Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Pedro Isnardo de la Cruz

El voto por Guerrero. Decidan y juntos a asumir las consecuencias

El 40 por ciento es la cifra de la votación del padrón electoral que necesita el ex presidente municipal de Chil-pancingo, Héctor Astudillo, para que el PRI venza en la elección y recupere la gubernatura. Es una apuesta demasiado alta y lamentablemente para su campaña no conquistó a nuevos y masivos electores guerrerenses, testigos de la debilidad política/corruptibilidad de gobernadores desde hace décadas y de una economía nacional en crisis.
Posiblemente tendremos un mayoritario voto complejo por diferenciado: nadie conquistó todo y a todos. Los ex gobernadores tiraron sus propios dados en el proceso: a través de su hijo el ex gobernador Rubén Figueroa ha dejado testimonio vía intersección ilegal de conversaciones de apoyar a la candidata Beatriz Mojica del PRD a la gubernatura y al candidato Evodio Velázquez, por la presidencia municipal de Acapulco.
Ángel Aguirre llevó al senador Sofío Ramírez al tablero de Héctor Astudillo, confesando su confusión y paranoia política. Al inicio del proceso pactó con Jesús Zambrano la candidatura de Beatriz Mojica y en la tercera semana de mayo se reunió con Guadalupe Acosta Naranjo, el coordinador de campaña de la candidata perredista. Con ambos movimientos, el ex gobernador Aguirre muestra el temor mayor del solitario momento de la pérdida del poder: ¿quién puede garantizarle impunidad? ¿Mejor con ambos, no vaya a ser…?
Aguirre no cree en el mágico 40 por ciento astudillista, pero le ha puesto una de sus dos velas.
El ex gobernador Zeferino Torreblanca tiene la posibilidad de revertir una imagen política muy dañada en el estado y a la vez relativamente aceptada en Acapulco.
Walton y Torreblanca pueden poner en jaque desde Acapulco el voto perredista en el estado y sellar dramáticamente el fracaso de la campaña de Beatriz Mojica y de la izquierda.
El peso de los equipos estratégicos de campaña de Walton, Astudillo y Mojica, muestra que en Guerrero hasta el final se sabrá la voluntad de los electores que sí lograrán votar. La evidencia del dominio de los narco clanes en la vida pública en la entidad, y después de la tragedia social de los jóvenes normalistas de Ayotzinpa en Iguala/Cocula con la impunidad política inherente, da la certeza al votante guerrerense que elegirá entre un cambio simulado o un cambio real este domingo en las urnas.
El cambio bajo el lema de orden y paz se vuelve una promesa incumplida desde ya, desde antes de que la candidatura priísta pueda alcanzar la gubernatura, sobre todo cuando su alter ego político, el presidente priísta Peña Nieto, no tomó decisiones a fondo para llegar a la verdad de la tragedia de Iguala y no ha logrado resolver en el país y en Guerrero el problema de la narco violencia y el dominio del acoso de la criminalidad y la extorsión indiscriminada.
Mojica, con un voto de castigo masivo predecible, con el panismo zeferino camachista/perredismo en crisis, la sangría del lopez obradorismo y a pesar de la foto con Cuauhtémoc Cárdenas al final, difícilmente transitará al triunfo.
A la sombra de sus alianzas políticas y acciones de gobierno disfuncionales en Chilpancingo y a nivel federal, Astudillo no logró convencer de si con él tendrá Guerrero algo nuevo bajo el sol. Tuvo a su favor la ventaja estratégica de una cartera de recursos desplegados sin límite de fondos y el que la izquierda se mantuvo fiel a sí misma, dividida, con un PAN más leal que muchos de sus propios caciques priístas.
El ex presidente Luis Walton, a pesar de sólo haber gobernado dos años en Acapulco, ha logrado construir una campaña de proyección estatal. No es un hombre de medios masivos, pero en las redes sociales logró la mejor aceptación y mayores seguidores frente a la campaña de Mojica/Astudillo. Si los acapulqueños le refrendan su confianza para el cargo de gobernador, obtendrá un cúmulo final de votación estatal clave para Movimiento Ciudadano y sus candidatos. Al no declinar por Beatriz Mojica, de principio a fin, Walton demostró el carácter de un político profesional y a la vez, el más grande acierto o error estratégico de campaña. Si alcanza la victoria sorpresiva en la gubernatura, los guerrerenses le habrán dado la razón y el timón del cambio.
En Tixtla, Chilapa, Tlapa, Olinalá, Zitlala, Tecoanapa y Ayutla hay escenarios predecibles de que difícilmente podrán efectuarse los comicios. ¿Y el Estado mexicano? Ni en la Guerra de Secesión estadunidense con Abraham Lincoln se suspendieron las elecciones.
No votar es dar la espalda a la realidad. Votar es decidir un giro, una disonancia, abrir las puertas seguras a la simulación o a las aguas azarosas y libres de un nuevo Guerrero.

* Guerrerense. Doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM

468 ad