Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Abelardo Martín M.

La varita mágica del gobierno

Abelardo Martín M.

Puede asegurarse con poco riesgo de equivocación que, al empezar todo gobierno se siente poseedor de la varita mágica con la que los problemas de toda una generación, algunos de toda una larga vida, se resuelven al instante.
El mejor ejemplo lo tiene, sin duda, el testimonio de Vicente Fox, quien prometió en campaña resolver el problema de Chiapas en 15 minutos. Terminó su sexenio y el zapatismo, venido a menos, sigue vivo con el atraso ancestral, con la pobreza, la insalubridad y la educación insuficiente, y sigue riéndose del foxismo y del gobierno actual.
Lo mismo ocurre ahora en Guerrero y, especialmente en Acapulco, respecto a la violencia que ha sentado sus reales y cuya pacificación exige estrategia, inteligencia y mucha acción. Un acto con los tres niveles de gobierno (encabezado por el presidente Calderón, el gobernador Ángel Aguirre, y el alcalde, Manuel Añorve) son insuficientes.
Los hechos son contundentes: el dispositivo especial organizado para “rescatar” a Acapulco y a Guerrero de las redes de la violencia, llevará mucho más tiempo y trabajo del que calculan los funcionarios.
Hace apenas unos cuantos días, Acapulco recibió a los principales funcionarios del gabinete de seguridad, pero con todo y la varita mágica que parece que tienen, no dan resultados.
Quizá sea porque, de entrada, las prioridades de gobierno estén momentáneamente revueltas. El sexenio federal ha sido el mejor ejemplo de que las acciones de la estrategia de seguridad han producido en el ánimo social, el efecto contrario.
Entre más se diga que cuerpos militares y de seguridad pública arriban al otrora paraíso del Pacífico, mas promoción negativa se hace de ese centro turístico.
Pero no hay quien se atreva en los gobiernos a contradecir al jefe, por aquello de que “él nunca se equivoca”.
En la reunión de evaluación de la Operación Guerrero Seguro, a 18 días de que comenzó en el puerto de Acapulco, el presidente Felipe Calderón dijo a guerrerenses y acapulqueños que “no están solos; su problema es nuestro problema”; advirtió que el camino para alcanzar la seguridad es “largo y sin atajos”.
Se expusieron datos que, frente a los hechos de violencia del fin de semana, despiertan suspicacia e incredulidad. Disminuyó 42 por ciento la cifra de homicidios, al pasar de 73 a 42, aunque reconoció que aún se pueden dar sobresaltos.
No obstante, aseguró que se mantendrá este operativo mientras no se recupere la estabilidad en el estado y emplazó al gobierno estatal a acelerar el proceso de depuración policiaca, porque al ritmo actual llevaría cuatro años concluirlo.
La estrategia del gobierno federal se integra de cuatro ejes: el incremento de la fuerza pública y capacidad de operación, la reconstrucción institucional y la depuración de las corporaciones de seguridad, atención y cuidado del sector educativo y rehabilitación del tejido social.
Los problemas de Acapulco y de Guerrero van mucho más allá de la moda del combate o guerra contra el crimen organizado y el narcotráfico, por lo que pecarían de omisos aquellos que aconsejen al gobernador y al presidente municipal de cualquiera de las alcaldías en el estado, que el problema de la inseguridad está ya en vías de solución porque llegaron muchos soldados y muchos policías federales.
Están encima ya los tiempos electorales que agravarán la gobernabilidad y exacerbarán el ánimo social. Es decir, aunque creamos que la violencia ya bajó, es muy posible que la realidad sea que apenas viene o se va a recrudecer y eso es lo que, de verdad, nadie quiere. Es lo que hay que entender y enfrentar y, eso, no será con una varita mágica.

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