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Entre el mar y la basura descansan los difuntos en el panteón de Pie de la Cuesta

Mariana Labastida

Arrullados por las olas del mar, cubiertos de arena y visitados en pocas ocasiones, así se encuentran los difuntos del panteón de Pie de la Cuesta, uno de los cementerios comunales donde el cuidado y mantenimiento es responsabilidad de los pobladores.
Poco saben los pobladores de cuántas tumbas hay, cuántos años tiene el cementerio o la primera sepultura que se hizo; muchas criptas se encuentran destruidas, e incluso algunas fueron hechas a un lado luego de ser removidas para poder colocar una nueva en su lugar.
Como la mayoría de los panteones del municipio no existe un control en la colocación de las sepulturas, no hay pasillos y para pasar hay que caminar entre unas y otras o por encima de las mismas.
Entre las sepulturas abandonadas y semidestruidas resalta por su lápida la del niño Carlos Elías Turquie Alcerreca, la cual tiene una inscripción al parecer en árabe.
Desde el domingo comenzaron las visitas a las tumbas del panteón de Pie de la Cuesta y este martes, desde Ciudad Renacimiento, acudió Nayeli Suárez Niño a visitar a su hermano José Guadalupe, quien falleció a un día de haber nacido, en 1977. Junto con su acompañante la mujer pagó para que se retirara el monte que cubría la tumba, así como escombros que estaban encima de otra que habían quitado.
A diferencia de los panteones municipales que los trabajadores del Ayuntamiento se encargan de limpiarlos, en los panteones de los poblados son los habitantes quienes deben de hacerlo, por ello entre las sepulturas se observan montones de ramas y basura acumulada que se quitó, así como también la que fue quemada por los familiares.
La mañana de este martes acudieron empleados de Saneamiento Básico a llevarse la basura acumulada, pero como no hay personal que saque la que estaba en el interior del panteón ahí se quedó.

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