problemas emergentes como la pobreza, la desigualdad, la educación, la inseguridad, el desempleo, la inequidad, la migración, la salud… El poder como un gran proyecto que convoque a la participación de todos, capaz de potenciar un gran cambio cultural que permita construir opciones para mejorar las condiciones de vida. Si la democracia no va a remediar en algo las enormes desigualdades sociales, entonces ¿para qué sirve luchar por ella? ¿Qué sentido tiene ir a votar y elegir a gobernantes corruptos? Si –como diría el clásico–, es hora de mandar al diablo a la partidocracia y a los políticos, es porque en este momento no hay condiciones para ir a un proceso electoral democrático. ¿Cómo organizar elecciones en un contexto de antidemocracia, de violencia, de injusticia y de impunidad? Hay 43 razones para entender que sin justicia no hay democracia posible. Para los guerrerenses es sin duda una tragedia mirar cómo las ambiciones de poder de unos pocos, han terminado por destruir al estado y desvanecer rápidamente las posibilidades de un cambio real, en las condiciones de vida del pueblo. Pero el cambio, sin duda, está en cambiar las formas de pensar y en hacer esa revolución cultural que nos falta. Esa será nuestra tercera independencia en este siglo XXI.

* Profesor Investigador de la Uni-dad 12A de la Universidad Pedagó-gica Nacional, de Chilpancingo, y ex director de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.

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