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Bolivia vence a Ecuador y corta racha de 18 años sin ganar en la Copa América

*Con goles de Ronald Raldes, Martin Smedberg y Marcelo Martins Moreno, la selección boliviana se impone 3-2. Enner Valencia y Miller Bolaños anotan para el equipo ecuatoriano. No ganaban en el torneo desde 1997

DPA

Valparaíso

Bolivia rompió ayer una racha de 18 años sin victorias en la Copa América de futbol al derrotar a Ecuador por 3-2 en un vibrante partido disputado en Valparaíso por el Grupo A de Chile 2015.
Ronald Raldes, Martin Smedberg y Marcelo Martins Moreno adelantaron 3-0 a los bolivianos en la primera mitad, pero Ecuador recortó distancias por medio de Enner Valencia y Miller Bolaños y a punto estuvo de empatar el partido en la fase final.
Bolivia, que empató a cero en el debut ante México, no ganaba un partido en el torneo continental desde las semifinales de la Copa América de 1997.
Los bolivianos, que llegaron a Chile como víctima después de perder 5-0 en el último amistoso ante Argentina, aprovecharon los errores del rival y sorprendieron al equipo ecuatoriano, que fue mundialista en Brasil 2014.
Bolivia es líder del Grupo A con cuatro puntos y tiene pie y medio en los cuartos de final. Ecuador, por el contrario, no tiene puntos y su situación muy complicada.
Los jugadores ecuatorianos se habían lamentado de sus errores ante Chile en el debut. Solo sus desatenciones en defensa habían permitido a los anfitriones imponerse por 2-0. No se volvería a repetir, aseguraron.
Sin embargo, en el minuto 5 del partido Raldes entró solo por el centro del área y remató de cabeza un centro de córner ante el que nada pudo hacer al arquero ecuatoriano. Fidel Martínez lo había dejado libre de marca y el central no perdonó.
El regalo fue aún mayor en el 18. Walter Ayoví se entretuvo con el balón al lado de su área hasta que lo perdió, Moreno Martins se hizo con él y vio la llegada de Smedberg, que con un derechazo duro y preciso desde fuera del área puso un 2-0 con el que nadie contaba.
Al árbitro le debió parecer demasiado castigo para los ecuatorianos, que se encontraron además con un Romel Quiñónez inspirado en el arco boliviano, así que señaló un penal muy discutido de Zenteno.
Valencia anotó en su primer disparo, pero el juez pidió que se repitiera por invasión del área. En la segunda ocasión, el atacante del West Ham cambió de lado y se equivocó, porque esta vez Quiñónez le adivinó la intención.
Cinco minutos después, en el 43, la situación aún empeoró más para la Tricolor. Frickson Erazo cometió un penal ingenuo sobre Lizio y Moreno Martins no perdonó. Tres goles en contra en 45 minutos era quizá excesivo para los méritos de Ecuador, pero sus errores habían sido groseros y lo pagó.
Ecuador era favorito en Valparaíso, pero la Copa América está demostrando que es terreno abonado para las sorpresas.
Bolivia tenía el partido donde quería. Cerró filas y se dedicó a esperar las embestidas del rival, que asedió el arco de Quiñónez en busca de una remontada heroica.
El tanto de Valencia nada más empezar la segunda mitad devolvió a Ecuador de nuevo al partido. Un error de Moreno Martins, que despejó hacia su portería, permitió a Jefferson Montero internarse en el área y asistir al delantero centro, que sólo tuvo que empujar a gol.
El tanto parecía prometer un asedio sobre la portería de Quiñónez. Con Bolivia encerrada en su campo, Ecuador lo intentó una y otra vez, aunque con poca claridad. Cuando no se encontraba con los defensores bolivianos, lo hacía con un arquero crecido.
Sin embargo, cuando el balón merodea tanto tiempo el área, las posibilidades de que entre en la portería se multiplican. Bolivia cedió demasiado terreno a Ecuador, que en el minuto 81 recortó la distancia a un gol con un magnífico desde larga distancia de Miller Bolaños.
Quedaban menos de diez minutos y el empate era ya una posibilidad real. Primero estuvo en el pie de Christian Noboa, pero su disparo se fue al travesaño. Luego fue otra vez Quiñónez quien evitó con una felina estirada que Juan Casares hiciera el 3-3.
Bolivia temblaba, pero supo poner freno al ritmo final del partido y saborear algo que tenía casi olvidado: el triunfo.

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