Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Tomás Tenorio Galindo

OTRO PAÍS

* Ayotzinapa: más testimonios, más oscuridad

Si los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa nunca fueron llevados al cuartel de la policía municipal de Iguala aquella sangrienta noche del 26 de septiembre, como reveló el ex juez de barandilla Ulises Bernabé García –el funcionaro que en ese caso habría tenido que recibirlos y registrar su ingreso a la cárcel–, eso significa que la versión de la Procuraduría General de la Repúbica es falsa al menos en ese aspecto.
Pero si en una pieza que era de lo más sencillo confirmar existe un agujero de esas escandalosas dimensiones, resulta algo más que razonable dudar de la veracidad de todo el rompecabezas que el gobierno federal ha propuesto como la “verdad histórica” de los hechos.
El testimonio de Bernabé García, publicado por la revista Proceso y El Sur el domingo pasado, es contundente y si no pulveriza por completo la versión oficial, sí la pone en aprietos tan graves que un gobierno serio ordenaría de inmediato la rectificación o la profundización de las investigaciones. Pero en México no sucede eso, y a cada dato que cuestiona la versión oficial sobre el caso Ayotzinapa, la PGR responde con la misma obstinación y la misma cerrazón.
Incrementa el escándalo la confirmación aportada por el presidente de la Comisión de Defensa de Derechos Humanos del estado, Ramón Navarrete Magdaleno, quien con una tardanza nada más de nueve meses dijo el martes a los diputados locales que, en efecto, él también constató personalmente que los estudiantes no estuvieron en la cárcel municipal.
Que los jóvenes fueron llevados al cuartel de la policía y ahí fueron entregados a los sicarios del cártel Guerreros Unidos era el punto de partida que sostenía y daba cierto orden a la secuencia ofrecida por la PGR, pero si ese eslabón es falso entonces se crea un vacío que compromete toda la versión. Si eso no ocurrió así, ¿cómo fue, dónde y cómo fueron detenidos los muchachos, y dónde y cómo fueron entregados a los criminales que finalmente los ejecutaron e incineraron, según la “verdad histórica”?
El ex juez de barandilla proporciona otros datos de primera mano que también demandan una explicación oficial. Como el hecho de que mientras los normalistas eran atacados, en una refriega que duró horas y se desplazó por diferentes zonas de Iguala, se hayan presentado en la base de la policía municipal el “capitán Crespo” del 27 Batallón de Infantería, y poco después el entonces subprocurador de la Procuraduría General de Justicia de Guerrero, Víctor León Maldonado, quien tomó el control de ese cuartel “por el resto de la noche y hasta las 8 de la mañana del día siguiente”.
La revelación de estos movimientos del Ejército y de las autoridades del estado, que tuvieron lugar cuando en las calles de Iguala eran perseguidos a balazos y detenidos los estudiantes, hace trizas la pretensión del gobierno federal de declarar desvinculados a los militares de cualquier participación en los hechos. Bernabé García dijo que el capitán del Ejército inspeccionó la comandancia de la policia durante quince minutos y se retiró con cinco soldados que lo acompañaban, y que el subprocurador le preguntó dónde estaban los estudiantes, pero él no sabía nada.
La presencia de los militares y del subprocurador Maldonado León en la base de la policía municipal confirma que el gobierno federal y el estatal de Ángel Aguirre Rivero supieron paso a paso el trayecto de los jóvenes desde que salieron en la tarde de Ayotzinapa rumbo a Iguala. Con ese seguimiento y ese conocimiento de las actividades de los normalistas por parte de las autoridades y el Ejército, ¿cómo pudo ocurrir el ataque y cómo pudieron desaparecer los 43 jóvenes? ¿Es por eso que el gobierno federal ha negado hasta ahora al grupo de expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos acceso a los militares que estaban activos aquella noche en Iguala, principalmente al capitán Crespo?
Ante la irrupción de estos datos se necesitan almas puras e inocentes, un candor extremo, para dar crédito a las conclusiones de la PGR.
Y en medio de estas revelaciones, sorprende e intriga la información hecha pública ayer –que pudo leerse en estas páginas–, según la cual la Secretaría de la Defensa Nacional confirmó que uno de los 43 normalistas desaparecidos está dado de alta como soldado. “Se hace de su conocimiento que se localizó a una persona que corresponde al nombre de uno de los 42 estudiantes desaparecidos de la escuela rural Isidro Burgos que refiere en su solicitud; sin embargo, el nombre se encuentra clasificado como confidencial por tratarse de datos personales”, dice la respuesta de la Sedena a una solicitud de información. No hay forma de establecer si se trata de un homónimo, si el normalista era un soldado infiltrado en la Normal de Ayotzinapa o si era un joven que desertó del Ejército para inscribirse en la normal. Como sea, incluso este dato que puede resultar una simpleza, despierta suspicacia y se suma al caudal de hechos por aclarar.
De lo que no hay duda es de que a nueve meses del asesinato y desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, el caso sigue hundido en la oscuridad y en una impunidad ofensiva para la sociedad. La “verdad histórica” de lo que sucedió la noche del 26 de septiembre en Iguala está destinada a cubrir las apariencias frente al mundo y desmovilizar a los padres agraviados, pero es un producto que defrauda y deshonra el compromiso de las instituciones con la justicia.

El PRD descubre por fin la inseguridad

Durante la campaña por el gobierno, no se cansó la candidata del PRD, Beatriz Mojica Morga, de decir que no veía ninguna amenaza para las elecciones y que ella recorría todas las regiones sin sobresaltos. Cuando el candidato de Movimiento Ciudadano, Luis Walton Aburto, fue interceptado y encañonado por un comando del crimen organizado en las inmediaciones de Chilapa, ella y el PRD reaccionaron con una impertinente sorna y casi dijeron que el episodio había sido inventado. Ahora que perdió las elecciones, ella y el PRD descubrieron que el estado está infestado de criminales, y que los candidatos de su partido y ella misma sufrieron amenazas…
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