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El investigado Enrique Pasta y Zeferino Torreblanca, juntos desde la infancia

 

 

La relación del ex gobernador Zeferino Torreblanca Galindo con el actual rector de la Universidad Loyola del Pacífico, Enrique Pasta Muñuzuri, ha sido una “amistad eterna” como la califican quienes han convivido de cerca con ellos.
Enrique Pasta es acusado por el gobierno de Ángel Aguirre de estar implicado en el desvío de hasta mil millones de pesos del Plan de Previsión Social (PPS) para los maestros del estado.
Como funcionario de la SEG, Pasta Muñuzuri contrató por un pago de 4.5 millones de pesos mensuales a la empresa Previsión Social Acturial SA de CV, propiedad de un yerno suyo, para administrar los millonarios recursos del PPS.
La Contraloría del gobierno estatal informó que también investiga la posible participación del ex gobernador Zeferino Torreblanca en esos hechos delictivos en los que se involucra a su amigo de la infancia, a quien él nombró directamente como subsecretario de Finanzas de la SEG.
Pasta Muñuzuri y Zeferino Torreblanca estudiaron juntos la primaria y la secundaria en el Colegio McGregor, y el bachillerato y los estudios profesionales en el Tecnológico de Monterrey, en la capital de Nuevo León, y después en Acapulco se reencontraron en organizaciones empresariales como la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) y la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex).
De acuerdo con la revista Civiltec de noviembre-diciembre de 2005, editada por el Instituto Tecnológico de Monterrey, Pasta Muñuzuri  fue presidente del Colegio de Ingenieros Civiles de Guerrero, A.C. en 1984-1985, cuando tenía 30 años de edad.
Además fue tesorero de la Coparmex, organismo patronal que Torreblanca Galindo fundó en Acapulco y que presidió, y antes de la Canaco, organismo del que también fue presidente Zeferino Torreblanca.
Su actividad en la administración pública también ha estado siempre ligada a Torreblanca Galindo; en 1999, cuando Torreblanca ganó la elección de alcalde en Acapulco, fue nombrado director del Catastro e Impuesto Predial, cargo que ocupó de 1999 a 2001.
Del 2001 al 2002 se desempeñó como subsecretario de Ingresos también en la administración municipal zeferinista, y en 2002, cuando Carlos Álvarez Reyes dejó el cargo para buscar ser candidato a alcalde por el PRD, Pasta Muñuzuri fue designado secretario de Administra-ción y Finanzas municipal.
Tras su victoria en las elecciones de febrero de 2005 postulado por una coalición de izquierda encabezada por el PRD, ya en el cargo de gobernador Zeferino Torreblanca envió a su amigo de siempre como subsecretario de Administración y Finanzas de la SEG para encargarse de los recursos de la dependencia con el más alto presupuesto de la administracióin pública estatal. En este cargo Pasta se matuvo desde el 1 de abril de 2005 en que empezó la gestión zeferinista hasta enero de 2010, cuando fue nombrado director General de Administración y Desarrollo de Personal del gobierno del estado en reemplazo de José Luis Zuzuarregui Soberanis, quien falleció a consecuencia de un infarto.
Pasta Muñuzuri siempre ha sido parte del equipo cercano a Torreblanca Galindo.
De acuerdo con algunos de sus compañeros de campaña, en la primera ocasión que Torreblanca buscó la alcaldía, Pasta participó de manera discreta, pues asistía a las marchas y tomaba fotografías.
Otros de los colaboradores cercanos a Torreblanca ubican a Pasta como un simpatizante activo de la campaña por la alcaldía en 1999, cuando ganó la presidencia municipal, y muy ajeno en los procesos electorales de 1993 y 1996.
Enrique Pasta es hermano del coordinador de delegados de la Profeco, Ángel Pasta Muñuzuri, quien fue detenido por agentes de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) como uno de los presuntos autores intelectuales del asesinato del diputado local Jorge Bajos Valverde, otro de los amigos de infancia del ex gobernador, aunque su estancia en la cárcel fue breve pues el juez determinó que no había pruebas.
Los añejos lazos de amistad y de negocios entre las familias Pasta Muñúzuri, Bajos Valverde y Torreblanca Galindo son públicos en Acapulco. (Daniel Velázquez).

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