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Ayotzinapa no va a desaparecer de la memoria colectiva, afirman en Tixtla

*A pesar de las lágrimas resuena en el auditorio el grito ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!, durante la presentación del documental Ayotzinapa. Crónica de un crimen de estado

Óscar Ricardo Muñoz Cano

Cuando las lluvias frías persistían y mataban la primavera, era como si una persona joven muriera sin razón.
Así escribió Ernest Hemingway en su París era una fiesta y así pareció llover la noche del sábado en el auditorio municipal de Tixtla durante la primera presentación de dos (la otra sería ayer) del documental Ayotzinapa. Crónica de un crimen de estado.
Llovió de manera intermitente, sí, al igual que llovió cuando el documental se estrenó en la Cineteca Nacional a principios de mes; llovió sí, como cuando los hechos del 26 de septiembre de 2014 en Iguala.
Ante unas 150 personas, poco después de las 10 de la noche la cinta del director Xavier Robles ofreció una síntesis de lo que ocurrió aquella noche del viernes 26 de septiembre, donde desaparecieron 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa, pero también mostró las consecuencias de dicha desaparición y por la que aún en muchos rincones del país e incluso del extranjero, como en el auditorio mismo se escucha “¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.
Bajo la vigilancia de miembros de la Policía Comunitaria, unos con pequeños rifles y otros con R-15, normalistas, algunos padres de los desaparecidos como Clemente Rodríguez, padre de Cristian Alfonso Rodríguez, y organizadores de la premier, tuvieron la certeza de que dichos eventos no van a desaparecer de la memoria colectiva de la comunidad.
Con la complicidad del silencio que asola a Tixtla desde hace semanas apenas y cae la noche, en pantalla el periodista Luis Hernández Navarro narró algo de historia sobre las normales rurales, sus inicios, sus luchas de izquierda y en pro de pueblo, así como los intereses que lastiman con su existencia.
Del mismo modo, Jorge Gálvez, del museo Casa de la Memoria Indómita también cooperó con la relatoría de hechos similares a los de Iguala.
Por un momento, una mención a Arturo Hernández Cardona dirigente de la Unidad Popular de Iguala, y que muriera asesinado, presuntamente por el entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca, según declaraciones de un testigo.
Después, los hechos del 26 de septiembre fueron relatados por dos normalistas de quienes se omitió su nombre pero no su rostro, donde aún, a unos meses de lo ocurrido, se nota la impotencia, la rabia.
Es ahí, donde otro tipo de lluvia hace su aparición; el frío y la incertidumbre por la desaparición de los 43 sin saber si fueron detenidos o levantados hacen llorar a más de uno en pantalla y en el auditorio.
El periodista Luis Hernández Navarro aseguró que pasó lo que pasó porque quienes los desaparecieron estaban seguros que no pasaría nada; en un país donde el 10 por ciento de su PIB proviene de las actividades ilícitas y donde 450 mil personas dependen de estas actividades, dijo.
No obstante, se equivocaron: las protestas de cientos de miles en el país como la del 8 de octubre en la ciudad de México, la del 22 de octubre (Una luz por Ayotzinapa) también en la ciudad de México fueron un pequeño botón de muestra del hartazgo de la gente ante tanta impunidad.
José Reveles, conocido especialista de temas que tiene que ver con la delincuencia organizada, hizo referencia a las críticas contra el gobierno por sus reacciones, por sus argumentaciones, por las teorías “cojas”, “increíbles”, “falsas” sobre lo que ocurrió aquella noche en Iguala y hasta por el famoso “Ya me cansé” que dijo el entonces procurador Jesús Murillo Karam ante el acoso de la prensa.
Luego de tantos datos, tantas imágenes, tanto dolor, los versos del Canto irrevocable dieron un suspiro a los espectadores: Yo, que irrevocablemente sé de nuestra eternidad definitiva de nuestra juventud de atentos sueños / y lágrimas despiertas; / de los tercos tambores / tercamente sonando / que hay en nuestro oscuro fondo… Dice dicho canto.
Finalmente un par de temas más, la aparición de las policías comunitarias, especialmente la de Tixtla, y el escándalo por la Casa Blanca del presidente Enrique Peña Nieto, sirven de colofón a un documental que cerró con el Va pensiero de la ópera Nabucco del compositor italiano Giuseppe Verdi (que en español dice algo como Oh, patria mía tan hermosa, tan pedida, oh recuerdo tan ingrato y fatal…) y que se sumó a unos versos del poeta Pablo Neruda recitados con voz en off.
Pasadas las 12 de la noche en Tixtla la lluvia fría persistía y sí, mataba la primavera, como si una persona joven muriera sin razón.

Emociona al director Xavier Robles Molina la presentación de su cinta

El cineasta Xavier Robles Molina se dijo muy emocionado luego de poder exhibir ante la gente de Tixtla el sábado y ayer domingo ante alumnos de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos su documental Ayotzinapa: crónica de un crimen de Estado.
Visiblemente cansado luego de un viaje que se alargó el sábado debido a la descompostura del camión que transportaba a su equipo de producción e invitados a Tixtla, además reiteró su compromiso con la causa de Ayotzinapa.
“Bien, muy bien con la gente de Tixtla, el heroico pueblo de Tixtla”, celebró el director y guionista del documental que da cuenta de los hechos que ocurrieron en Iguala en septiembre de 2014 y a los que se suman diversas entrevistas.
Tras recordar que fueron varias las visitas a la normal para tener material, lamentó que en esta ocasión todo se les complicara debido a que el sábado en el camino de ida a Tixtla su autobús se descompuso y pasaron seis horas para que pudieran abordar otro y continuar con la visita.
Por ello, la función que se programó en principio a las 8 de la noche se llevó a cabo pasadas las 10 “y ya no hubo forma de conversar con la gente, con los padres, con los muchachos”, indicó con pena quien escribiera los filmes Rojo amanecer (1989), Los motivos de Luz (1985), Las Poquianchis (1976) y Bajo la metralla (1983).
No obstante, este domingo, y a pesar de la lluvia, en el auditorio de la normal se proyectó el documental ante un nutrido grupo de estudiantes internos de los primeros semestres.
“La proyección de la película, muy bien”, dijo nuevamente al término, e hizo otro llamado a quien se interese a adquirirlo a que se acerque con ellos, con la producción solicitando únicamente una carta compromiso para que se solicite a su vez un donativo a los asistentes para repartirse la mitad para los muchachos de la normal de Ayotzinapa y la otra mitad para los trabajadores que desarrollaron el documental.
“La gran arma que tenemos en estos tiempos es la concientización de la gente, esa es nuestra gran arma y que no teníamos en el 68 (cuando la matanza de estudiantes en Tlatelolco) y que ahora espero se manifieste con toda su fuerza”, dijo Robles Molina a El Sur hace apenas unas semanas en entrevista sobre su documental.

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